Primer Relato

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Como briosos corceles los días pasaron al galope, guiados por la férrea disciplina de sus jinetes. Cruzando fatigas y pesares, odios, amores, deseos y pasiones llegaron aquellos viajeros, ya viejos y cansados, en sus últimos días, al laberinto de la incertidumbre.

Mopsus y Agrippa, que así se llamaban estos sabios y alquimistas, decidieron de motu propio en este punto de su periplo tomar rumbos diferentes dentro del laberinto. Pues era mejor, a su modo de pensar, que al menos uno de ellos se hiciera con el fruto de todo sus años de esfuerzo, a que ambos se perdieran y perdieran de ese modo su última oportunidad en vida.

El laberinto comenzaba en lo evidente, a simple vista se veía la entrada y el amplio corredor que se internaba sin obstáculos, más pronto en su recorrido desviaba a la equivocación y al engaño, que en esos parajes cobraba una nueva vida y dimensión. Solamente la constancia y el tesón de años de disciplina mantenían los pies firmes en su caminar.

Mopsus no daba crédito a sus ojos.

En un patio interior, sobre un pilar de transparente cristal tallado, se encontraba un huevo de textura nacarada. Este huevo, en virtud de los dones que poseía, se elevaba por sobre el pilar sin apoyo alguno. Esa era la señal tanto tiempo buscada, pues estaba adelante del huevo hermético, secreto de alquimistas.

Agrippa apareció en ese momento por un pasadizo entre los muros, también el había superado la prueba.

— Prodigioso ciertamente... — Dijo entonces Agrippa, acercándose.  — Su virtud propia mantiene por sobre el pilar al huevo hermético... Bendecidos pues somos en nuestra fatiga y trabajo con el fruto de estos. — Agrippa se allego al pilar, y sin más ceremonia, tomo el huevo con la mano.

— ¡Agrippa, no! — Grito Mopsus, presa de un temor y un presentimiento.

— ¿No? ¿Por que no? Únicos somos nosotros, que a estos parajes luego de siglos llegan ¿Somos dignos no? Allá afuera Mopsus, el mundo sobre si mismo cae y se revuelca, en donde se pueda  provecho sacar de ello, lícito es hacerlo. — Y sin darle tiempo a nada, Agrippa casco el huevo contra el pilar, para luego sorber su contenido, Mopsus no podía salir de su asombro...

Por un momento, Agrippa fue más bello, más fuerte e inteligente de lo que nunca sería. Un leve fulgor, una cierta radiancia le nimbaba y cubría... Más de pronto, como la arcilla expuesta de golpe al sol, el cuerpo físico de Agrippa comenzó a cuartearse y ajarse, para finalmente derrumbarse sobre si mismo y desaparecer.

— ¡La proporción Agrippa! ¡Has olvidado la proporción! ¡Todo remedio puede ser un veneno! — Mopsus se acercó a los restos polvorientos de su compañero y del huevo, y allí quedó en recogimiento por mucho tiempo.

Esa noche, una nueva estrella se levantó sobre el firmamento...

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⏰ Last updated: May 13, 2023 ⏰

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