—Lo haces, pero tú sabes donde quiero estar.

—Como todo hombre. —Giro los ojos.

—No solo es en ese sentido.

—Ya.

Entonces no lo vi venir cuando estampo sus labios contra los míos y me rendí. Su lengua se introdujo en mi cavidad y le seguí el beso con ansias, cuando se separó de mí dejó un casto beso y me miró a los ojos, los suyos eran más oscuros de lo normal y ardían como nunca.

Mi núcleo punzó al verlo en todo su esplendor, e hizo todo para poder ignorarlo.

No pude.

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Cuando llegamos a nuestra habitación él se metió al baño para darse una ducha mientras yo me cambiaba poniéndome una pijama cómoda, Oliver salió con una toalla envolviendo su cintura dejando su pecho al descubierto con gotas de agua bajándole por los abdominales y perdiéndose en su toalla, la V en sus caderas me hizo salivar y tragar con esfuerzo mientras me remuevo en la silla quitándome el maquillaje.

—¿Quieres que te traiga una taza para que tu saliva no se derrame en el suelo? —me pregunta mientras me mira de arriba abajo viendo mi camisón.

—Estás loco, no hay nadie que quiera babear por ti.

—Lo hay, tú.

Buscó entre su maleta unos pantalones cortos, vi por el espejo cómo se quitó la toalla mostrándome su trasero y se subió los pantalones por las piernas sin calzoncillos, tragué apartando mis ojos de él y seguí desmaquillándome.

Mi teléfono se iluminó con un mensaje de Emma en el grupo que teníamos nosotras tres.

Emma: Desearía estar con ustedes en estos momentos, pero estoy cuidando de mi abuela.

Daisy: No te preocupes, la salud de la abuela Mary es más importante. Mantennos al tanto de todo.

Maddie: Sí, pronto disfrutaremos de un viaje a las maldivas nosotras tres sin hombres que nos molesten.

Emma: Por favor, lo necesito.

Daisy: Yo también, me va a gustar que Logan no sepa nada de mí por unos días.

Maddie: Se va a desesperar.

Emma: Jajaja pobrecito.

Seguimos hablando mientras Oliver se sentaba en la cama estirado con su portátil en sus piernas, me mordí el labio mientras lo miraba y me terminé de desmaquillar. Él se puso de pie y se pasó una camisa por la cabeza, abrió la puerta cuando lo miré.

—¿A dónde vas? —pregunto.

—Tengo hambre.

—¿De?

Arqueó una ceja y me miró de arriba hacia abajo, me crucé de piernas y lo miré con una ceja arqueada también.

—Vamos.

Me puse de pie y lo seguí, salimos de nuestra habitación de hotel y tomó una puerta a la derecha, lo seguí y me detuve instantáneamente cuando vi muchas gradas por delante. Los recuerdos estrellándose contra mí como disparos enojados. Me quedé helada mientras mi cuerpo temblaba de miedo al imaginarme la caída de nuevo.

—¿Maddie? —Alguien me tocó la espalda baja y salté, ese alguien me agarró fuerte para que no cayera.

No podía respirar mientras miraba las gradas. Solo imaginarme que podría caer de nuevo... alguien me giró y me hizo ver unos ojos avellanas tan calmados, me limpié la mejilla porque me picaba y cuando miré mis dedos estaban mojados eran lágrimas.

Unidos por un Error Donde viven las historias. Descúbrelo ahora