―Hola. ―exclamé ganándome una de sus miradas sorprendidas. ― ¿Qué comerás? Arm me prometió que la comida aquí era mucho mejor que en nuestra facultad y por eso debíamos venir hasta acá.

―Hola. ―musitó avanzando en la fila con su bandeja aun vacía. ―Hay lo mismo en todas las cafeterías de la universidad, Arm te mintió. ―añadió tomando arroz en cuanto llegó a la barra y sonreí haciendo lo mismo.

―Eso quiere decir que ustedes pueden ir a nosotros la próxima vez, les diré a todos que dividamos los días. ―anuncié tomando un poco de cada platillo frente a mí.

―No iré allá.

― ¿Por qué no? Yo vine hasta aquí.

―No te pedí que lo hicieras, Arm te engaño para venir. ―lo vi servirse apenas un par de cosas más ignorando todo lo que tenía picante.

―Pero eres mi novio, debes ir solo porque me extrañas y quieres comer conmigo. ―musité ocultando una sonrisa por su gesto fastidiado, me pregunté cuánto tendría que esforzarme para que aceptara que estábamos juntos.

―Nunca acepté que fuéramos novios. ―farfulló llegando a la caja y entregándole una tarjeta a la mujer detrás de ésta.

―Soy paciente, puedo esperar a que lo aceptes, pero para mí ya lo somos. ―me miró poniendo los ojos en blanco y le sonreí confiado, una vez terminaron de cobrarle, fue mi turno de pagar y a pesar de quejarse de mí, esperó a que estuviera libre para ir juntos a la mesa. Alguien debería advertirle que no me diera atención si lo que quería era deshacerse de mí. ― ¿No te gusta el picante?

―No lo tolero bien.

―Yo tengo una receta de curry que me enseño mi abuela, no tiene tanto picante como otros, tenía que hacerlo así en la casa donde trabajaba porque los hijos de su jefe tampoco saben comer picante. La haré para ti un día. ―prometí, aunque él no pareció muy interesado.

―Prefiero la comida occidental.

― ¿Vas a pelear conmigo en todo lo que diga?

―No estoy peleando.

― ¿Probaras mi curry entonces? ―volvió a rodar los ojos y sonreí apenas nos detuvimos frente a la mesa con el resto del grupo, tomamos los últimos dos lugares que quedaban juntos.

― ¿Harás el curry de tu abuela? ―preguntó Porsche levantando la mirada hacía mí.

―Quizás el fin de semana. Quiero que Vegas lo pruebe, así que lo llevaré a su casa.

―No irás a mi casa. ―le miré con cierta diversión y sus amigos se rieron con ligereza.

―Bien, puedes ir a mi casa a comerlo.

―Tampoco voy a hacer eso.

―Yo iré, amo el curry de tu abuela. ―Porsche solía comer a diario en la casa cuando vivía en Bangkok, cuando se fue mi abuela se paso un mes preocupada por su alimentación porque el pobre no sabía hacer ni arroz sin incendiar todo a su paso.

―Yo también voy, los fines de semana debo comer fideos instantáneos porque no sé preparar otra cosa. ―murmuró Big frunciendo la nariz.

―En nuestro edificio no se puede preparar otra cosa que no sean fideos, ni siquiera tenemos una cocina como tal, solo una parrilla eléctrica. ―continuó Arm y Pol asintió con la boca llena. ― ¿Podemos ir también?

―Si Vegas acepta venir, haré curry para todos. ―todo el grupo lo miró esperando una respuesta y él clavo su mirada frustrada en mí, antes de asentir en silencio. ―Le pregunté a mantenimiento si podía poner mis cortinas, dijeron que si no perforo el techo está bien, así que pueden ayudarme con eso mientras preparó el curry.

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