Capítulo 39. ¿Has dicho...?

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Le hice caso, y después de unas cuantas bocanadas de aire, ambos nos pusimos manos a la obra. Buscamos mil soluciones, intentamos mil cosas, cambiamos el plan mil veces, pero nada funcionaba. Era imposible. 

No podíamos recuperar el dinero perdido de ninguna de las formas. No podíamos denunciar tampoco, porque para eso necesitábamos el visto bueno de Belén, lo que implicaba contarle todo. Y tampoco podíamos hablar con nadie de la otra empresa, porque a saber qué iba a pasar si se enteraban de que lo sabíamos. 

Mi cabeza iba a mil por hora y lo único en lo que podía pensar era en qué diría Belén en cuanto se enterara. Según avanzaba el tiempo, también avanzaba mi pérdida de fe, así que acabé desistiendo e informé a Alejandro de que le contaría todo al día siguiente. 

-Como quieras... -suspiró mirándome preocupado. 

-Sino va a ser peor -me encogí de hombros cansada. 

Asintió y se acercó a mi lado, apoyándose también en la mesa. 

-Hemos hecho lo que hemos podido, se lo explicaremos y ya está -murmuró con pena. 

-Ya se lo diré yo, no te preocupes, es mi proyecto -no quería involucrarlo en un problema que no era suyo. 

Entonces vi cómo rodaba los ojos y se posicionaba delante de mí con una expresión un poco seria. 

-Se lo contaremos los dos, y punto -sentenció rápido. 

Suspiré y elevé la mirada hacia él. 

-Le enseñaremos todo lo que hemos intentado, y todos los datos que hemos conseguido, quizá ella sepa que hacer con ellos -ideó. 

Asentí y me quedé mirándolo con algo de esperanza.

-Lo que podemos hacer nosotros ahora es congelar los trámites, hasta que ella lo vea y diga qué podemos hacer -se le ocurrió. 

-Tienes razón -fruncí el ceño al darme cuenta. 

-Venga pues -me tendió una mano. 

Tomé aire y sonreí levemente mientras le correspondía, para ponernos después ambos frente al portátil y comenzar a modificar los sistemas de cobro. Menos mal que Alejandro era contable, porque yo de eso no tenía ni la menor idea, así que me limité a observar una cantidad enorme de números y letras extrañas, mientras él tecleaba como a mil por hora. 

Cuando terminamos, estuvimos un buen rato pensando en qué decirle a Belén, aunque eso fui más yo que Alejandro, el cual el pobre ya estaba escuchándome repetirlo por décimonovena vez. 

-¿Mejor, no? -pregunté mirándolo nerviosa al acabar de nuevo mi recital. 

-Valen... -suspiró rodando los ojos. 

-Joder, es que no sé... -negué cansada. 

-Así está bien, déjalo ya. Vámonos a casa, por favor -pidió suplicante. 

Sonreí con pena y asentí, tenía razón, ya era más que tarde. 

Recogí mis cosas, y mientras esperaba a que él terminara de guardar las suyas salí del despacho para llamar a Gavi. 

-Hey -contestó a los pocos segundos. 

-Hola -hablé cansada-. ¿Puedes venir a recogerme? 

-¿Y eso? -preguntó como extrañado. 

Fruncí el ceño y me quedé algo confusa. 

-Bueno, no sé, como habías dicho...

-Estoy abajo -me interrumpió. 

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⏰ Última actualización: Jul 03, 2023 ⏰

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