-¿Qué ha pasado? ¿Por qué estamos...-se frenó sin saber cómo continuar.

-¿Vivos? –completó Alice mirándola de reojo. Parecía que no estaba segura de si se desmayaría de nuevo. Para ser honestos, ella tampoco lo sabía.

Adara asintió.

-Después de tu ataque a Felix todo se frenó. Aro estaba sorprendido.

-Eso es quedarse corto. –comentó Edward, estaba pasando la mano con delicadeza por la espalda de Bella, la cual estaba empezando a caer en un letargo producido por tantas emociones. –Aro supo que no quería perder la posibilidad de teneros a ambas en un futuro. Sólo necesitaba una excusa para no mataros.

-Y Alice se la dio. –farfulló Bella más próxima al sueño que a la conciencia.

-Le mostré una visión de ambas después de vuestra transformación. –explicó la duendecillo. Continuó hablando al ver la sorpresa en el rostro de la pelirroja. –Sólo es un escenario probable, no algo seguro. Le mostré lo que quería ver.

-Oh, bien. –fue lo único que pudo decir Adara. Hacía poco que sabía de la existencia de los vampiros, no se había planteado ni siquiera la posibilidad de ser uno de ellos y, desde luego, no sería al lado de Aro.

-Lo sabe. –contestó Edward a sus pensamientos, lo que le resultaba tremendamente extraño a la humana. –Pero para él es inevitable desearos, al igual que con Alice y conmigo. Es como una polilla atraída por la luz. Pero el tiempo pasa distinto para los de nuestra especie, podremos ocultaros de los Vulturis toda vuestra vida.

Adara giró la cabeza para observar a su amiga, la cual estaba profundamente dormida en brazos del vampiro. Nunca la había visto con tanta paz en su rostro.

-¿Qué opinará ella de ese plan? –preguntó desviando la mirada hacia él. Sus ojos eran oscuros y profundas ojeras se marcaban bajo ellos.

-Espero que lo apoye. –apenas murmuró pero la crispación de su rostro hizo pensar a Adara que no sería así y él lo sabía.

-¿Qué opinas tú? –la pregunta de Alice hizo que volviera a colocarse recta en el asiento para mirarla mejor.

-Aún no estoy segura. No quiero pasarme la vida mirando sobre mi hombro pero la inmortalidad...-cerró los ojos apoyando la cabeza en la ventanilla. Un agudo dolor de cabeza la estaba invadiendo. Eran demasiadas cosas en las que pensar.

-Lo sé. Hay mucho tiempo para decidir. –pudo notar el tacto frío de la mano de Alice sobre su pierna en un gesto de consuelo. –Descansa un poco.

Y eso hizo, dejando que el sueño se llevara todas las preocupaciones.




Despertó justo cuando Alice estaba aparcando el coche en un parking subterráneo. Parpadeó varias veces para acostumbrarse al entorno.

-¿Dónde estamos? –notó su voz espesa por el sueño.

-En el aparcamiento privado de un hotel cercano al aeropuerto. No hay otro vuelo hasta dentro de siete horas. Vosotras tenéis que descansar y nosotros que cazar. –le explicó Alice mientras salían del coche. Bella se había despertado y estaba ahogando un bostezo con la mano sin separarse de Edward.

-¿Dónde cazaréis aquí? –preguntó Bella en un susurro después de pasar por recepción para coger la llave de su habitación. Ambas chicas la compartirían.

-Hay una zona boscosa a media hora de aquí corriendo. No tardaremos demasiado. –la tranquilizó Edward, depositando un beso sobre su frente cuando llegaron a la puerta de la habitación. Las manos de Bella se aferraban a su capa, la cual se había llevado algunas miradas poco discretas de la recepcionista. Desde luego era un atuendo extraño. –Te prometo que no tendrás tiempo ni de echarme de menos.

Compañera. | Alice Cullen.Where stories live. Discover now