I. La gran decisión

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Era un día caluroso y soleado, el típico día de verano en Florencia, se oía el canto de los pájaros y entraba una suave brisa por la ventana.

Yo hablaba con mi mejor amiga por Skype ya que después de clase habíamos quedado en hablar para ver qué plan teníamos para hacer esa tarde.

-¿Entonces qué? ¿paso a buscarte a casa y vamos a tomar algo a la Piazza della Signoría?- preguntó Lydia

-Si, si, me parece bien- dije dejando el móvil en la mesa

- ¿Milo viene?- preguntó Lydia

-No, ha ido a llevar a sus padres al aeropuerto, así que toca tarde de chicas- dije riendo- además necesito consejo sobre una cosa- añadí mientras cerraba los libros que había estado usando para hacer los deberes

-Uuuuh ¿sobre qué?- preguntó mirándome inquisitiva, levantando la ceja

-Luego te cuento petarda que me voy a dar una ducha antes de que vengas- contesté riendo

- ¡Julliet Bellisario. no me dejes con esta intriga!- contestó antes de que le colgara

-Adióoos- contesté riendo y colgué.

Apague el ordenador, cogí los altavoces y el mp3 para poner música mientas me duchaba y me dirigí al baño. Me dí una ducha rápida y me vestí con unos shorts vaqueros y una camiseta de batman.

-Juliet, Lydia ya está aquí- Oí decir a mi madre desde abajo de las escaleras

-Enseguida bajo- grité para que me oyera mientras me ponía mis converse negras y blancas. 

Cogí mi bolso y las gafas de sol y bajé las escaleras.

-Nos vamos mamá, no creo que llegue muy tarde- dije dándole un beso y salimos por la puerta.

-Ya estás hablando- dijo Lydia nada más cerrar la puerta

-No seas impaciente mujer- dije riendo mientras me metía en su coche- ahora cuando lleguemos te cuento- vaaale- dijo poniendo los ojos en blanco y arrancó el coche.

Cuando conseguimos aparcar el coche nos dirigimos a nuestro bar preferido, el Rivoire. Pedimos dos refrescos y como era de esperar, en cuanto se fue el camarero Lydia empezó el interrogatorio.

-Bueno, cuéntame ¿qué pasa?- preguntó Lydia

-A ver...pues llevo varios días dándole vueltas a una cosa...- expliqué- como ya sabes Milo y yo llevamos casi un año juntos y aun no...

-¡AAAAAAAAAAAAAH! ¡QUEREIS HACERLO!- gritó sin dejarme terminar

-¡Pero no grites, loca!- dije tapandole la boca

-Pero ¿estás segura?- preguntó

-Yo...creo que si...tengo 18 años...y le quiero- contesté sonrojandome levemente

-Pero ¿cuando?- preguntó inquisitiva

-Pff...no sé- dije arrascandome la cabeza

-Bueno, ya me contarás -dijo levantando las cejas, riendo mientras daba un trago a su refresco el cual acababa de traer el camarero.

Estuvimos hablando de nuestras cosas hasta que empezó a anochecer y me llevó a casa.

Después de cenar me fui a la habitación y estuve hablando hasta tarde por telefono con Milo, decidimos vernos al día siguiente.

-Pero no me despiertes muy pronto eh cariño, que para un día que puedo dormir más- dijo riendo

-A las once estaré ahí con tu desayuno favorito- le contesté sonriendo

-Perfecto, que descanses preciosa, te quiero- 

Nos despedimos y colgamos.

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