El subidón de energía se desvanece con más rapidez que los enamoramientos de Kai, una luz blanca y cegadora ocupa todo mi campo de visión y el paso seguro que estaba a punto de dar me hace caer de bruces, sacudiendo toda la barca.

- ¿Nerea? – la voz de Bree se escucha distorsionada y distingo su rostro entre todo lo blanco. Un ardor punzante en la pierna me hace querer gritar, pero solo alcanzo a escuchar que sale un quejido débil.

- Oh no – Evander se acerca también y su voz es como un eco ahogado – debió cortarse con esa argolla de la barca...

- No tenemos botiquín ¿qué hacemos?

Lo siguiente que distingo es a Evander dándome la espalda. Se quita la chaqueta y después la camisa, me percato de que justo en medio de los omóplatos tiene el dibujo de una mano con un ojo. Me parece una curiosa elección de tatuaje, pero antes de que pueda analizarlo a detalle, se acerca a mí y siento una presión en la pierna.

- Es lo que tenemos – susurra Evander, ajustando más su camisa en la herida.

Me paso el resto del día tirada ahí, con oleadas de dolor que vienen y van, llevándome la muñeca a los labios, para asegurarme de que el brazalete siga ahí, preguntándome cuanto tiempo pasará antes de que Bree o Evander se cansen y me tiren al mar o algo peor.

El sol está a punto de ponerse cuando escucho un estallido y luego una pequeña alarma.

Creo que estoy alucinando cuando entre las estrellas del cielo, una parece venir hacia nosotros, haciéndose más grande cada vez. Temo haber tragado demasiada agua mientras nadaba, y ahora estar imaginando cosas.

La estrella cae ligera y titilante hasta alcanzar la barca, aterrizando justo entre nosotros. La curiosidad me empuja a incorporarme y entonces veo que es un paracaídas llevando una cesta.

- ¿Qué demonios? – dice Bree mientras se acerca también.

Me apresuro a abrir la cesta. Está empacada con cuidado, con su contenido envuelto en papel tisú y dos notas adheridas. Leo la primera, que dice en un lenguaje muy florido que debemos actuar como verdaderos profesionales y dejar de holgazanear.

- Creo que esta es la tuya – dice Evander mientras me extiende la otra nota con una sonrisa burlona.

Les doy la otra nota, que asumo viene de Enobaria y comienzo a leer la mía.

¿Muriendo por mí, preciosura?

-Finnick

Pongo los ojos en blanco, pero no puedo evitar sonreír un poco.

Abrimos la cesta entre todos y no podemos evitar una exclamación de alivio colectivo. Tres contenedores con comida y una botella grande de agua.

Hacemos lo posible por actuar de manera civilizada y dividir la comida justamente, aunque parece terriblemente poco.

Cada contenedor tiene un emparedado de carne que parece ternera, judías hervidas, un puñado de frutos secos y ensalada de espinacas, hay también un empaque de galletas de mermelada en el fondo de la cesta, pero acordamos guardar estas para después.

El regalo estrella está guardado en plástico de burbujas: tres tazas con mi rostro y el de Kai estampados.

- ¿Qué es esto? – dice Evander tomando una taza con mirada asqueada, pero yo me hecho a reír irremediablemente.

- Laurenze debió enviarlas, para que dividamos el agua.

- Es horrible – opina Bree con una mueca.

- Oh vamos, salimos divinos – digo imitando la sonrisa que tengo en la taza. Logro sacarles la risa a ambos.

EL MENTOR | Los Juegos Del Hambre // ( COMPLETA) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora