Bokuto se había ido acercando muy lentamente hasta quedar en cuclillas frente a él. Sintió la caricia de sus dedos sobre la mejilla y ser forzó a sonreír de nuevo, apoyando la mejilla sobre la palma de la mano, mordisqueándose el labio inferior. La expresión de Bokuto volvió a cambiar, repitiendo las caricias en su rostro para intentar animarle, aunque al ver que incluso así no lo conseguía, se colocó de rodillas frente a él, más preocupado esa vez.
—¿Qué te ocurre? —Le preguntó.
Akaashi negó con la cabeza.
—No me ocurre nada. —Respondió en un susurro.
—Te noto triste, Akaashi. Algo te ocurre.
Akaashi se sorprendió. Por normal general, Bokuto no solía notar las emociones en otros, salvo las propias. Pero había notado las suyas, y eso le hizo apretar los labios, negando suavemente con la cabeza, con intención de no preocuparle. Pero no funcionó, porque Bokuto levantó la mano que tenía libre y acunó con ella su otra mejilla, acariciándole la piel con las yemas de los dedos, haciendo que soltase un suspiro.
—¿Qué te ocurre?
Akaashi se quedó en silencio durante unos minutos, barajando la opción de mentirle para que dejase de preocuparse, pero si no había funcionado antes, estaba seguro de que ahora tampoco lo haría. Resignado, dejó escapar un pequeño suspiro, apoyando más el rostro contra sus dedos, que repitieron las caricias con la misma suavidad que antes. Decidió que no podría esconderlo para siempre, y menos para Bokuto y las mil maneras que conocía de hacerle confesar.
—Tengo miedo. —Confesó por fin.
Bokuto, frente a él, abrió la boca. Pero a volvió a cerrar segundos después. Sus manos resbalaron hasta sus brazos y en apenas un movimiento, el rostro de Akaashi chocó contra el pecho ajeno, mientras Bokuto lo rodeaba en un abrazo reconfortante. Se dejó hacer, sujetando la tela de su camiseta entre sus dedos, escuchando los latidos de su corazón.
—¿A qué le tienes miedo? —Le preguntó Bokuto, pasándole los dedos por la espalda.
Akaashi calló. ¿Cómo le explicaba a Bokuto que lo que más miedo le daba en el mundo era perderle cuando, literalmente, acababan de empezar su camino juntos? No sabía cómo contárselo, sentía que era un miedo ridículo porque era muy joven para pensar así. Su padre diría que con diecisiete años aún no se podía sentir que realmente se había enamorado.
Pero lo había hecho. Estaba completa y jodidamente enamorado de Bokuto. Y eso lo sabía bien. Lo sentía.
Sintió los toques de sus dedos en su espalda, presionando sin llegar a hacer daño, solo aliviando su malestar sin darse cuenta. Akaashi tragó saliva despacio y cerró los ojos un momento. Bokuto no le presionó a hablar en ningún momento, sabiendo que Akaashi siempre necesitaba un momento antes de poder hablar. Le daba su espacio, y eso era algo que el moreno agradecía. Porque nunca le metía prisa para hablar de sus sentimientos, solo esperaba, con paciencia, a que fuera quién hablase primero.
Finalmente, Akaashi volvió a abrir los ojos, mirando un punto fijo en la pared. Soltó la camiseta que sostenía entre sus dedos y dejó escapar el aire en un lento suspiro que no llegó a escucharse. Estaba preparado para hablar, o al menos, intentaría estarlo.
—Me da miedo que, si contamos lo nuestro, alguien nos quite las ganas de querernos y nos separe. —Susurró, tan bajito que sintió como Bokuto se agachaba para poder escucharle-. Me da miedo alejarme de ti.
Silencio.
Akaashi pensó que quizás había sido demasiado directo al confesarle su mayor miedo, pero se equivocaba. Los brazos que antes le rodeaban, presionaron su cuerpo y los dedos de Bokuto acariciaron su espalda, aun tratando de calmar su ansiedad. Sintió un beso entre el pelo.
—Pero Akaashi, yo nunca dejaría que nos separasen. No cuando sé que te quiero. —Respondió Bokuto—. Y si, puede que seamos muy jóvenes y aún no sepamos bien qué es lo que queremos. Y también puede que alguien nos meta en la cabeza la idea de que no estamos preparados. Pero no importa, porque tenemos derecho a equivocarnos. Y si al final lo estamos, pues no pasa nada. Pero al menos lo habremos intentando y estaremos seguros de que lo nuestro no funcionó. No podemos quedarnos con las dudas eternamente solo porque otros nos lo digan.
El chico abrió la boca, sorprendido por las palabras de Bokuto. Lentamente, levantó la cabeza, apoyando el mentón sobre el pecho ajeno, viendo el rubor invadir las mejillas del muchacho. Sus miradas se cruzaron un instante antes de que el albino la apartarse, muerto de la vergüenza. Akaashi no sabía qué decir. Todo lo que había dicho Bokuto era verdad, y sabía que tenía razón, pero no podía dejar que el miedo siguiera invadiendo su corazón de esa manera.
Su mirada se nubló un instante cuando las lágrimas le llenaron los ojos, deslizándose calientes por sus mejillas. Los labios le temblaron cuando volvió a ocultarse en el pecho de Bokuto, dejando que sus brazos le acunaran lentamente. Formó un puchero con los labios cuando Bokuto le besó en la coronilla, balbuceando palabras ininteligibles que hicieron reír al mayor mientras le apretaba más contra sí. A Akaashi le costó un buen rato calmarse, siendo arrullado por Bokuto, que le pasaba las manos por los brazos y la espalda alternativamente, paciente, esperando que se calmase.
Sorbió por la nariz, sintiéndose ridículo. Tenía palabras en la punta de la lengua que quería salir, pero no se atrevía a decirlas. Su boca habló antes de que se diera cuenta, susurrando palabras que le hicieron abrir los ojos por la sorpresa.
—Te quiero, Bokuto.
Sintió el cuerpo del más alto tensarse, sus manos, quietas en la parte baja de su espalda. Y supo que había hecho mal. Aguantó la respiración, con los ojos cerrados, rezando a quién pudiera escucharle porque Bokuto no hubiera oído sus palabras. Pero lo había hecho, y aunque el mundo se había parado durante esos segundos, de pronto, volvió a arrancar. Las manos volvieron al centro de su espalda, presionando apenas con las yemas de los dedos, y el cuerpo que antes estaba tenso, se relajó. Incluso creyó escucharle soltar una risita, lo que solo ocasionó que Akaashi se sintiese aún más confundido.
—Yo también te quiero, Akaashi. —Respondió entonces el albino.
Ahora era su turno de sonrojarse. No se atrevía ni a mirarle. Bokuto fue quién, con delicadeza, le colocó varios dedos bajo la barbilla, obligándole a levantar la cabeza. Y cuando sus miradas se cruzaron, Akaashi descubrió la ilusión de sus palabras brillando en las pupilas doradas de su novio, que le sonreía con ternura. Y no supo qué decir.
No hizo falta. Bokuto rompió la distancia, uniendo sus labios en un beso que hizo desaparecer las dudas, los miedos y cualquier otro sentimiento negativo. Su pecho se llenó de luz, de calidez, esa que Bokuto desprendía todos los días.
Y Akaashi se dejó llevar, porque necesitaba esa luz en su vida. Cuando se separaron, esa luz seguía brillando en el mismo lugar, haciéndole sonreír como un tonto, sin poder apartar la mirada.
—Te quiero. —Le respondió Bokuto.
Algo en el interior de Akaashi se removió, acunando las mejillas del más alto antes de volver a fundirse en un beso.
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Colours of you ✨ Bokuaka [Haikyuu]
Fanfiction« Estoy cubierto de tus colores. » - Los personajes no me pertenecen, créditos a: Haruichi Furudate. - Créditos del fanart de la portada a: yuramori_hq (twitter) - Las historias dentro de este libro son IDEAS propias. Prohibida la copia o adaptació...
01. | I love you.
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