Crónica de Ruby Gillman y Chelsea Van Der Zee

Capitulo 3: Pecados

Respire hondo y traté de asimilar esta situación con calma...no lo logré, estaban temblando
de los nervios.

Después de lavarme los dientes salí del baño y estaba a punto de recoger mi ya clásico
suéter verde de cuello largo pero, ¿Para qué usarlo? Ya todos saben que soy una Kraken.

"No crees que puedes aspirar a ser algo un poquito mejor que una típica adolecente."

-¿Chelsea?-dije asustada y rápidamente me puse en guardia pero no estaba ahí...debió de
ser solo mi imaginación.

¿Pero qué rayos...?Chelsea tenía razón, he estado escondiéndome literalmente toda mi
vida bajo ese suéter verde feo, además da picazón. Además de esas medias rayadas...

-Ya no más. Sin esconderse.

-¡Ranita a desayunar!

Escuché la voz de mi padre jugando con las verduras como siempre.

Ya se encontraba toda mi familia reunida en la cocina.

Mi madre veía en el espejo de uno de los muebles aquellos enormes rasguños que le
ardían. Tenía desgarrada la piel de su cuello por cinco cortes perfectos que le cortaron tanto
que desgarraron sus branquias. Incluso cuando mamá trataba de ponerse el ungüento le
causaba un gran ardor.

-¡Auch! ¡Maldición! No debí acercarme tanto, olvide que era esa traicionera sirena con quien
trataba.- Dice mi madre muy adolorida tratando de ponerse el ungüento lo más rápido
posible para evitar el enorme ardor, aun así, sintió sus nervios quemarse y no tardó en
quejarse. Entonces mi madre toma una pastilla desinflamatoria y se la toma con un vaso
con agua haciendo otra mueca de disgusto-. Ahora cada vez que respiro tengo que respirar
ese fuerte olor a menta y me arden los cortes como si pusieran limón en una herida. Esto es
horrible Arthur.

-Tranquila cariño, ya veras que con las medicinas el dolor va a pasar y podrás estar tan bien
como siempre-dijo papá y lanzó el plato de ensalada a toda velocidad y Sam, lo atrapó en el
aire al instante.

-No te preocupes mamá, con esas cicatrices te ves de verdad ruda. Como una salvaje
vikinga después de saquear una ciudad. Así sí que impones como un fiera.-decía Sam y se
echó un buen bocado de ensalada a la boca.

-Gracias mi niño travieso. De verdad me da gusto que tengas tan buena vibra todo el tiempo.

-¿Y como esta Ruby? En la noche solo llego en silencio y se encerró en su cuarto.

-Oh Arthur, la hubieras visto. Me miraba con tanto odio que...Solo se fue. Nunca quise qué Ruby se enterara de esta forma y lo peor es...-estaba bajando las escaleras en silencio, realmente no quería llamar la atención y mamá aun no se percatado de mi presencia, pero Sam si.-...qué Nerissa tiene razón. Yo mate a todos esos niños. -Sam se quedo impactado al oír eso y me miro nervioso.-. Se que no puedo borrar el pasado, aún los puedo ver a los ojos cuando voy a dormir. Todo se vuelve una pesadilla...

-No puedo creerlo...-dije en voz baja e inmediatamente mamá y papá me voltearon a ver.

-Ruby...estas...diferente.-dijo papá maravillado al verme.

Lo cierto es que me sentía más cómoda con este vestido rojo escarlata qué se sostenía solo por dos tirantes entre mis hombros y mi cuello. La falda corta apenas me llegaba a la mitad de la rodilla dejando la mitad inferior de mis muslos descubiertos. Había dejado mis botas y los cambie por unos tenis convers tradicionales con medias blancas demasiado cortas, a la altura se los tobillos.

-Al final Chelsea decía la verdad. Ustedes las invadieron primero. Por eso ella está tan molesta contigo. Porque mataste a los suyos primero.

-¿Chelsea? Ella se llama Nerissa. ¡Nerissa! No vuelvas a llamarla por ese nombre falso y solo te esta manipulando. Yo nunca quise invadir su reino, nunca quise matar a esos niños, no sabes lo mal que me sentí después de que...