-Gracias, Anny.- Contesté, corriendo un rulo detrás de mi oreja.
-Ahora analicemos con cuidado cómo procederemos ante esta situación tan espinosa.- Suspiró.- De verdad creo que deberías intentar entablar una conversación con él.- Sugirió. Todo el amor que sentía por ella segundos atrás se desvaneció por completo.
-¡¿Qué?!- Pregunté, obviamente creyendo que mi psicóloga estaba más loca que yo.
-Eso.- Afirmó.- No te estoy diciendo que vuelvas a tener una relación con él ni nada... Simplemente intenta saludarlo y llevar con tranquilidad una conversación.-
-Imposible.- Me negué, cruzándome de brazos.
-Te sugiero esto porque sé que si intentas evitarlo todo el resto de tu estadía universitaria, te volverás paranoica, no querrás asistir a ningún lado por miedo a que él esté ahí y te encerrarás en tu cuarto con las luces apagadas a preguntarte repetidas veces por qué te ocurre eso a ti.- Me acusó... Y era verdad, mierda.- Si logras llevarte bien con él... Aunque sea simplemente tolerarlo, entonces su presencia se volverá indiferente y seguirás con tu vida normalmente.- Finalizó.
-Anna... no sé...- Dudé, rascándome la nuca.- ¿Y si todo va mal? ¿Y si me entero de algo que no quiero y termino decayendo? ¿Y si él desea volver a intentarlo? O peor... ¿Y si yo me doy cuenta de que quiero volver a intentarlo y el no lo desea?- Pregunté, al borde del colapso.
-'¿Y si...? ¿Y si...?'- Me imitó Anna, con cierta molestia.- No lo sabrás nunca si no lo intentas.- Me advirtió.- Recuerda, Mérida, el que no arriesga no gana.-
-Pero tampoco pierde...- Completé yo, bufando al final.- Mira, lo intentaré; pero si vuelvo con secuelas psicológicas graves no me cobres por un mes.- Le advertí. Ella simplemente rió y me indicó con un gesto con la mano que ya había terminado mi cita.
Caminé hacia mi apartamento con los ánimos por el suelo. Ya era muy tarde y, a pesar de que debía estar prestando atención a que no me estuviese siguiendo un asesino violador de pelirrojas, mantenía mi mente ocupada ideando un plan para acercarme a Hiccup sin que se notara que, evidentemente, quería hacerlo.
Tanto pensar me estaba dando dolor de cabeza.
Al llegar, Rapunzel demostró lo molesta que estaba conmigo por no haber contestado sus llamadas y haber llegado tan tarde. Me disculpé con ella y me fui directamente a la ducha. Necesitaba un tiempo para mí, para recapacitar. Decidí que no se lo contaría a Punz aún. Si se enteraba que Hiccup estaba en la Universidad no sabía de lo que sería capaz, así que e lo guardaría hasta que sería inevitable el tener que decírselo.
A la mañana siguiente marché hacia la Universidad con una cara no muy feliz. No podía creer que sin haber intercambiado una sola palabra con Hiccup ya me estaba afectando. Decaer en una depresión nuevamente no era una opción para mí, por lo que levanté la cabeza y me decidí por actuar con madurez con respecto a Hiccup por primera vez.
Me senté bajo nuestro árbol a esperar a mis demás amigos salvo Punz, que ese día no tenía clases la muy perra; pero los rostros familiares de mis compadres no fue lo primero que mis ojos divisaron.
Justo frente a mí, sentado en una banca al otro lado del patio del Campus, estaba él. El dueño de mis pensamientos.
Hiccup leía pacíficamente un libro y parecía estar muy concentrado en ello, puesto que nunca levantó la vista. Comencé a abrir y cerrar mis manos nerviosamente, mientras que miraba de un lado a otro para verificar que ninguno de mis amigos estuviese a mi alrededor. Cuando chequeé que no había Moros en la costa, me atreví a levantarme y, con paso lento pero decidido, me acerqué a Hiccup. Al estar a nada más que unos pasos de distancia, me arrepentí y me escondí detrás de un árbol.
Mierda, que difícil era aquello.
Suspiré profundamente y, nuevamente decidida, salí de mi escondite solo para toparme con una decepcionante sorpresa: Hiccup ya no estaba allí. Sentí una mezcla de alivio con desilusión... Pero el alivio era más fuerte. Tomé una gran bocanada de aire y me dispuse a volver a mi árbol a esperar a mis amigos; sin embargo, eso no fue lo que pasó.
Al girarme, una presencia desconocida y amenazante estaba parada detrás de mí. Del susto, solté un alarido y me caí de culo al suelo. Unas risas, bastante conocidas, inundaron el ambiente y me obligaron a abrir los ojos para encontrarme con otro par inconfundiblemente verdes.
-¿Así que ahora te dedicas a acechar personas?- Me preguntó Hiccup entre risas, ofreciéndome su mano para ayudarme a levantarme. Tuve que tomarme unos segundos para entender que mierda estaba pasando.
-¿Estás loco?- Le pregunté, llevándome una mano al pecho y aceptando la suya con la otra. Una vez reincorporada, solté una risita.- Casi me matas del susto.- Le dije, sin llegarme a creer que estaba hablando con el mismísimo Hiccup Haddock.
-Lo lamento, pero se veía realmente tentador.- Confesó, llevándose el cabello hacia atrás, solo para que éste volviera a acomodarse de forma desordenada sobre su frente. Ese cabello.
-Intenta abstenerte la próxima vez.- Logré decir, increíblemente sin tartamudear. Ahora... a lo que había venido.- ¿Q-qué haces aquí?- Le pregunté, intentando no sonar agresiva ni emocionada.
-Bueno, soy el nuevo consejero.- Comentó, como si fuese obvio. Y lo era.- Supongo que ya te has dado cuenta por ti misma.- Dijo, algo divertido. Seguramente lo decía por nuestro encuentro el día anterior.
-Me refiero... ¿Piensas quedarte por mucho tiempo?- Quise saber, pero rápidamente me corregí.- Digo, ¿por qué aquí?- Volví a decir, aunque tampoco sonó bien.- Joder... Quiero decir, ¿no eras profesor de física?- Hiccup no podía borrar su sonrisa divertida por mi inseguridad y, para ser honesta, me daba ganas de quitársela de un guantazo.
-Sí, soy profesor de física; pero no se necesita ser un experto en psicología para ser un consejero... solo tener un buen expediente.- Confesó, dando un pequeño paso hacia atrás. Esto me molestó por algún motivo.- Vine aquí a Texas porque la Universidad de El Paso siempre tuvo una excelente reputación y fueron ellos quienes se contactaron conmigo. Siendo sincero, prefiero mil veces escuchar a adultos jóvenes contarme sus problemas que seguir trabajando para mamá.- Hiccup sonrió, aunque yo no le correspondí la sonrisa.- Y sí, pienso quedarme por mucho tiempo... Así que, ¿por qué no intentamos llevarnos bien?- Propuso, poniendo esos ojitos que te convencían de cualquier cosa. Me limité a suspirar y relajar el rostro, puesto que lo llevaba fruncido.
-Justamente por eso he venido a hablarte.- Confesé.- No quiero volverme paranoica con tu presencia, por lo que limitémonos a coexistir en paz sin molestar en ningún aspecto al otro.- Hiccup asintió, sonriendo divertido. ¿Qué mierda le pasaba? Me ponía histérica que me tomase como un chiste viviente.- Que quede claro, eso no significa que seamos amigos ni que tengamos que dirigirnos la palabra. Será solamente eso: Convivencia.- Aclaré. Él volvió a asentir.- ¿Por qué siento que no me estás tomando en serio?- Lo acusé, cruzándome de brazos.
-Lo siento.- Se disculpó, levantando sus manos en señal de rendición; aunque esa sonrisa burlona aún no desaparecía.- Eso solo que me alegra volver a verte.- Soltó, sorprendiéndome indefensa. Inmediatamente sentí mis mejillas arder levemente y, sinceramente, quería que la tierra me tragase. Pero no podía mostrarme débil ni avergonzada, era hora de enseñarle que ya no era una niña sin gracia.
-Lastimosamente el sentimiento no es mutuo.- Bufé, sonando más agresiva de lo que pretendía.
-Bien, lo siento.- Se volvió a disculpar, finalmente dejando de lado la sonrisa traviesa.- No te preocupes, Mérida. No voy a molestarte.- Aclaró, acomodándose la mochila al hombro y sosteniendo su libro con fuerza. Parecía algo enfadado.- Ahora si me disculpas, tengo que ir a mi clase.- Se despidió.
Lo dejé irse sin decir palabra. Me parecía muy injusto que se hiciera el enfadado, puesto que después de todo lo que pasamos juntos, yo también tenía derecho a querer alejarme. Las cosas no siempre podían ser como él querían.
Suspiré con cansancio y decidí mirar mi horario para verificar qué me tocaba a primera hora.
Era Física Avanzada II con el profesor Hiccup Haddok.
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[Mericcup] Remind Me How To Love
RomanceSi todos los caminos llevan a Roma… ¿Cómo se sale de ella? Al parecer, sin importar las decisiones que tomara; sin importar lo mucho que me alejara, siempre volvía hacia él. ¿Qué otra explicación, además del destino, podría haber para volver a enc...
Capítulo 2: Convivencia
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