― Niamh...
― Dime, no vas a perder ni a ganar nada.
Haziel respira hondo con molestia y luego cuadra sus hombros para empezar a hablar.
― Yo te había visto muchas veces antes de... llevarte conmigo al Beta. ―no me mira―. Nunca te seguí a casa, siempre te miraba en la universidad, escuchaba tu voz y me parecía interesante.
» Había estado con otras humanas antes, muchas humanas, pero era diferente contigo. La primera vez que te vi fue por error, operaba con el Clan, estábamos descartando la presencia de Blasius Ashkanizkael en esa zona del país, y cuando sobrevolaba la universidad vi a un par de adolescentes manoseándose en la zona más apartada del estacionamiento.
― ¿Qué? ―mi voz sale llena de confusión.
― Lo primero que me llamó la atención... fue el aroma a menta que golpeó mi nariz. ―sigue sin mirarme―. Yo no tenía mi don activado, y sin embargo ese aroma llegó. ―me mira―, descendí y vi la escena de tu ex llamado Liam devorándote la boca.
― Pero... ―frunzo el ceño negando con la cabeza―. Eso es estúpido. Yo tenía diecisiete años cuando salía con Liam. ―lo miro esperando una explicación, pero su silencio y su expresión seria lo dice todo.
― Esa fue la primera vez que te vi. ―dice en voz baja y neutra.
― Cumplí diecinueve cuando decidiste llevarme contigo. ―susurro―. Casi dos años... observándome.
― Al principio no fue así, pasaron meses desde la primera vez que te vi hasta la segunda vez.
― ¿Cuánto tiempo?
― Seis meses, quizás. ―hace una mueca con sus labios―. Nunca nadie tuvo ese aroma asociado a esa sensación. Lo recordé un día, en la propiedad de Lidel.
Respira hondo, Niamh. Tú querías saber, ahora te aguantas.
― Esa vez que me llevaste a la casa de ese caído llamado Lidel ―lo miro― no fui la primera que llevabas allí, ¿verdad?
― Niamh, no...
― Bien, entendí. Continúa con tu relato. ―trago duro para enojarme por el hecho de que él me quitó la virginidad en la casa donde llevaba a todas las malditas humanas que se folló antes.
― Niamh, puedes enojarte, estás en tu derecho.
― No estoy enojada por algo que ya pasó. ―espeto y me giro volviendo a mi tarea de preparar una ensalada de frutas―. Sólo sigue hablando.
― La segunda vez que te vi estabas riéndote con un tal Evan, pensé que tenías linda sonrisa. ―habla de nuevo―. De esas que no se cohíben, literalmente estabas riendo y gritando a la vez.
Tantas veces que pasó eso, ni me molestaré en pensar en ello.
― Pasó unas cuantas semanas hasta que decidí ir a Berwyn sin ninguna razón externa; fui porque quise. ―me invade la curiosidad de ver su rostro así que me giro―. Quería verte, mientras lo hacía ideaba un plan, como siempre, pero esta vez descubrí que había un arcángel cerca.
» Volví varias veces más, pero nunca vi a Blay, cada vez que sentía su presencia yo me iba, no quería que un arcángel caído o no me descubriese vigilando a una humana.
» Me obsesioné cuando hablé contigo por primera vez.
― ¿Qué? ―casi grito.
― No lo recuerdas porque lo borré de tu mente.
― Espera, ¿qué?
― Literalmente me obsesioné con tus aromas, tenías uno para cada emoción y eso no era normal en los humanos, nunca lo asocié a otra causa, pero el hecho de saber que cuando me miraste por primera vez destilaste menta por todos lados, pensé que podía pretenderte.
ESTÁS LEYENDO
Sangre de arcángel
Fantasy[EN EDICIÓN] "La mente humana, nefil y angelical no tendrán ni la más remota idea de los acontecimientos que están por venir. ¿Puede existir algo tan fuerte como la mezcla de sangre entre las criaturas más poderosas que han sido creadas alguna vez...
Capítulo 40 (Parte 1 y 2)
Comenzar desde el principio