—Pasen, lo siento si nos vieron saludándonos. Las presento, cariño ellas son Susy y su madre Jia. Jia, Susy ella es Cecilia Galeano, mi esposa —nos presenta con una sonrisa y se puede observar hasta como su pecho se hincha orgulloso presentando a la esposa. Sonreí internamente al pensar que Alan debe de ser una buena persona al tener unos padres como ellos. Que se amen y respeten.

—Mucho gusto, señora Cecilia —le digo haciendo la pequeña reverencia que mi madre me enseñó a hacer ante los mayores cuando se saludan y despiden en señal de respeto.

—El placer es todo mío —dijo la señora con una sonrisa en su rostro.

—Bueno el motivo por el cual las mandamos a llamar, es porque quería ofrecerte un trabajo Susy. Mi esposo me ha comentado que cocinas muy bien y en mi casa necesito ayuda en ese departamento. Pues si no soy yo la que cocina, solo comerían emparedados de jamón y cereal con leche. Tenemos 7 hijos de los cuales 6 aún viven con nosotros y yo por mi trabajo los he dejado de poder alimentar como se debe. Ya son adultos y pudieran prepararse sus propios alimentos, pero deseo conservar mi casa por muchos años más —comenta entre risas—-. Es por eso por lo que te queremos ofrecer si nos pudieras ayudar en la cocina de nuestra casa. Esa sería tu entera responsabilidad, las compras y la preparación de las comidas. Te pagaremos semanalmente... —ella siguió hablando y mi corazón estaba tan acelerado que creía que se me iba a parar en cualquier momento. Estaría en la casa donde vive mi príncipe. Apreté mis rodillas con las palmas de mis manos tratando de aguantar la emoción.

—Queríamos hablarlo con ambas para que no haya malentendidos después. El otro detalle es que vivimos algo retirado de esta zona. Por lo que también te ofrecemos dormir en nuestra casa —deje de escuchar después de ese momento. Es que la vida no puede ser más bonita. Estaría super cerca a Alan y tal vez ese sueño de ese beso se haga realidad.

—Susy —llama mi madre golpeándome con el codo.

—¿Sí? —pregunté ella me señala a los señores con los ojos.

—Te preguntamos si estarías interesada en ayudarnos. Te juro que no tendrás ningún problema, mis hijos no son quisquillosos con la comida. Les enseñé a comer de todo y si mi amado te recomendó es porque debes cocinar muy bien ya que esa pancita suya sí que es quisquillosa —bromeó la señora y yo asentí.

—Si, claro que sí. Aceptó trabajar para ustedes y les agradezco precisamente hoy hablaba con mi mamá que ya teníamos que salir a buscar trabajo. Estamos abusando mucho de su buena voluntad y no nos queremos ver muy abusivos —comenté y ambos negaron.

—Nada de eso Susy, aquí todo lo hacemos de corazón y con la mejor de las intenciones. Se que sanar todas sus heridas es un largo proceso. Nosotros sólo los ayudamos a que se puedan poner de pie de nuevo. Mi esposa es psicóloga así que, si necesitan hablar con alguien ella comenzará a venir y dar terapias gratis unas horas al día —menciona el señor Iván acariciando la espalda de su esposa, se ven tan bonitos juntos. Miro a mi madre y ella asintió.

—Bueno Susy, quedas contratada. ¿Mañana puedes iniciar? —asentí efusivamente. Antes de salir de la oficina ellos nos dijeron que mañana temprano el señor Iván vendría por mí. Le dieron a mi madre la dirección de la casa para tenerla si la necesitaba y le dieron seguridad de que estaría bien. El resto del día estaba por las nubes, no me podía creer que esto estuviera pasando. Arreglé algunas cosas que nos había comprado la señora Mary para que cuando el señor Iván viniera al día siguiente estuviera lista.

—Pórtate bien mi niña y ya sabes que si ves algo que no te guste tu solo llama por ayuda o vete de ahí. También tienes mi número llámame a cualquier hora estaré pendiente —concluye abrazándome y besando mi cabeza. Nos despedimos para ir cada una a su habitación y ahí me quede viendo por la ventana las luces de la ciudad. Espero que este trabajo sea de bendición para nosotros y no de maldición. Tenía que enfocarme en que primeramente lo hacía por mi madre y mis hermanos y no por Alan. Quería estar muy cerca de él y conocer al Alan que aún no conozco. Recuerdo muy bien las palabras que me dijo aquel día en el auto. Que no me extrañara si su trato es algo rudo cuando está cerca de otras personas. Mientras no sea así conmigo todo va a estar muy bien, al menos sé que lo hace por guardar las apariencias.

La mañana llegó y había dejado puesta la alarma del teléfono. Me di un baño, me cambié para estar lista y esperar la llamada del señor Iván. Salí a la cocina y el olor a té de jengibre inundó mi nariz.

—¿Quieres antes de irte? —me pregunta mi madre y obviamente acepte.

—Ayer no te conté, pero hoy le harán llegar la demanda de divorcio a tu papá. Ahora hay que esperar para saber si firma o no —me dijo y no pude evitar suspirar.

—Lo hará no te llenes de ansiedad. Tu eres la mujer más fuerte que conozco y estoy muy orgullosa de ser tu hija —mi teléfono suena y al ver la pantalla supe que se trataba del señor Iván.

—Que estés bien mi niña, cuídate mucho y llámame siempre que puedas ¿Está bien? —me dice tomando mi rostro entre sus manos para darme un beso en la frente.

—Lo haré mamá, tú también llámame. Vendré en mis días libres —respondí tomando el pequeño bolso y salí del departamento después de darles un beso a mis hombrecitos. En el camino el señor Iván me iba contando sobre sus hijos. Me dijo que tenía un hijo estudiando en Tokio y eso sacó el tema de donde era el origen de mi madre. Platicamos de la ciudad que es muy bonita y cuando llegamos a la casa, sentía que me iba de espalda. Era una casa como salida de una revista, completamente de ladrillos pintados en color crema. Muy parecida a la casa donde solíamos vivir. Entramos a la casa y ahí estaba la primera persona que quería ver. Mi príncipe, espero que ahora que estoy cerca de él, poder llegar hasta su corazón porque no quería o deseaba otra cosa más que no fuera su amor. La mañana pasó entre presentaciones y debo decir que me intimidaba estar rodeada de jóvenes tan guapos. Las hermanas de Alan eran muy hermosas y sus hermanos muy atractivos, pero no como él. Pude sentir su mirada sobre mí todo el tiempo, pero no tuvo el valor de acercarse. Después de ver el intercambio entre sus hermanos y él. Me di cuenta de que Alan es el más serio y reservado de todos. Haciendo que mi curiosidad solo aumentara. Quiera saber todo sobre Alana Galeano.

Me encontraba preparando el almuerzo cuando sentí una mano en mi hombro y me exalté.

—Lo siento, por no haberme acercado antes, pero no solo por eso me importas menos —me dice y yo estoy que no me lo creo.

—¿Te importo? —él mira hacia todos lados asegurándose que no haya nadie cerca de nosotros.

—Mas de lo que imaginas.

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Copyright © 2023 Valery Archaga

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Jugaste y sufríDonde viven las historias. Descúbrelo ahora