— Joder... vas a ser mío, ¿verdad...? ¡Dilo... di que eres mío!— Él jadeó mientras empujaba más rápido, no podías entender lo que estaba diciendo mientras tenias tu lengua afuera, tus ojos se pusieron en blanco, las lágrimas caían de tus mejillas— ¡Respóndeme!— Jing yuan gruñó.

— ¡D-Dios...! ¡Sí! ¡Sí, seré tuyo!— Jadeaste y gritaste, ambos estaban sudando cuando alcanzaste tu límite— ¡Me voy a venir...!— Te quejaste mientras llegabas al clímax, tu miembro enrojecido e intacto chorreó semen manchando el suyo y la de tuyo, cuando el empuje de Jing Yuan comenzó a volverse descuidado, estaba a punto de correrse... 

— Dios, maldición... tan cerca, solo apriétame más... aprieta a el pene de alfa— Maldijo al estar tan cerca del clímax. 

— ¡ah...ah...ah! P-por favor no, ¡dentro  yuannnnn!..— Gemiste suplicando cuando de repente alcanzó su punto máximo embistiéndote por última vez con toda su fuerza, llegando tan profundo como pudo, su semen caliente brotando en tu útero, seguramente te dejará embarazado mientras él anudaba en tu celo también— ¡haaaa...! No...! No Yo-Adentro...—  Hablaste débilmente.

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Te despertaste en la habitación de Jing Yuan... él no estaba a tu lado ya que probablemente fue a trabajar antes que tú, te levantaste vistiéndote con la misma ropa de ayer y luego saliste corriendo silenciosamente. Regresando a tu casa, cuando abriste la puerta, te diriges al baño, te das una ducha rápida, te pones ropa nueva, luego te pones una capa negra y sales de tu casa, yendo a una tienda cercana. 

— ¡Hola! ¿Qué estás buscando?— El trabajador le preguntó. 

— Tu jefe, es un conocido, dile que estoy aquí por las pastillas— Hablaste en voz baja con la capa que cubría tus rasgos.

— Ah, entonces eres tú... ahora mismo— El trabajador corrió hacia la parte trasera de la tienda regresando lo más rápido posible y dejó las pastillas en el mostrador— Ahí tienes— Habló. Enviaste una bolsa de monedas de oro que tintineó. Luego tomaste las pastillas y saliste de la tienda. 

Luego fuiste al Xianzhou luofu, tomaste un vaso de agua y lo bebiste con la pastilla, luego tiré rápidamente el paquete que contenía la pastilla y volví a donde estaban todos, ayudé con yanqing y los demás pero caíste de rodillas tosiendo sangre cuando Yanqing fue tomado por sorpresa, pero rápidamente tomó medidas arrodillándose a tu lado sosteniendo tu hombro.

 — ¡¿Alex...?!— Habló entrando en pánico y tu visión se volvió borrosa cuando Jing Yuan vio la escena actual ante sus ojos mientras se apresuraba a llevarte en su espalda corriendo a su habitación mientras Yanqing lo seguía 

Era la tarde. Te despertaste con Jing yuan sentado a tu lado, mirándote preocupado, luego rompiste el silencio.

 — Ya está hecho— Sostuviste en tu vientre— La vida dentro de mí— Hablaste mirando a Jing Yuan mientras parecía aterrorizado, sus ojos se llenaban de lágrimas, el aliento se volvía irregular mientras se inclinaba más cerca, sosteniendo tus hombros, gritándote mientras las lágrimas salían de sus ojos.

— ¡¿N-Nuestro hijo...?!— La escena ante ti era desgarradora, pero sabías que ustedes dos no funcionarían... tenías miedo de tener un hijo. 

— No te pedí que me anudaras Jing Yuan... Estaba en celo y no podía pensar con claridad, así que incluso si el alfa no fueras tú, probablemente les habría dejado hacer lo que quisieran conmigo de todos modos— Hablaste con frialdad. La cara de Jing Yuan, estaba devastada, bajó la cabeza y sus lágrimas goteaban sobre las sábanas 

— Nosotros, podríamos haber hablado de esto...— Habló tragando su propia saliva.

— Está hecho por lo general, sabes que no podemos estar juntos— Dijiste— Entonces, ¿Qué es exactamente lo que quieres de mí?— Preguntaste con severidad mientras Jing Yuan te miraba y las lágrimas llenaron sus ojos.

— ¡Otro niño...!— Todavía sostenía tu hombro mientras su expresión seguía siendo la misma, devastada y con el corazón roto— ¿Q-quién querría que algo así le pasara a su hijo...?— Jing yuan escupió. Apretaste la manta sobre ti.

— Sabes que no podemos concebir otro hijo, de todos modos moriría de nuevo— Tu hablaste. Su mundo se hizo añicos con esas palabras.

— ¡No digas eso!— Él gritó— ¡Por supuesto que podemos concebir otro hijo! ¡Así que no pienses en nada de eso!— Escupió con lágrimas rodando por sus mejillas— Así que por favor...— Gritó— Concibamos otro hijo...— Suplicó.

— Lo siento pero no podemos— Dijiste firme, pero sin mirar a Jing Yuan.

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