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—¡Mujeres! Apenas y logro verlas, ¿Que pasa con ustedes? —Pregunto Hannia juguetona.

—Mi papá tiene un tumor. —Solto Nat antes de ponerse a llorar.

Estaba muy afectada. Se me estrujo el corazón al verla así, simplemente me acerque a ella y la rodee con mis brazos.

Pasamos la siguiente hora consolando a Nat, ni siquiera entramos a nuestra clase. Para cuándo logro dejar de llorar Hannia tenía muchas preguntas.

—Se que tal vez no es momento, pero, ¿Y Madrid? Necesitas que te ayudemos con algún trámite, una prórroga o que se yo.

Mierda. Ni siquiera había reparado en que en menos de 2 semanas tendría que tomar un vuelo a Madrid, y que Nate no estaba bien.

—Mi papá me está obligando a ir, me asegura que es fuerte y que para cuando vuelva, el seguirá aquí, pero no sé.

—Esa es tu decisión linda, vas a ver qué todo saldrá bien, estoy segura.

—Eso espero, si llega a cirugía vendré, e igual estaré viniendo 1 vez al mes. Ese fue el trato.

—Animate bebe, de verdad que todo saldrá bien. —Le dijo Hannia.

Después de unos largos minutos, Hanny volvió a hablar, con un tono más relajado.

—Debo admitir que ya tengo 2 maletas listas.

Ambas volteamos a ver a Hannia con una sonrisa. Ella siempre tan impaciente.

—¿Y que piensas usar los días que faltan? —Le dije intentando no reírme.

—La ropa fea por supuesto, pero toda la ropa linda está lista para conocer hombres guapos y todos los antros de Madrid. —Una sonrisa de suficiencia lleno su rostro.

Nat y yo soltamos en carcajadas. Aunque la risa de Nat no llenaba sus ojos.

Repare en el "hombres guapos". Tal vez me equivoqué, e Ian no la busco como predije. Por algo mi amiga había estado babeando por el desde que lo conocio. Claramente había algo en el, era diferente. Había algo que yo no podía ver. Yo solo veía al tonto de mi hermano.

Ignore el tema, hasta cierto punto entiendo que no quiera decirmelo, es mi hermano después de todo y no sería imparcial.
Estaba tirada en la cama, jugando con mi celular cuando Nate entro en mi habitación.

—¿Quién te dejo pasar? —Arquee una ceja.

Estaba intentando actuar normal, el me lo había pedido.

—Tu mamá me mostró dónde dejan la llave de respuesto. —Le sonreí y el se acerco a sentarse alado de mi.

—¿Podemos hablar? —Me enderece y asentí.

Un extraño nerviosismo recorrió mi estómago.

—¿Realmente vas a dejarme?

—Espera, ¿Qué? No Nate, por supuesto que no, ya hablamos de esto. Es solo un año y nosotros...

—¿De verdad no puedes quedarte? Con lo de mi papá yo... Te necesito.

—No me hagas esto, por favor... —Suplique.

Me sentí acorralada, como le diría a mi novio con un papá con cáncer que me iré durante un año y que no hay otra opción. ¿Cómo le hago entender que tengo que ir? Que necesito ir, necesito saber que aún soy más mía que de él.

Después de horas peleando acordamos que haríamos videollamadas cada vez que pudiéramos y que trataríamos de mensajear todo el día.

Prometí intentar venir cada mes junto con Nat, aunque eso era una mentira, no podría pagar tantos vuelos, pero necesitaba que se calmara, que dejara de pedirme que no me fuera.

Elígeme. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora