Entro al apartamento sin siquiera saludarla y cuando ella cierra la puerta detrás de si me voy sobre ella y la tomo por la cintura pegándola a mi. Estampo mis labios sobre los suyos y al principio no reacciona, lucha por separarse y me golpea el hombro. La tomo del cabello y profundizo el beso introduciendo mi lengua en su boca. Cede ante mi y canto victoria internamente.

Nos sumimos en un beso desesperado, un beso que sabe a añoranza. Había extrañado demasiado sus labios, no me importa qué hace unas horas se haya besado con otro, disfruto el momento y comienzo a encenderme.

Colocó mis manos debajo de sus nalgas y la levanto en peso. Ella rodea mi torso con sus piernas y sentirla contra mí me enciende a niveles desorbitantes. La estampo contra la puerta de su apartamento y me separo un poco para besar su cuello

- Te extrañé - le digo y antes de que pueda responder atrapo su labio inferior con mis dientes.

Ella jadea y suelta un pequeño gemido. Aprieta sus piernas en mi torso y camino con ella hasta el sofá. La dejo caer y la beso por todos lados. Siento como la cuchara que traía en la mano cae al suelo y no me importa, la sigo besando. Quito su blusa y liberó sus pechos, atrapo uno con mi boca y masajeo su cintura con mi mano libre. Regreso a sus labios y le quito las gafas que ya están empañadas por el calor que emanan nuestros cuerpos. La miro y está toda roja, en sus ojos puedo ver que está deseosa de esto cómo yo.

La libero de la minifalda que lleva puesta y admiro su lencería. El color negro me enciende y ese encaje le queda perfecto. Beso su abdomen, dejo un camino húmedo con pequeñas mordidas hasta su ombligo y la beso bajo el mismo, ella tiembla en mis brazos y comienzo a besar cerca de su intimidad. Llevo una de mis manos a su entrepierna y la humedad que me recibe es asombrosa, muero por probar su intimidad. Llevo mi mano libre hasta uno de sus pechos masajeándolo y aprieto su trasero dando una pérchala nalgada, ella gime en respuesta y libero la erección que se forma dentro de mis pantalones. Sigo estimulándola introduciendo dos dedos en su interior, comienzo a trazar círculos y la beso en su punto más débil. Lamo y chupi como si fuera la delicia más perfecta del mundo y me pierdo en mi excitación.

Voy hasta la altura de su rostro y rozo su humedad con mi erección. Ese gentío lleva oleadas de calor a todo mi cuerpo y ella hace una mueca de placer que me deja embobado. Sigo masajeando su entrepierna con mis dedos y la beso, veo en sus ojos el deseo y no lo pienso antes de introducirme dentro de ella.

La sensación piel con piel es maravillosa. Se siente tan caliente contra mi erección. Comienzo a moverme desesperadamente contra ella y escucho como gime de placer. Se agarra de mi espalda y me araña, se que dejará marca pero no me importa, estoy sumido en el placer que me causa estar entre sus piernas. Sigo acelerando mis movimientos y puedo sentir como su interior se contrae.

Ella me toma de los hombros y me empuja. Se lo que pretende así que la tomo del trasero y me siento sobre el sofá con ella sobre mi. Me besa deseosamente y un gruñido escapa de mis labios. Ella se mueve lentamente sobre mi provocándome. Tomó su trasero y lo aprieto en deseo, ella me dedica una sonrisa sádica y la observo deseosa, sus ojos están cerrados disfrutando el momento y la invasión. Acelera sus movimientos y la tomo de la cintura, apretándola y dirigiendo sus movimientos que cada vez se vuelven más descontrolados. Siento que estoy a punto de llegar al orgasmo y sé que ella también. Se mueve sin control sobre mi, cada movimiento es más descoordinado que el anterior y exploto dentro de ella, llenándola de mi. Ella disminuye sus movimientos y descansa su rostro sobre mi hombro.

La abrazo y se hace pequeña en mis brazos. Le beso el hombro y ella se separa de mi, se pone de pie y se va hasta su habitación.

Recojo mis pantalones del suelo y me los coloco. Me quedo sentado en el sofá recuperándome del orgasmo y echó mi cabeza hacia atrás cerrando los ojos, sintiendo la profundidad del momento.

Después de un rato así vuelve a mi mente el desastre que tenía en la cabeza anteriormente y me siento culpable. Me paso la mano por la cara y desordeno aún más mi cabello.

Regina sale del cuarto con un camisón puesto y con el pelo mojado. Puedo deducir que se acaba de bañar.

- No te preocupes - me dice seca - utilizó las vacuna.

La frialdad en su voz me sorprende, me deja sin palabras. La veo cómo va hasta la pequeña nevera qué hay en la cocinita y saca dos coca-cola. Viene hasta mi y me pasa una.

- Gracias - digo raro

- No hay de qué.

Me descoloca la tranquilidad que tiene. Yo me siento mal por lo que le he hecho y ella está tan... normal.

- ¿Hay algo de lo que quieras hablar? - digo dándole un sorbo a mi refresco.

Ella niega con la cabeza y se acomoda sobre el sillón encendiendo la laptop.

- Necesito mostrarte algo - me dice y me siento a su lado en el otro sillón.

Ella coloca un USB en su laptop y abre unos documentos. Me la pasa y leo todo.

¿Qué demonios es esto?

- ¿Esto que es? - pregunto incrédulo

- Si, es lo que estás pensando - me dice y toma de su coca-cola mirándome - ahi están todas las pruebas de la crueldad más atroz que ha hecho mi padre junto con Peter y su padre en mi contra.

- Hijos de...

- No quiero que te preocupes - aclara- te lo muestro porque necesito que me lleves hasta la ciudad para hacer la demanda.

- Puedes contar conmigo- aseguro- ese imbécil de Peter.

- Ya de él me encargo yo. O bueno, tal vez también lo juzguen- me dice encogiéndose de hombros- la verdad no me importa.

- Que bien que no te importe porque pienso romperle la cara cuando lo vea.

- Te iba a llamar antes de que te aparecieras- me dice desviando la conversación, le paso la laptop y asiento- quería pedirte ese favor.

- No hay problema, yo te ayudo.

- Perfecto, puedes irte - me dice y la miro extrañado

- ¿Qué? - cada vez me veo más tonto.

- Que puedes irte, mañana temprano te espero aquí- me mira severa- espero que no me quedes mal.

La veo ponerse de pie y recoger las botellas para tirarlas a la basura. Camina hasta su habitación con la laptop en una de sus manos.

- Adiós, Aiden. Hasta mañana.

Me dice y me pongo de pie muy confundido y algo enojado para irme. Cierto la puerta detrás de mí y camino por el pasillo hasta llegar al elevador.

¿Qué pasa contigo Regina?

Con ninguno de los dos Donde viven las historias. Descúbrelo ahora