Me señala el espejo que está detrás.

Incluso yo mismo me asombro al verme, mi lobo ahora es realmente grande, más grande que el de mi padre ¿Pero de qué sirve ser así si no soy capaz de encontrar a mi mate?

"Vamos chico, espabila. Tu media naranja cada vez

está más lejos. O te mueves ya o esperas a que

aparezca, vete tú a saber cuando. ¡Espabila atontado!"

Gruño, fuerte, tiene suerte de ser mi mejor amigo, si no mi escaso autocontrol hubiera desaparecido. Tiene suerte de que nuestra comunicación ahora solo sea mental, si no le coso esa jodida boca.

Lobita, voy a por ti.

Pasan las horas y no aparece, estoy desesperado. He tenido que volver a mi forma humana, ya que Kai está al borde de empezar a matar todo lo que se le cruce por el camino.

No ha sido nada fácil, de hecho llevo más de una hora teniendo una lucha interna con él. Más vale que aparezca sana, no sé qué seré capaz de hacer si no es así.

— Deberíamos volver a la ciudad, quizá ya haya vuelto y estamos dando vueltas como dos idiotas.

Mi amigo tiene razón, no tiene sentido seguir dando vueltas, no voy a ser capaz de encontrarla, por el bien de todos, más vale que no le haya pasado nada.

Kai lucha contra mí, no quiere desistir, pero quizá Greg tenga razón. Puede que ella haya vuelto ya.

De camino a la ciudad, vemos algo cruzar el sendero unos metros más adelante de donde nos encontramos. Ya es de noche, y a pesar de nuestra buena visión nocturna, no conseguimos descubrir que es.

Le hago un gesto a mi amigo, lo comprende a la primera, caminamos despacio, al mismo tiempo para reducir el ruido que podamos hacer. Pasamos de largo un gran árbol, cuando me fijo en la loba que está en el centro del claro, olfateando el aire, como si nos hubiera descubierto.

Es ella, sin duda alguna, mi corazón bombea el doble de rápido, mientras que Kai aúlla loco de felicidad.

Hago un gesto a Greg para que se quede tras de mí. La observó durante un buen rato, olfateando todo a su alrededor, las plantas, las flores... Todo para ella es nuevo, la primera vez que dejamos salir a nuestro lobo es un momento muy especial. Descubres todas tus habilidades como pareja, puedes poner en práctica todo lo aprendido sobre tu don. Y, sin embargo, ella tiene que aprender todo desde el principio. Decido dejarla tranquila, que sea ella quien, por su propia decisión, vuelva a la ciudad. No debe haber tenido un día fácil.

Arrastró a Greg conmigo sin decir nada, hasta que nos alejamos lo suficiente para que no pueda oírnos.

— ¡Tío! ¿Pero qué haces? Llevamos horas buscándola y ahora la dejas ahí... Vuelve por ella y oblígale a volver a casa.

— Si hago eso, lo único que voy a conseguir es que me odie más de lo que ya lo hace. Voy a esperar a que se marche, para saber que llega bien, sin que se dé cuenta de que estoy aquí. Tú márchate ya.

No da crédito con mi decisión, pero no dice nada más.

Vuelvo al claro donde estaba Minerva, espero paciente hasta que decide ponerse en marcha, para mi suerte toma rumbo a la ciudad, con lo cual la sigo desde lejos, asegurándome de que no le pasa nada.

Una vez en la ciudad, se dirige hacia el campamento donde dormimos todos juntos la noche anterior. Supongo que estará cansada, y antes de afrontar un nuevo día, querrá tomarse su merecido descanso.

Entra al mismo barracón donde dormimos y se dirige a la cama en la que ella estuvo, yo me quedo atrás observándola desde mi cama, cuando al cabo de pocos minutos sucede algo que jamás me hubiera esperado. Vuelve a su forma humana, dejándome ver su precioso cuerpo.

— ¡Gírate pervertido! Deja de mirarme — dice enfadada.

Cierro fuerte mis ojos, para darle algo de privacidad.

— Eres tú la que te has transformado delante de mí, apareciendo totalmente en bolas ¿Quién es la pervertida aquí? — la oigo gruñir como si de un cachorro se tratara, haciendo verse muy tierna.

Intenta quitarme la manta que le estoy ofreciendo, pero no la suelto.

— No, no. Acércate lobita.

Extiendo mis brazos. Oigo como se acerca poco a poco hasta que la tengo entre mis brazos, estrechándola fuerte, liberando mi olor para que se relaje.

— Me has tenido muy preocupado, he tenido que rastrear tu olor, un buen rato hasta que por fin te he encontrado en medio del bosque. Mi lobo estaba desesperado, y yo más aún. No hemos sellado nuestra unión y eso puede ser muy peligroso para ti y es muy frustrante no poder protegerte.

Mi voz suena mezclada entre la frustración y el miedo que he pasado hasta que la hemos encontrado.

Mi voz suena mezclada entre la frustración y el miedo que he pasado hasta que la hemos encontrado

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