—¿Para qué me trajiste aquí?— cuestionó Elizabeth. Su voz vibraba en tono de fastidio.
—Ya lo sabes.— afirmó él. —Pero sigues pensando mucho lo que tu corazón siente.— Nahuel señalaba su propio corazón. Luego, obligó a que Elizabeth soltara una de las correas y llevó la mano de esta a su pecho. —¿Lo sientes?— cuestionó. —Late intensamente y es porque estás muy cerca de mí...— Elizabeth comprendió todo eso de explicar las cosas con algo más que palabras. Nahuel se acercó un poco más buscando estar cerca de sus labios.
—No lo hagas, por favor...— dijo ella tímidamente, como si susurrara al viento.
—Entonces dime que no quieres que lo haga y me detendré.— Nahuel se acercaba lentamente a sus labios, pero no escuchó ninguna objeción. La besó delicadamente, ella respondió de la misma manera. La mano que tenía apoyada en su pecho, la desplazó hasta su cuello. Dónde luego enredó sus dedos en el cabello de Nahuel tras su nuca. Ahora el beso era más intenso, ella se soltó completamente, tomándole el rostro con la mano derecha. Nahuel pasó ambas manos por detrás de sus caderas para sujetarla de la cintura y atraerla hacia él. Habían estado varios segundos así. Probablemente, llegaron al minuto y lo superaron. Hasta que ella decidió dejar de actuar de forma apasionada. —¿Estás bien?— preguntó Nahuel al ver los ojos de Elizabeth cubierto de lágrimas.
—Sí, estoy bien.— mintió. —Pero sabes que esto que hicimos está mal.— dijo mientras secaba sus ojos con las manos.
Nahuel se relajó, pero nunca soltó la cintura de la muchacha. —Para mí esto está bien. Es lo que sentimos ambos. Es una religión la que dice que no deberías estar conmigo...— el tema ya era recurrente.
Elizabeth sabía que siempre estaría esa espina presente. —Eres tú, quién lo ve como una religión. Pero va más allá de eso. La santa biblia habla de quienes serán recibidos en el paraíso y quiénes no. El que tú pienses así, te condena a la desdicha y más desdichada seré yo, si paso toda mi eternidad sola...— lo que había dicho la muchacha a Nahuel le resultó gracioso por el nivel de fantasía. Sin embargo, estaba claro que para ella era así y reírse sería infantil y desafortunado.
—Lo tomas muy literal.— dijo él. —La biblia puede interpretarse de varias maneras...— el comentario resultó igual de ofensivo. No obstante, a ella también le llamó la atención.
—Entonces ¿Has leído la biblia?— preguntó esperanzada.
Él negó. —Para nada. Solo repito lo que eh oído de ella. Aunque para serte sincero en algún momento tuve que haber leído algo. Fuera de ello, no me preguntes nada específico porque no sabré responderte.— Nahuel ya estaba fastidiado, la idea de hablar de Dios luego de un momento tan pasional lo desencajaba.
—Bueno... Será mejor que nos vayamos, no puedo llegar muy tarde a casa porque mi madre comenzará con las preguntas.— eso cortó por completo el clímax. —Sugiero que hasta que definamos bien cómo vamos a seguir, que cada uno vaya por su lado.— agregó.
—Está bien. Ve tranquila— dijo él soltándola. Luego se dirigió dónde había dejado la bolsa con sus útiles escolares. —Adiós.— se despidió y dio por hecho que sería con un beso en los labios. Así fue.
Dejó que se alejara lo suficiente para quedarse solo con sus pensamientos. Estaba todo bien, ahora realmente sentía que había vencido a Dios. Pero su sabor era amargo. Nunca tuvo en cuenta que en el intento terminaría enamorándose de verdad. Comenzó a caminar hasta la parada del colectivo. Se aseguró de no volvérsela a encontrar. Al otro día las cosas serían más complicadas, su evento de hace rato no había resuelto nada. Había enmarañado más las cosas. Si existía la posibilidad de que ellos tuvieran una relación más allá de la amistad. Complicaba otras situaciones y no solo en su entorno personal, sino que también en el social. Nahuel comenzaba a dibujar un patrón con sus relaciones amorosas. Quedando todo en un círculo entre los delegados de curso. Luego estaba lo que podrían pensar sus compañeros, Elizabeth era dos años menor, recién ingresada a primer año. Y para Sara seguramente, iba a ser un escupitajo en la cara. Poco le importó. Nahuel estaba mucho más allá de eso y de lo que pudieran o no, pensar los demás.
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Sentimientos Pasajeros
Teen FictionBitácoras de vida. El desarrollo de un jovencito que a lo largo de su adolescencia, descubre distintos sentimientos. Los conflictos personales que lo obligan a relacionarse con su entorno. Afrontando así distintas situaciones que lo nutrirán de valo...
Capítulo XVII: Amor de doble filo.
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