Cuando la campana indicando el final del día escolar suena: ella está tan desconectada de todo que el sonido la sobresalta y la hace dar un pequeño brinco en su pupitre que hace que tire sus lápices al suelo, ella se sonroja un poco avergonzada cuando unas chicas pasan a su lado y se ríen, murmurando cosas sobre lo torpe y tonta que es.

Pero todo ruido se silencia cuando Fushiguro de acerca y comienza a recoger sus cosas del suelo sin decir una sola palabra. Si pudiera; ella detendría al chico de cabello negro de hacer este suicidio social, pero no puede evitarlo y se queda sólo en silencio, en medio del aparente espectáculo que será ahora.

—Pero, Megumi, ¿qué haces recogiendo cosas por ella? Tal vez sea tan tonta que no puede hablar, pero tiene manos, sabes —, una de las chicas dice, riéndose mientras habla.

—Ella es muda, no tonta —dice Fushiguro, poniendo los lápices sobre el escritorio y dirigiéndole una mirada dura a la chica.

Quién solamente suelta una carcajada.

—¿En serio te estás poniendo de su lado? Ella ni siquiera es capaz de intentar defenderse por sí misma, ¿porqué lo harías tú en su lugar? Eso es tan patético. Y luego tienes la audacia de rechazarme, parece que realmente no vales tanto como pensaba.

Fushiguro sólo parpadea hacia ella con indiferencia y luego suelta ese resoplido de gatito que internamente la hace sonreír.

—¿Necesitas ayuda para guardar tus cosas, Kasumi? —, su pregunta la saca un poco de lugar, pero se repone rápidamente y niega con la cabeza.

Ya no está viendo a la chica de antes, así que no puede saber qué clase de expresión tiene ahora mismo en su rostro, pero no podría importarle menos, no cuando tiene toda la atención de Fushiguro sobre ella, mientras sus demás compañeros de clase salen del aula murmurando cosas a las que no pierde el tiempo poniéndoles atención.

Cuando todos sus útiles escolares están en la seguridad de su mochila Fushiguro comienza a caminar, sólo para darle espacio para salir del pasillo de pupitres, y cuando están por fin afuera de lo que ella llama «el infierno» cariñosamente, se acerca rápidamente a él, manteniendo los parámetros de distancia correctos, no queriendo verse pegajosa o invasiva.


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Después de un par de minutos de silencio y miradas juzgonas en la salida de la institución Fushiguro por fin habla y lo que dice la hace enrojecer como nada en su vida antes.

—Lo hice por ti. Lo de golpear a esos chicos.

Al escuchar eso ella saca rápidamente su celular para escribir en él, a falta de su libreta, deberá ser el pequeño aparato con tapa color amarillo pastel.

«¿Porqué actuaste antes cómo si no supieras quién soy?»

Fushiguro lee el texto y se ve un poco nervioso, o eso cree, está haciendo la misma expresión de antes a la hora del almuerzo.

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⏰ Última actualización: Feb 14 ⏰

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