-No quise ofender -dijo, pero sus ojos no dejaban de mirar a Taehyung-. Solo es que... es fascinante, ¿no? No todos los días se ve a alguien así.

Los días siguientes a aquel encuentro fueron inquietantes para Taehyung. Se sentía observado, como si las sombras lo siguieran donde quiera que fuera. Jungkook reforzó la seguridad en torno a su omega, y aunque ambos sabían que el peligro estaba siempre presente en su vida, esta vez se sentía diferente, más personal.

Los días siguientes al encuentro con Mikhail Ivanov en el bar fueron inquietantes, especialmente para Taehyung. A pesar de la protección de Jungkook, de la seguridad constante que lo rodeaba, había algo en la presencia de Mikhail que no podía sacarse de la cabeza. Ese hombre lo había observado de una forma que no era solo atracción; era como si viera a Taehyung como una posesión que quería arrebatarle a Jungkook. Algo que le pertenecía sin haberlo ganado.

Aun así, la vida en la mansión Jeon continuaba. Taehyung pasaba las mañanas en el jardín, disfrutando de la calma que el canto de los pájaros le traía. Era uno de los pocos momentos en los que podía sentirse libre de la tensión que lo seguía desde aquel encuentro en el bar. Su alfa, Jungkook, solía acompañarlo cuando sus negocios en la mafia lo permitían, y aunque no hablaba mucho, su simple presencia era suficiente para tranquilizar a Taehyung.

En esos días, su padre, Seokjin, también había pasado más tiempo en la mansión. Desde el último secuestro de Taehyung, Seokjin había decidido estar más cerca de su hijo. Aunque siempre había mantenido una actitud distante debido a las complejidades de su vida, había algo en su mirada ahora que mostraba preocupación genuina por el bienestar de su omega.

-Hijo, ¿cómo te sientes hoy? -preguntaba Seokjin casi todas las mañanas al unirse a él en el jardín, con una taza de té en la mano.

-Estoy bien, papá -respondía Taehyung, sonriendo suavemente.

Aunque sabía que esa no era toda la verdad. Aún no había podido sacudirse el miedo que había quedado en su interior tras los dos secuestros. Las marcas de las inyecciones con drogas letales seguían presentes, no en su piel, sino en su mente, recordándole cuán frágil podía ser la vida en su mundo.

Los sirvientes de la mansión también notaban la tensión, y aunque trataban de no involucrarse, muchos de ellos hacían lo posible por mantener la atmósfera de la casa lo más liviana posible. Preparaban sus comidas favoritas, decoraban los espacios que Taehyung solía frecuentar con flores frescas, y lo atendían con una devoción que demostraba el respeto que le tenían como pareja del gran padrino.

- Señor Taehyung, hemos preparado un postre especial hoy. ¿Le gustaría probarlo? -le ofreció uno de los sirvientes una tarde.

-Gracias, lo intentaré más tarde - respondió Taehyung con una sonrisa amable.

Agradecía la atención, pero su mente estaba en otro lugar.

Jungkook, por su parte, no había hablado mucho del incidente con Mikhail, pero Taehyung sabía que su alfa estaba más alerta que nunca. Se sentía en la forma en que los guardias alrededor de la mansión habían aumentado, en cómo Jungkook siempre mantenía una mano sobre su cintura cada vez que estaban juntos, y en la intensidad de sus ojos cuando miraba a cualquiera que se acercara demasiado a Taehyung.

Sin embargo, había algo que ninguno de ellos podía ignorar: el hecho de que la tensión entre la Bratva y la mafia de Jungkook estaba en su punto más álgido. La presencia de Mikhail aquella noche en el bar no había sido casualidad. Y aunque no lo había expresado abiertamente, Jungkook sabía que Mikhail estaba buscando una forma de debilitar su posición. Y esa forma parecía ser Taehyung.

Taehyung, mientras tanto, intentaba disfrutar de los días con su familia. El tiempo con su padre Seokjin le traía una sensación de normalidad en medio del caos. Le recordaba los días antes de estar tan envuelto en el mundo de la mafia, cuando su mayor preocupación era qué estudiar en la universidad, no sobrevivir a otro secuestro.

365 Days - KookTae ♡Donde viven las historias. Descúbrelo ahora