Como ya lo hemos dicho, esto es un sorteo y la suerte es la única que decide que hija de Illéa será la digna para estar al lado del príncipe como su esposa. Se escogerá todo aleatoriamente y las elegidas pasaran a ser parte de la selección.

Las participantes se alojarán en el precioso castillo donde vive la familia real. Durante toda la estancia las concursantes comerán, vivirán y vestirán todo de la familia real. Las familias de las afortunadas serán recomendadas generosamente por el privilegio de cuidar a las hijas de la nación durante todo este tiempo.

Mamá en ese instante se abalanzo a los brazos de mi padre para darle un beso en su mejilla. Eso lo tomo a él por sorpresa y no era el único.

Mi hermana paro un segundo para apreciar aquella muestra de afectos.

Baje la vista para jugar con la tierra y el aserrín que estaba en nuestro patio mientras dibujaba algunas formas sin sentido. Eso siempre era lo mismo cada tanto que teníamos a un príncipe llegando a la mayoría de edad. Las chicas eran convocadas a ser parte de la selección para mantener viva una tradición que ponía a todos de un buen humor.

De solo pensar que una chica de cualquier casta sin importar si era una tres, cuatro, cinco, seis, siete u ocho podía ser la suertuda de todo aquello ponía a cualquier padre de familia del humor que ahora mismo mamá estaba.

Era una manera de mantener alta la moral del pueblo, pensar que el número de nacimiento no era boleto sellado para la vida que le esperaba a uno.

Mamá siempre nos dijo a mis hermanos que nosotros estábamos destinados para grandes cosas. Al trabajar para doses y treses, mirando sus casas con lujos que nosotros nunca nos íbamos a permitir me hacía pensar si realmente aquello era cierto.

Con el paso de los años comprendí que eran mentiras que mantenían la moral alta para nuestra familia.

—¡Desde este momento le dejas el trabajo a tu hermano! No quiero que te arruines las manos, el rostro, todo tu cuerpo debe de estar en perfecto estado. Ya mismo llenamos el formulario.

—¡Mamá detente! Esto no asegura nada.

Y aquí estábamos de nuevo, una discusión entre mi madre y hermana.

—¡Ana! Enserio, no quiero que te quejes. No eres una niña de cinco años. Es momento de ver la realidad es la oportunidad perfecta. Entre más rápido llenemos el formulario mejor será para nosotras. Escuche de una vecina que conoció a una conocida que su hija estuvo en la anterior selección. Dicen que las primeras en presentarse siempre tienen más oportunidad de ser seleccionadas.

La emoción de la explicación de mamá no ayudo para nada a que mi hermana aceptara.

—No tenemos suerte y esto solo nos quitara tiempo para el trabajo. Estoy algo atrasada con mis entregas.

—¡Que se lo dejaras a tu hermano!

Papá rápidamente intervino entre ellas dos para que se calmaran.

—Cariño deja que Ana lo piense un poco.

—¿Pensar qué? Es que soy la única que entiende que esto es dinero llamándonos. Es el destino que por fin nos esta haciendo justicia de nuevo. Ana, no lo vamos a discutir. Tienes que llenar el formulario.

—No.

Fue lo último que dijo mi hermana para regresar a la casa. Mamá estaba hecho una furia ya que fue detrás de ella mientras le decía algunas cosas.

Pronto en el patio solo nos quedamos papá y yo.

—Mujeres... se ponen especiales durante la selección. Cuando tu tengas a tus hijos, es un poco más tranquilo con el tema ¿Quieres?

El elegido.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora