Charlie observó su figura con confusión. Lo vio batallando con su balance y girándose para mirarla con movimientos decisivos.

—¿Te vas?

—Me voy —repitió, tomando un aire solemne en su expresión. Sin previo aviso, posó su mano derecha sobre uno de sus hombros y la izquierda la enterró en su cálida melena hasta acunar la base de su cráneo—. No puedo quedarme. ¡Por favor, no me ruegues que me quede!

Su borracha teatralidad volvió a sacar risas de la castaña, mirándolo con palpable diversión.

—¡Eres tan extraño!

Su exclamación hizo que olvidara su premeditado acto unos segundos para reír junto con ella, pero pronto regresó a fijar su atención y actuar confundido.

—¿A qué te refieres con extraño? ¿Por qué me dirías eso, Charlie? —murmuró con voz grave, su mirada penetrada en los irises de la joven.

Charlie rodó los ojos y se estremeció cuando la frialdad de los dedos de Andrew se coló por los nervios de su piel.

—¿Qué te picó? —preguntó con genuino interés, empujando sus manos lejos de ella. Esto hizo que el actor perdiera ligeramente el equilibro y terminó por arrodillarse frente a ella, buscando su mirada.

—¿Qué me picó a mí? ¿A mí? —exclamó con tono acusatorio, sus palabras arrastrándose ligeramente en su lengua—. ¿Qué te picó a ti? Ahora dime algo, Charlie —pidió, jugando con sus manos que todavía se empeñaban en empujarlo torpemente.

—¿Qué quieres que te diga, Andrew? —murmuró, dejando sus manos quietas sobre su regazo.

Arrodillado frente a ella, Andrew apoyó ambas manos sobre el asiento del sillón, una a cada lado de las caderas de la joven.

—Dime, ¿por qué no habíamos sido amigos antes, Charlie? Genuinamente tengo la duda.

Charlie volvió a reír sin poder tomarlo en serio.

—Claro que hemos sido amigos. Íntimos amigos. Increíble-grandes-muy amigos.

Andrew la miro serio, causándole más risa.

—Increíble. No paras de burlarte de mí y ahora me mientes —posó una mano en su corazón teatralmente y negó con la cabeza—. Ruego detengas mi sufrimiento, Preston.

Ella lo vio dejar su cabeza caer hacia un lado como si estuviera experimentando dolor y se estiró a detenerlo por los hombros, creyendo que se caería de espaldas.

—Dios mío, ¿así son todos los actores?

—Todos. Cada uno de ellos.

—¿Por qué quieres ser mi amigo de repente?

La formulación de la pregunta hizo que Andrew dejara un segundo sus juegos y exageraciones. Fijó su mirada en la curiosidad de Charlie, la habitación vibrando suavemente a su alrededor. De repente. ¿Por qué quería ser su amigo de repente?

Andrew sintió los dedos de la chica sobre sus omoplatos y decidió quedarse muy quieto para que ella no dejara de sostenerlo. Se relamió los labios antes de responder.

Lo tenía todo mal —comenzó a recitar en voz baja, sin saber qué lo había impulsado—. Pensé que el precio a pagar por éxito era mi soledad y la abracé, pequeña sombra fría, me encarné a ella. Corrí y perseguí mis deseos con hambre: eufórica, despiadada, imparable. Cuando mis huesos se cansaron y a quejidos se pararon, busqué destanteada la pintoresca vista de la que me creí merecedora, pero no había nada. No había árboles, no había montañas y no había ovación. Únicamente estaba yo... Únicamente estaba yo y mi amada soledad...

Era la obra Retrato la que había habitado la mente de Andrew todo este tiempo, pero el fragmento que pretendía recitar no era de ahí. Era de una poesía que Charlotte había presentado en un festival de arte en su primer año de la universidad. Jamie lo había arrastrado a escucharla y ahora, a pesar de la poca convencionalidad del momento, sus versos lograban hacerse paso por su memoria y brotar de sus labios, sin poder llegar al final de estos.

Charlotte sentía su corazón latir poderosamente en su pecho, inundada por estupefacción. Aunque sabía perfectamente de dónde provenían las palabras de Andrew, a su mente le costó unos segundos asegurarse de que eso de verdad estaba pasando. No sabría cómo explicar el por qué el actor recordaría eso. En alguna parte dentro de sí pudo encontrar su voz para completar el final del poema por él:

Ahora yo no podría escaparle, pero su traición sería siempre castigada por mi amarga compañía.

Por mi amarga compañía, sí —Andrew sonrió en la oscuridad, viendo un brillo especial titilar en los ojos de Charlie. Pasado unas pausas completó—: Quiero ser tu amigo, Preston. ¿De verdad importa mucho el por qué?

Charlotte, incapaz de ocultar su sonrisa de halago, soltó un suspiro, mientras se dejaba caer en los cojines del sillón.

—Supongo que no. Amigos será.

—Amigos será —confirmó Andrew con una sonrisa de satisfacción, mientras se ponía de pie sin sentir su rostro.

Charlie negó con la cabeza e imitó su acción al levantarse, casi olvidándose de su previa ebriedad.

—Es muy tarde ya. Te pediré un taxi, amigo.

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⏰ Última actualización: Jan 09 ⏰

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