narrador omnisciente
El primer día de grabación había llegado para los Uruguayos y Argentinos. Uno por uno iban llegando a Montevideo ansiosos por esta nueva experciencia, para algunos era algo más común y para otros era la primera vez que estaban rodeados de cámaras.
Sin embargo, en el equipo detrás de cámaras también habían personas poco experimentadas. Delfina, por ejemplo. Era la primera vez que debía maquillar a hombres y mujeres para que parecieran matados por la nieve y nepobabys antes del accidente.
Le asignaron una caravana en donde los actores principales iban llegando con su buena actitud y una cálida sonrisa para la maquillista. Todos tuvieron su respectiva primera charla y quedaron encantados con ella. Cualquier persona que convive con Delfina podría asegurar que ella era un ser de luz y la chica más dulce del mundo.
Aunque uno en especifico había preferido mirarla cada vez que sonreía y apreciar sus ojos achinados ante cualquier pequeña risa que él provocaba, y en ese momento pudo asegurar que su mayor logro en la vida fue hacer reír a una mujer tan linda como ella.
Matías era del tipo que amaba de lejos, podría permitir amar rápido y nunca soltar, ni siquiera si la otra persona estuviese en pareja frente a sus ojos.
—¿Sos alérgico a algo, Matías?— ella preguntó poniendole algunas hebillas en el pelo para que no estorbaran.
—Que yo sepa no— él respondió restandole importancia— Pero si me convierto en un zombi por una reacción alérgica va a ser culpa tuya.
—¿Ah, si?— ríe en respuesta y delicadamente toma su mentón para levantarle la cara en busca de una mejor luz. El primer paso siempre era una crema limpiadora e hidratante, asi que eso hizo— ¿Y qué onda? ¿Estás emocionado?
—Y... estoy medio cagado— Matías suelta una pequeña risa nerviosa, mirándola por el reflejo del espejo para no incómodarla mientras estaba tan cerca de su cara— Un poco más y tengo que cruzar los Andes y liberar Chile.
—No te envidio ni a vos, ni a San Martín— lo jode provocandole una risa y procede a ponerle un primer. En verdad lo único que tenía que poner era base y corrector, pero quería cuidar la piel de todos, más que nada porque iban a pasar horas grabando en la nieve— Te vi en Apache.
—¿Posta?— preguntó algo feliz por esa confesión— ¿Te gustó?
—No te voy a mentir...— dejó el primer en la mesa y tomó dos tonos de correctores para ver cuál era el más parecido a su tono de piel— No me gustó porque lloré mucho.
—Anda...— él alarga la última vocal en chiste mientras ella le pone una pequeña gotita de corrector en su cachete— Yo ahí laburando y vos me decís que no te gustó porque lloraste, me la re bajas, Delfi.
—Y bue— la castaña quita ambos correctores y deja el que no era en la mesa de nuevo— Soy re maricona.
—A ver, ¿cuál es tu pelicula preferida?
—Orgullo y Prejuicio.
—Era obvio— rueda los ojos en chiste para molestarla— Bueno igual está bien, a mi también me gustan ese tipo de peliculas.
Delfina sonríe con ternura mientras termina de aplicarle corrector en algunas zonas de la cara y difuminarlo con una brocha. Aunque Matías solamente podía pensar en otro tema para hablar, apesar de que él podría hablarle horas y escucharla años sobre cualquier cosa que Delfina quisiera.
Era todo un desafío para él tenerla tan cerca, incluso podía oler esos tipicos perfumes de Avón que compraban todas las mujeres en el barrio cuando la que vendía se pasaba por las casas de las vecinas para ofrecer la revista.
Matías no era un hombre cómplicado. Quería estabilidad y amor mutuo, no pedía tanto y a su vez no espéraba poco, capaz eso era lo que no le permitía tener tanta suerte en el amor. Aunque su época favorita en la vids es cuando se enamora. Jura completa devoción hacia la otra persona y no hay forma de mirarla que no sea de puro amor.
En cambio Delfina pasó toda su vida soltera. Nunca se le dió y eso le frustró toda su adolecencia porque veía a sus amigas felices en pareja, pero con el pasar de los meses aprendió a estar feliz con su compañía. No era una persona dificil de amar y tampoco le costaba amar, ese era el problema porque la mayoría de los hombre están pasando por el momento de "la chica antes de la indicada".
—Ahí está— ella se aparta para verlo mejor y le dedica una sonrisa— Muy lindo, antes rompías la cámara, ahora solamente la rayas un poquito.
—Ah dale, gracias— responde sarcásticamente y se levanta del asiento, quedando un poquito más arriba de ella por la corta diferencia de altura— Dame veite minutos que voy a tener que volver para que ya me maquilles moribundo y cagues tu propio maquillaje.
—Ni me hagas acordar que me parte el alma— Delfina hace una expresión de dolor— Bueno dale, anda a laburar que sigue Blas.
—Dame una patada en el culo también si queres— él dice irónicamente y da unos pasos hacia la salida— Gracias, Del.
—De nada, Mati— ella le sonríe cálidamente y a los instantes llega Blas que parecía un quinceañero.
Aunque la cabeza de la maquilladora se había quedado ahí; su corazón lo había ganado y se lo había llevado Matías Recalt cada vez que le sonreía.
Ella nunca había conocido a un hombre como él, porque creyó que los únicos hombres que quedaban sin extinguir eran los ex-miembros de One Direction y que el resto solamente eran nenes creyendose machos.