Capítulo VII: Alfa

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—Eso no lo voy a negar —dijo el mencionado riendo avergonzado y su mamá pudo estar un poco más tranquila. Un poco, porque aun quedaban muchas cosas que no se decían.

Sonó el silbato del tren llamando para partir.

—¡Merlín! Disculpen por quitarles su tiempo de despedirse. —Algo nervioso porque ese momento era para padres e hijos y él estaba allí, como un entrometido, de nuevo.

—No pasa nada, nos alegramos de conocer un amigo de mi hijo, gracias en serio. —Y así como su preocupación vino, se fue con las palabras del papá de Remus.

—No se preocupe, yo se lo cuido. Adiós Señores Lupin. —Se despidió antes de alejarse un poco y darles privacidad a la familia.

Cuando ya estuvieron en el tren se toparon con James y estuvieron un rato buscando a Peter y se juntaron todos en una cabina. Hablaban de las maravillosas vacaciones que tuvieron y él solo mencionó lo que hizo con su tío, no quería ventilar sus problemas.

Y hablando de problemas, James avanza a ver a Evans viendo por la ventana del cubículo donde estaban los cuatro, si quería meter más gente todo íbamos a estar muy apretados, pero el muy necio se paró y la invitó a unirse con el resto de gryffindors. Si tan solo James, no se quedase idiotizado viendo solo la cara de la pelirroja, se hubiese dado cuenta del amigo que traía con ella. Y claro solo se percató cuando los amigos intercambiaron algunas palabras.

—Claro, pero no creo que entremos seis personas en el lugar —mencionaba la niña de la manera más amable—. Pero de igual forma gracias, seguiremos buscando.

—¿Seis? Yo no invite a esa maldita serpiente —masculló entre dientes y ya no pudo seguir. Solo se quedó escuchando los regaños de Remus, James hablando pestes de quién consideraba su enemigo y Peter intentando calmar la situación.

Sirius ni siquiera prestó mucha atención, solo pensaba en la obvia camisa celeste pastel que usaba Snape y en como no le favorecía en nada por lo pálido que era. Pero con el pantalón negro de tela desgastado y los zapatos negros bien lustrados, al menos eso disimulaba esa horrible camisa. Sus facciones se habían alargado un poco, así como su estatura, pero podría jurar que seguía siendo más pequeño que él. Al menos las ropas anchas no le hacían ver tan delgado, su cabello ya no estaba graso y su piel, aunque muy blanca, se veía lisa. Casi quiso burlarse cuando su mirada evitaba toparse con cualquiera del grupo. Pero evitó pensar en quién también se había convertido en su enemigo, tenia cosas más relevantes en que pensar.

Ahí sentado en el gran comedor, estaba viendo como le colocaban el sombrero seleccionador a su hermano menor, no demoró mucho cuando se escuchó un fuerte SLYTHERIN y las casas empezaron a aplaudir. Las miradas grises chocaron por un instante y así mismo se desviaron, a lo lejos veía como su prima Narcissa lo recibía con una disimulada sonrisa de orgullo.

Y le dolió. Aunque anticipó el resultado no significaba que doliera menos. Dolió ver a su hermano convertirse en un serpiente más y a su familia orgullosa de aquello. Los odiaba, a su familia por sus malditos ideales de pureza, a sus padres por haberlo separado de su hermano y a su hermano por haberle dado la espalda. Solo pudo seguir a su habitación para estar con sus amigos, aquellos que si lo hacían sentir querido.

—Bien y la cosa sorprendente que les prometí en el gran comedor ¡Taran! —mostraba con orgullo una vieja capa, pero muy bien conservada—. Ya sé, ya sé, es una vieja capa pero miren.

Una vez se la colocó solo pudieron mirar asombrados como el cuerpo del muchacho desaparecía.

—Una capa de invisibilidad —habló Peter con asombro.

—Exacto. Al principio mi mamá estaba un poco reacia al dejármela traer, pero no tienen idea lo que me costó convencerla. Le dije que era para estudiar en la biblioteca hasta tarde y evitar que los prefectos me quitaran puntos —decía James con obvia emoción.

Esos ojos (Snirius)Onde histórias criam vida. Descubra agora