narrador omnisciente
El casting que quedaba se había juntado a festejar los dos meses de grabación en la pieza de Juani y Blas. Corrieron las camas y llevaron unas sillas que pidieron prestadas para sentarse y tomar unas jarras de fernet, vino o smirnoff, aunque también estaban los más maduros que tomaban cerveza.
Al día siguiente tenían descanso, asi que se les permitía tener una resaca como para pasar toda la mañana y tarde acostados llorando y arrepintiendose de la noche anterior. Delfina había probado bebidas antes, pero nunca tomó hasta marearse.
Hasta hoy.
Eran las dos de la madrugada y se encontraba hablando pavadas, diciendo lo mucho que extrañaba a One Direction o cuanto odiaba a Kanye West. Sus ojos brillaban de lo borracha que estaba y agradeció no ser la única porque Briana, Juani, Enzo y Blas estaban en la misma situación, solo que Enzo era callado.
En un momento llegaron a la discusión de por qué no eran los únicos en el universo y eso era raro de decir hasta para un sobrio, pero tenía aguante y discusiones esa conversación. Casi nadie creía que eran los únicos y a Esteban se le ocurrió asustarlos a los borrachos.
—¿Da más miedo que estemos solos en todo el universo o que hayan aliens?— preguntó retoricamente y Delfi parpadeó unas cuantas veces.
—Vos cuando estas serio das miedo— responde ella con dificultad por los tragos que llevaba encima y todos sueltan una risa, incluido Esteban.
Las cinco de la madrugada llegaron y ya había cuarteto sonando en el ambiente, solo que eran tres las parejas que bailaban; Matías y Esteban, Briana y Delfi, Blas y Juani. Era una situación divertida en ambos puntos de vista, tanto para los que bailaban como para los que veían.
A todos les recordó esas fiestas de antes con la familia, borrachos y divertidos mientras los más chicos se unían a bailar sin entender por qué sus papás estaban tan felices. Éste era el tipo de recuerdo que iban a guardarse en el corazón toda su vida.
Ahí sabían que era probable que no se vieran más, al menos no todos juntos, por eso aprovechaban cada segundo y muchisimo más mientras que actuan en una pelicula que demostraba lo rápido que podía cambiar la vida y darle más sentido a vivir.
Las risas y los chistes son algo que ellos creían que tenías que compartir intimamente con los mismos con los que podías llorar y confesar cómo te sentías, porque estaban cómodos teniendo a sus maquilladoras bailando y carcajeando sabiendo que también eran como sus psicologas.
Matías terminó bailando con Delfi unos temas de Rodrigo y riendo por la poca coordinación que tenían, pero de igual manera pasando un lindo momento juntos.
Esa tensión que tenían de saber que el sentimiento romántico era mutuo nadie se los podía quitar, ni en la caravana, ni acá; con sus amigos siendo testigos de la buena química entre ellos.
Durante este último tiempo se los notaba más apegados y cada vdz que le preguntaban a Delfina sobre su preferido en el cast siempre era la misma respuesta. Un dulce y tierno "Mati" salía de sus labios sin vergüenza.
Por otro lado estaba Francisco. Él sabía que era una oportunidad una en un millón. Notó por su cuenta esas miraditas entre los otros dos, apesar de que creyó que él la miraba de la misma manera que Matías; ella nunca lo miraría a él.
Algo dentro suyo se rompía, pero le tocaba sonreír, reír y seguir porque su vida no se iba a terminar porque ella no lo amaba. Y una mala experiencia como esta jamás le iba a quitar la ilusión de algún día enamorarse mutuamente de alguien.
Y si. Eran personas demasiado maduras si hablamos de amor y respeto.
El sol estaba saliendo y Matías llevaba a Delfina a su pieza para que pudiese dormir de una vez, aunque se le cómplicaba demasiado porque los dos estaban borrachos y cada paso que daban era un coqueteo más al piso.
Pero las risas no faltaron...
—Una vez, una vez— Delfi tartamudeó tratando de no reirse— Yo compartía pieza con mi hermano y su perro me vomitó en la cama, le dije que se levante a limpiarlo y no quiso... entonces...— soltó una risa recordando— Agarré una bolsa, junté el vomito y se lo puse en su cama.
Pronto en la puerta de la pieza 615 (la de Delfina) se encontraban ambos tratando de no caerse mientras se tentaban por la historia que tenía la chica de su lado oscuro.
—Sos una forra— Matías trata de recuperar aire después de reirse tanto.
—Y vos sos lindo— ella apoya su frente en la puerta y pone la tarjeta magnetica para abrirla, pero casi se cae cuando la abre y no sacó su cabeza.
—Epa— delicadamente la agarró de la cintura para evitar que se cayera y besara el piso— Cuidado, corazón, te me vas a matar.
—Si nunca me das un beso me voy a morir igual— dice sin vergüenza y lo mira a los ojos— Porfa, Mati, no soy linda, pero te prometo que te puedo hacer muy feliz.
—Sos la más hermosa del universo, Delfi— responde de la misma manera con ese tono borracho tan chistoso— No pensé que querías un beso.
—Siempre quiero un beso— le dedica una tierna sonrisa y lo mira con sus tipicos ojos de cachorrito— Tuyo, obvio.
Él sonrió algo timido y se acercó lentamente para al fin besarla. No era un beso cualquiera porque era su primer beso con la mujer que amaba y fue el beso más tierno del mundo, no había señales de querer llegar a algo más y sus manos se cerraron para no tocarle directamente la cintura y evitar incómodarla.
Después de todo ambos estaban borrachos y no había nada que perder sabiendo que se querían, ¿no?