narrador omnisciente
Luego de la resaca y la recuperación llegó otro Lunes en la nieve.
Los primeros en sentarse fueron Agustín y Francisco para comenzar a hablar de lo bien que la pasaron en el festejo. Otra vez invadía el ambiente jodón entre compañeros que siempre hacía que el costoso trabajo de hacerlos lucir deteriorados fuese más rápido y llevadero.
No es que les molestaba hacerlo o les cansaba, de hecho, era un desgaste psicologico tener que dar esa ilusión de desnutrición en la cara porque a fin de cuentas eran personas que ellas querían mucho y esa también era una razón para no verlos actuar justamente en esta pelicula.
Francisco cebaba mate porque lo que Delfi le hacía a él no era tanto comparado a lo que Briana tenía que hacerle a Agustín, porque entraron a la etapa en la que Nando empieza a entrenar en medio del sol y la nieve, en cambio Daniel era más de ayuda psicologica.
Delfina terminó de (des)peinar al ojiazul y lo miró detalladamente para ver si le había quedado alguna imperfección. Para él había visto muchas fotos de alemanes y gracias a eso supo cómo hacer que se vea más pálido y a la vez quemado.
—Divino, Fran— ella le sonríe y le indica que ya había terminado— Dale, chau que tengo que seguir con tus compañeros.
—Gracias, Delfi— Francisco también le dedica una sonrisa y deja el equipo de mate que tenía stickers de Taylor Swift sobre el espacio en la mesa que usaba para apoyar el azucarero.
El rubio salió y entró Matías con algo de sueño y un café en la mano como siempre. Le sonrió timidamente a Delfina antes de saludarla con un beso en el cachete, siguió con Briana y saludó con la mano a Agustín.
Se sentó para que ella pusiera los broches en su pelo y comenzara a preparar su piel como siempre, y sin dejar esa costumbre de mirarla por el espejo para respetar su espacio.
Aunque la charla de Agustín y Briana los sacaron de ese cómodo silencio.
—¿Sabes hace cuánto no doy un beso? Meses, Agus— Briana se queja de su situación amorosa.
—Yo hace unos cuantos días, la extraño a mi mujer— comparte el mismo sentimiento mientras la maquilladora lo hacía lucir sucio— ¿Vos Delfi qué onda? ¿Andas de novia?
—No, yo no doy un beso hace años— cuenta la castaña con total tránquilidad, pero en la cabeza de Matías no había nada tránquilo.
¿Ella lo estaba negando?
La posibilidad de que se avergüence de él era mucha. Pero no supo entender si era por el beso que se dieron o si era su persona la que le daba vergüenza. Sin embargo no dijo nada, prefería hablarlo con total tránquilidad y privacidad porque le costaba saber el verdadero motivo de esa respuesta.
—¿Y vos Mati?— Briana lo sacó de sus pensamientos, haciendo que él la mirase de reojo— ¿Hace cuánto alguien no tiene la desgracia de besarte?
El chiste le hace reír un poco— La semana pasada me di un beso con alguien.
Eso hace que Delfina se desconcentre un poco y aplica el bronceador sin ritmo porque ya había comenzado a disociar, cosa que nunca antes le pasó mientras trabajaba. Briana notó algo raro, su amiga no le había dicho que se besó con él y supo que se mandó una cagada al preguntarle.
—Mira vos que bien...— responde la rubia asintiendo con la cabeza— Ya estás, Agus. Quedaste espantoso.
—Gracias, oxigenada— él le sonríe y se levanta de la silla para ir junto a Briana a la zona de maquillaje especial, donde le confirmaban que estaba bien y sino, le hacían unos arreglos.
Un incómodo silencio se hizo presente en la caravana y ninguno de los dos enamorados quiso romperlo por medio a arruinar todo. Ahora Delfina tenía que arreglar el mamarracho que hizo por no difuminar bien el polvo.
Tuvo que desmaquillarlo y volver a empezar, cosa que ya le había puesto de mal humor por su poco profesionalismo. Se notaba que le faltaba cancha en eso de ser una persona adulta y madura, sus papás se llegaban a enterar de eso y la colgaban.
—¿Estás bien, Del?— pregunta Matías preocupado al ver su expresión y como estaba quitandole todo.
—Si— ella responde simple— ¿Asi que te besaste con alguien la semana pasada?
—Si...— él sonríe tontamente cuando sintió que ella le cambió el tono de voz al preguntarle eso— Estaba medio en pedo, pero bueno... fue lindo igual.
—Que bueno, Fra... Mati— se corrige rápidamente, ya que había pasado una hora tomando mates y hablando con Francisco que le costaba cambiar de nombres.
Pero eso no le cayó nada bien a Recalt. Soltó un pesado suspiro y jugó con el apoyabrazos de la silla.
—¿No te gustó?— por segunda vez en todo lo que llevaban ahí se voltea a mirarla a los ojos completamente confundido.
—Obvio que no— comenta volviendo a la parte de ponerle casi naranja la piel.
El corazón de Matías eran dos horribles partes que solo Delfina podía haber roto en ese momento, y se contuvo de decirle lo mucho que lamentaba haberla besado sin saber si iba a gustarle o no.
—Perdón...— nuevamente mira hacia adelante avergonzado.
—Perdón nada. A mi no me importa— ella trata de hacer rápido su trabajo para que él se fuera de ahí— Es tu vida, hace lo que quieras y no me incluyas a mi.
—Pero pensé que no te iba a molestar— él dice ya exasperado por la forma en la que lo estaba tratando.
—¿Vos me estás cargando, Matías?— ella lo mira con el ceño fruncido— ¿Sabes qué? Deja. Termino esto y listo por hoy.
—No te pongas así, Delfina. Pensaba que no estaba haciendo nada malo— acompaña su frustración con sus manos moviendose con cada palabra que salía de su boca.
—Ah dale, buenisimo— dice sarcasticamente sin dejar de hacer su trabajo lo más rápido posible y seguro iban a corregirle todo en maquillaje especial, pero no quería ni verlo.
Ambos se quedaron en silencio, habiendo sido lástimados el uno por el otro y ninguno de los dos entendía por qué.