(4) Puedo hacerte ver lo invisible

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“De veras, mamá, me aterrorizaba la reacción de papá” comentaba Ariana una mañana en la cocina, mientras yo entraba allí.

“Ariana, cómo pudiste pensar eso?  Tienes veintisiete años, eres una profesional.  Sabes cómo llegaste a este mundo, nunca te lo hemos negado.  Tal vez Fernando se iba a molestar, porque después de todo, tú eres su niña.  Pero jamás como para que hubieses pensado en eso…”

Ambas quedaron calladas al ver como caminaba por la cocina y abría la nevera para sacar la leche.  Mamá se había dado cuenta de mi distanciamiento hacia mi hermana, y ella intentaba hablarme, pero yo no se lo permitía.

“Buenos días, muñequita” la voz de Ariana me dio muy duro. 

Yo solo la miré y me senté en la mesa, lo más alejada de ella posible.  Mamá se levantó y caminó hacia mí.

“No puedes estar toda la vida sin hablarle a tu hermana, lo sabías?  Qué vas a hacer cuando nazca el bebé?” preguntó mi mamá acercándose a mí para darme un beso.

“LA bebé…” fue lo único que dije, enfatizando en el hecho de que sería una sobrina la que tendría. 

“Quieres que sea una niña?” preguntó Ariana sonriéndome.

“Sí” respondí sin levantar la mirada de mi vaso de leche, “Mamá, puedo decirle a Ariel que venga?”

“Seguro, mi vida…” contestó mi mamá, mientras yo, inmediatamente, me levantaba de la mesa y caminaba hasta el teléfono para llamarlo. 

“Dany apenas está comiendo, ya no se ve alegre, y todo es mi culpa…” escuché a mi hermana decir mientras esperaba que alguien contestara el teléfono en la casa de Ariel.

“Ya se le pasará, mi vida.  Me preocupa mucho su encierro, y a quien único le habla es a tu hermano…”

“No sé qué hacer, no quiero verla así.”

“Tienes que ir poco a poco llegando a ella.  Recuerda que ella es una mujer en un cuerpo de niña.  Después de todo, ha crecido entre tantos adultos…”

“Eso le sucederá a mi bebé.”

“Estoy casi segura.  Ahora, vamos a arreglar las cosas para la boda.”

Era cierto lo que dijo mi hermana; apenas comía, y con quien único hablaba era con Ariel.  Me dolía aun lo que había sucedido, pero no era para esperarse más, de la noticia solo habían pasado cuatro días. 

El día de la boda llegó, yo era parte del séquito, algo que al principio me tuvo contenta, pero en este día, era todo un castigo.  Especialmente, cuando me había aferrado a Ariel, y este tenía a una prima de Melvin como pareja.  Yo estaba de pareja con un amigo de Ariel. 

Luego de todo lo tradicional que conlleva una boda, la chica no soltaba a Ariel.  Algo que me estaba causando mucho coraje, y me sentía desesperada. 

“Vamos a dar una vuelta, Ariel” decía la muy estúpida mientras tomaba la mano de mi mejor amigo.

“Ariel, a donde vas?” pregunté mirándolos a ambos.  De acuerdo, tenía diez años, lo sé.  Ariel tenía doce y la individua tenía trece; ya ellos estaban en otras cosas, pero aun así, Ariel era mío. 

“No te interesa” me respondió Laura o Luisa, como fuera que se llamara.  Esto me llenó de coraje e inmediatamente me acerqué a ella, empujándola con todas mis fuerzas, provocando que cayera al suelo.

“Dany, qué hiciste?” preguntó Ariel algo asustado.

“Ella fue la que me provocó” le dije con lágrimas en los ojos y salí corriendo de allí. 

En mi destino estaba ir a tropezar con Ariana, quien me sostuvo en sus brazos y no encontré que más hacer, que solo llorar en sus brazos. 

“Qué te sucede mi muñeca?”

“Empujé a la estúpida que fue la pareja de Ariel en la boda.  Le pregunté a donde iban y ella me respondió que no me interesaba…”

“Muy bien hecho.  Ariel es tu amigo y ella no te tiene que responder así” me dijo ella, llevándome a unas sillas y sentándonos allí. 

“Gracias, Ariana…”

“Dany, me perdonas?” preguntó ella con lágrimas formándose en sus ojos.

“Ari, me dolió mucho lo que escuché.  Por qué querías matar a tu bebé?” le cuestioné mientras colocaba mi mano, por primera vez, sobre su vientre. 

“Muñequita, a veces tomamos decisiones estúpidas.  Actuamos sin pensar, sin saber en el dolor que esto le causa a los demás.  Mi bebé no tiene la culpa de nada; y tú tampoco, me duele verte sufrir.  Cuando seas grande, tal vez entiendas esto…Y no me quiero ir, sabiendo que no te veré hasta dentro de unas semanas, y que aun estás molesta conmigo.  Te amo mucho, y eres mi muñequita.  Llegaste a mi vida y me enseñaste a ser mamá, aun cuando eres mi hermana.  Gracias a ti, sabré como cuidar a mi bebé cuando nazca.  Me perdonas?”

“Te amo, Ari.  Y sí, te perdono… Me vas a hacer mucha falta.”

“Te amo, mi vida.”

“Dany?” dijo Ariel acercándose a nosotras.

“Los dejo solos para que arreglen sus cosas.  Y no se pierdan, pronto Melvin y yo nos iremos” comentó Ariana levantándose de la silla y alejándose de nosotros.

“Gracias, Dany” fueron las palabras de Ariel mientras una sonrisa se dibujaba en su rostro.

“Por qué?” pregunté extrañada y confundida.

“Quería estar contigo pero Laura no se alejaba de mi ni un segundo.  Eres mi héroe!” me respondió Ariel mientras me daba un beso en la mejilla. 

Si tú me lo pidesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora