Aún no olvidaba la tarea que le había encargado Uraume además de cuidar de Yuji... Sintió un ardor en la cara, el rubor se había intensificado aún más. Bajo sus ojos, ese chico era su tipo de hombre, así que no sentiría pesar por obedecer.

Los primeros días transcurrieron con calma, y para su pesar, su amigo nocturno no apareció en sus sueños ninguna vez. Ambos entraron en una rutina curiosa, Yuko traía el desayuno al chico, que lo tomaba entrenando en el patio junto a ella, así toda la mañana. Comían en su habitación, a veces en silencio o el ambiente envuelto en conversaciones banales iniciadas por Yuji, luego la tarde se pasaba rápido con los dos encerrados en la biblioteca.

—Ten, al menos entretente —dijo él, tendiendo un libro a Yuko.

La sirvienta lo tomó dudosa, pero se sentó a su lado.

—Amo Itadori, no debería...

—Shhh —pidió él, colocando su mano sobre la de ella, provocando que se volviera a tensar por el contacto— Al menos no te aburres mientras sigo estudiando.

—Gracias.

Él era tan amable, tan encantador. Fue inevitable para Yuko no soltar un suspiro. Ambos se quedaron unos segundos con los ojos en el otro, hasta que se dieron cuenta del rumbo de sus pensamientos. Yuji carraspeó tímidamente y regresó a sus deberes.

El sexto día, cuando el muchacho terminó de estudiar, regresaron a su habitación y Yuko le sirvió la cena como solía hacer. Tras esto, él decidió darse una ducha antes de dormir, porque ese día había llovido y estaba lleno de barro, sus ropas no acabaron en mejor estado.

Yuko preparó la bañera con agua caliente para su señor y esperó en la misma habitación. Yuji entró un poco después, y se sintió algo descolocado al ver a la chica esperando pacientemente.

—Puedes retirarte, prefiero tomar el baño solo —intentó sonar lo más gentil que pudo.

No le gustaba que le tratatasen como un inútil que se iba a romper en mil pedazos al hacer el mínimo esfuerzo, por lo que siempre había rechazado las insistencias de Yuko a ayudarlo en el aseo. Pero ella no podía dejar pasar esa noche, no si tenemos en cuenta que mañana regresaba Uraume. Y no quería desatar su enfado por desobedecer.

—Insisto —dijo ella.

Yuji suspiró pesadamente, sabía que ella no se iba a marchar pese a que se lo repitiera una y otra vez. Comenzó a desabrocharse los botones de la ropa pero ella lo detuvo.

—Permítame.

Con manos hábiles abrió los cierres del pecho, deslizando la ropa por los hombros de Yuji, que no pudo disimular su incomodidad. Luego deshizo el nudo de su cintura y también retiró dicha prenda. Yuko seguía agachada en esa postura un tanto comprometedora, dispuesta a retirar su ropa interior.

—Esto puedo solo —negó Yuji, haciendo que ella se apartase pero tampoco muy lejos.

El muchacho se acabó de desnudar, tratando de evitar chocar miradas de nuevo, pero se sentía tan observado por ella. La tensión por mostrarse así por primera vez delante de otra persona era bastante palpable. Sintió el frío de la estancia sobre su piel cuando ninguna prenda lo tapaba ya.

—¿Prefiere jabón de lavanda o vainilla? —ofreció Yuko, intentando relajar el ambiente.

—Lavanda —respondió Yuji, entrando por fin en la bañera.

El agua se desbordó un poco por los laterales cuando introdujo su cuerpo por completo. Aprovechándose del tamaño de la tina, estiró las piernas por completo, ocultando casi todo su cuerpo bajo el agua, salvo sus brazos —que se sujetaban a los laterales para evitar ahogarse o algo parecido—, pecho y cabeza.

Yuji se inclinó hacia atrás, disfrutando de la temperatura del líquido, cerrando los ojos en el proceso. Escuchó movimiento a su lado, pero no le dio mucha importancia.

—Deje que le ayude... —había murmurado Yuko, levantando su brazo para lavarlo con jabón.

El muchacho solo asintió con un monosílabo mientras seguía en la misma postura. La chica lavó con esmero cada centímetro de su sucia piel, ambos brazos, pecho y parcialmente el cuello.

—¿Me permite lavar su cabello?

Sólo entonces abrió los ojos y volvió a permitir a la chica hacer su trabajo. Se incorporó en la bañera, sentándose en el suelo, inclinando el cuerpo hacia delante, dejando su espalda parcialmente descubierta, su cuello y su cabeza.

—Usaré el mismo jabón —informó.

Sus pequeñas y delicadas manos se introdujeron en las hebras ásperas y sucias del muchacho, desenredando con cuidado cada mechón. Pronto el agua se tiñó de marrón —aún más—, y Yuko continuó lavando con diligencia el pelo del chico, hasta que él volvió a cerrar los ojos, tremendamente relajado, incluso podría decirse con la piel de gallina.

Fue entonces, una vez lo hubo aclarado, que se detuvo en su tarea de limpiar y empezó otra cosa. Sus manos se posaron sobre los hombros de él y apretaron suavemente, provocando un pequeño quejido de satisfacción por parte de Itadori, que ladeó la cabeza para observar a la chica que trabajaba su espalda.

—Yuko, ¿qué haces?

—Deje que le dé un masaje, está bastante tenso.

«Normal, estar desnudo delante de una persona no es algo a lo que estoy acostumbrado» iba a añadir, pero su boca estaba ocupada intentando aguantar esos sonidos de deleite cuando las hábiles manos de Yuko apretaban algún músculo resentido.

—¿Le gusta?

—Sí.

Ella falló en su misión de disimular esa sonrisa que amenazaba con escapar de sus labios.

—¿Quiere que le relaje aún más?

。・ 。 宿儺 。・ 。

Notas: a Sukuna no le gusta este capítulo.

Run, little boy (SukuIta)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora