"En algún lugar de la niebla
tuve la sensación de que había sido traicionada"The Great War - Taylor Swift
narrador omnisciente
Era el turno de Matías de cumplir años. Debido a que cayó Jueves, se hizo algo ahí en la casa de sus papás solo con su familia y Delfi, después festejaría con sus amigos.
Ella ya conocía a la familia de él, asi que no tenía tanta vergüenza de ser la única desconocida presente. Los primos de Matías la incluían en cualquier conversación y los tíos eran descanseros, pero respetaban su timidez.
Las risas claramente no faltaron. Delfina era muy carismática y cálida al momento de charlar, eso ayudaba mucho cuando tenía que ganarse el cariño de alguien.
Comieron asado, de postre helado y se sentaron un rato a hacer la sobremesa para que les bajase toda la comida y recién ahí cantarle la torta al cumpleañero, el cual; estaba bastante concentrado.
Delfina estaba sentada frente a él mirando de reojo el brillo bajo del telefono de su "casi algo". No entendió si esas sonrisitas eran normales o no, pero cuando dejó el aparato en la mesa para escuchar a su familia, pudo notar la expresión seria de la chica.
Sin embargo, la forra de Delfina era demasiado buena disimulando sus caras. Podía hacerte la mayor cara de ojete y ser un Sol personificado con los demás presentes, entendía que el resto no tenía la culpa de su mal humor.
Una hora y media después llegó el tan esperado momento de cantar el feliz cumpleaños, y las fotos, obvio. Ella se dedicó a primero sacarle a sus papás y hermano con él, y recién ahí le dijeron que fuese.
—¡Dense un pico!
—¡Dale Delfi! ¡Si queres estar en la familia tenés que tener la foto del pico!
—Si no me preguntó nada todavía— confiesa Delfina quejandose de paso y sonrió oara la foto, aunque antes de volver a hacer de fotografa dejó un beso en la mejilla de Matías— Te amo.
Recalt le sonrió y vió como sus primos se acercaban para la foto, mientras que la castaña volvía a agarrar el celular del cumpleañero, capturando el momento con una sonrisa.
Sonrisa que se le borró al leer un mensaje que le había llegado.
Siguió sacando las fotos con la mejor de las ondas, pero la verdad es que quería que Matías se desocupara para romperle el telefono contra el piso y la cabeza contra la pared. Y que agradezca que estaba en su día más tránquilo.
Por ahora estaba agradeciendo que tenían que irse temprano por día de semana y eso significaba que iba a poder preguntarle qué era ese mensaje que le llegó y despelucarlo sin darle la oportunidad de responder.
Es mujer. La intuición femenina le decía que algo estaba raro y no quiso creerlo hasta ese día. No era coincidencia que después de sus sospechas pasara esto, y tampoco fue una persona de creer mucho en las intuiciones, asi que cuando apenas pudiese iba a prenderle una vela al Universo.
Los dos se despidieron de la familia de él para subirse al auto e ir en marcha al departamento de Matías, como anteriormente habían planeado.
Delfina jugó con sus manos nerviosa y algo molesta, hasta que decidió hablar.
—Me imagino que le confirmaste que ibas a pasar a buscarla a Malena mañana, ¿no?— pregunta de la nada con un tono de voz que ya te decía a los gritos que estaba lo siguiente a enojada— No la hagas esperar a la pobre.
—¿Eh?
—Si, segui haciendote el pelotudo— rueda los ojos y Matías se estaciona a un costado para hablar más tránquilos— Ni siquiera para cambiarle el nombre fuiste inteligente, sos más tarado vos también.
Eso fue un baldazo de agua fría para Matías y supo que no le quedaba de otra.
—Fueron dos veces nomás, amor. Te lo juro por mi vieja— exclama sin dar tantas vueltas.
Pero apesar de que el corazón de Delfina ya estaba roto; creyó que él iba a pelear un poco más para seguir a su lado. Lo miró atónita, no podía creer que eso le estaba pasando otra vez.
—El veintinueve de Abril ella me escribió para decirme que el perro que teníamos había muerto y fui a despedirlo— contó con vergüenza de sus acciones, pero no pudo evitar los ojos llorosos de la contraria— Y la segunda...
—En mi cumpleaños.
—Si.
Lo único que Delfina puede hacer, o al menos es capaz de hacer; es asentir con la cabeza, conteniendose de matarlo ahí nomás.
—Yo sé que...— se aclara la garganta, llamando la atención de Matías— No soy linda o carismática como ella... pero pensé que ibas a poder amarme aunque sea un poquito.
—Yo te quiero, Delfina.
—Y yo te dije que te amo, y vos no dijiste nada devuelta.
Un tenso silencio apareció en el ambiente. Ni siquiera cuando pasó lo de la confusión que no se hablaron por un mes y medio tenían silencios de ese tipo.
El hombre al que le había dedicado sus últimos covers, el hombre al que miró como a nadie, el hombre que ella creía que era un caballero terminó siendo como todos. Ese mismo hombre la había traicionado.
—¿Por qué?— se animó a preguntar con todo el dolor del mundo.
—No sé— él alzó y bajó los hombros lentamente, igual de confundido que ella— No me estaba sintiendo tan bien con vos como en el principio... no después del beso del pasillo al menos...
—Te di todo de mi, hasta lo que no sabía que tenía— su voz sale como si fuese un delgado hilo apunto se romperse— ¿Qué hice mal?
—No pienses que hiciste algo mal, Delfi. Sos la mujer más hermosa, dulce y buena que conocí en mi vida— Matías trata de que dejara un poquito de sentirse mal por su culpa— Yo fui el gil acá, no te merezco y ni siquiera viviendo mil vidas te voy a merecer.
—¿Y entonces por qué no me elegiste a mi si soy todo eso?
Él no respondió. Su doble cara tenía un limite que hasta él mismo respetaba.
—Fuiste la experiencia más linda que pude tener, Delfina.
—Vos fuiste todo.