"Yo tampoco me casaría conmigo"
You're Losing Me - Taylor Swift
narrador omnisciente
El camino fue silencioso. Acordaron ir a la casa de Matías a buscar las cosas de Delfina y de ahí ella decidió que se pediría un Uber. Ni siquiera le importaba cuánto le saldría, simplemente no iba a volver a subirse al auto de él.
Se sentía extraña. Era como un alivio de saber la verdad y a la vez un duelo por saber la verdad. Le pareció una pesadilla estar viviendo esa situación con el que era el amor de su vida, apesar de que ella no sea el suyo.
Trataba fuertemente de no llorar, durante la primera discusión ya había quedado demasiado maricona y no podía permitir eso.
Por más que su corazón ahora eran millones de pedacitos, tenía que recogerlos, así como él se la recogía a ella.Entraron al edificio y Delfina saludó cariñosamente al Gato Luca para después ir directo a la pieza a buscar su ropa y algunas de sus pertenencias que había dejado para los días y noches que solía pasar ahí.
Mientras que Matías se sentó en el borde de la cama a ver como ella iba de acá para allá en busca de sus cosas.
Eso fue la gota que rebalsó el vaso. La etapa de serenidad y duelo le había durado muchísimo menos de lo que pensaba. Ahora tocaba el enojo.
—¿No vas a hacer nada para que me quede? ¿Tan poco te importé?— pregunta incrédula mirandolo con algo de asco.
—¿Qué querés que te diga? Nada va a hacer que cambies de opinión— él responde de la misma manera, sin entender el punto de esa pregunta.
—Sos un hijo de re mil puta— niega con la cabeza en forma de burla— Pensé que eras más inteligente y que como minimo ibas a irte con otra, no con Malena que eligió tener una relación abierta con vos para justificar sus infidelidades.
Él la miró boquiabierto, sin saber qué decir. No era sorpresa que Matías solía pensar que era inteligente, ahora solamente sabe que es un pelotudo que ni siquiera es capaz de responder.
—¿Y todas veces que me dijiste que me amabas y que era la mujer más hermosa del mundo? ¿Me mentiste en la cara?— ahora su tono de voz se había elevado y no tartamudeaba ni una sola vez— Ojalá que ni siquiera puedas dormir sabiendo que perdiste a la única cosa real que vas a conocer en tu vida.
—Pará, Delfi...
—Pará nada— le hace un montoncito con la mano— Me metiste los cuernos, me mentiste en la cara, faltaste a mi cumpleaños para irte con otra, no respondiste a mis "te amo", me dejaste como una pelotuda enfrente de nuestras familias y amigos, ¿sigo? Porque sabes que vos salís perdiendo, pedazo de pelotudo.
—Ya sé— él suelta un pesado suspiro y trata de acercarse a Delfina para ponerle una mano en la cintura, pero ella lo empuja— Delfi...
—No, no me digas "Delfi" como si estuviera loca— lo mira con puro enojo— Es que no entiendo...
—Ya sé que no.
Ambos se quedan unos segundos en silencio, sabiendo que probablemente era la última vez que hablarían en su departamento y eran esos momentos antes de la tragedia.
—Nunca entendí qué es lo que querías— él se atreve a confesar con vergüenza— Vos querías un novio, pero tampoco estabas dispuesta a dejar de hacer algunas cosas por un poco de tiempo y nunca me diste una señal.
Delfina había visto eso antes. Y no le había gustado el final.
—Te di demasiadas señales— responde tránquilamente sin dejar de mirarlo con esa mirada que te juzgaba hasta el alma— No estás haciendo nada.
—¡¿Qué querés que haga?!— alza la voz exasperado, cuando ella se ponía así no podía entenderla por más que quisiera.
—¡Decí algo! ¡Arriesgate por algo! ¡Elegí a alguien porque yo no tengo a nadie!— le toca a Delfina ser la de los gritos— ¡Me estás perdiendo, Matías! ¡Y todo por tu culpa!
—Delfina...— se relaja y vuelve a intentar acercarse.
—¡Ni se te ocurra tocarme!— ella pone su mano en el pecho del contrario y lo empuja— ¡Tampoco me trates como si fuese una bebé o una nena!
En ese instante él entendió que ella necesitaba descargarse y no podía hacer nada al respecto.
—Capaz yo me perdí en todas las conversaciones que tuvimos, pero te puedo asegurar que esto entre nosotros era algo hermoso hasta que vos lo arruinaste— exclamó mientras lo apuntaba con pura rabia— Vos dijiste que fui una "experiencia" y me hiciste querer morirme, ¿y ahora querés que me calme? ¿Vos me estás cargando, Matías?
Matías solamente la miraba. Ni en un millón de años iba a esperarse ver a la chica más tránquila del mundo ser capaz de hablarle de esa forma. Definitivamente era una mujer demasiado bien criada, no se dejaba pisar por nadie y si tenía que hacerte sentir mal sabía con presición qué decir.
—Pero todo lo que sos es un forro, y un mentiroso, y patético, y te vas a quedar sólo toda tu vida por no aprender qué mierda es lo que querés— la forma en la que hablaba le podría dar miedo a cualquiera; tan fría como los Andes y tan cortante como un cuchillo— Y te recuerdo que gracias a mi conociste a Taylor Swift, ahora cada vez que veas algo de ella te vas a acordar de mi, y eso te va a hacer querer colgarte de los huevos.
No había forma de que esas palabras le provocaran algo a Matías, en éste punto no estaba sintiendo nada y agradecía tener ese alivio porque cuando ella se fuera podría tener su propio dolor en privado, porque todo lo que salía de su boca era verdad.
—Te juro que pondría mis manos al fuego de que vas a volver a mi— al fin dice más calmada— ¿No vas a decir nada ahora?
—No sé qué decirte...
Ella asintió. Llevó su mano derecha a la cadenita que él le había regalado que tenía su inicial para arrancarsela y dejarla en la cama, bajo la atenta mirada de Matías.
Tomó su mochila con sus cosas ya guardadas y fue hasta la puerta abriendola, pero volteando por última vez a hacer contacto visual con él, sabiendo que ambos recordarían todo lo que vivieron demasiado bien y que al final solamente fue una larga y corta historia.