3.2 UN FALSO VERANO

Comenzar desde el principio
                                    

—No, no, no, estás que piensas sabrá Dios en quién.

—¿Por qué tanto enojo? —preguntó mamá número dos.

—El flacucho no come.

—¡Que no estoy flaco! Tengo músculos de hombre.

Aunque no en este cuerpo. Mamá número uno no tardó en echarse a reír a carcajadas.

—¿Qué es lo que mantiene pensativo? Será la chica que vive con Coco.

—Es muy lindaaaa. —¿Kiah? Hice una mueca de disgusto. Es como una hermana para mí. —Ay hombre no pongas una cara, un favor te estarán haciendo.

—¡Pero si soy hermoso!

—Y ciego. —murmuró mamá número dos hacia la otra. —¿Entonces...?

En mi cuerpo anterior nunca he tenido problemas para hablar a las personas; de hecho, ellas son las que se acercan a mí, lo que me resulta extraño es empezar yo a hacerlo, ¿cómo hago?

—¿Cómo empiezas a hablar con alguien?

—¿Bromeas? —arqueó la ceja Uno.

—Amor, no creo que hables en serio, es sencillo... Un hola y ahí empieza todo.

—¡Ok, ya entiendo! Yo soy el bicho raro. —alcé las manos algo rendido y angustiado. —Iré a dormir.

—Okeyyy, lo ves, te dije, soy una madre con ondaaa.

—Si tú dices, cariño, si tú dices.

Al entrar a la habitación, me coloqué los audífonos, hice que seleccionaran cualquier instrumental y me hundí en un salto en mi cama. Se sentía cálido, como un olor que me recordaba la playa y el verano, o bueno, eso era la sensación que tenía en mi pecho al ver a Elena. Pero solo es por esta vez, para mañana ni la veré.

☀️☀️☀️☀️


—Nooo, yo jamás....

—¿Hola?

Siempre saludaba preguntando o qué. Mi piel se erizó al escuchar su voz. Traté de pararme bien y parecer alguien cool y luego me di cuenta de que mi pose no servía de nada si estaba usando medias con chanclas.

—Hola Elena, —saludó Kiah. —muchas gracias Augusto. Te traeré un muffin la próxima vez, byeeeee.

—¡Espe... —toci falsamente. —Ahí tienes un espacio libre.

—¿Puedo pintar en la mesa?

—Como quieras. —hablé desinteresado arrastrando los pies.

Vi de reojo como Elena siguió el mismo protocolo, con la diferencia de que sacó una cartulina y con unos trozos de cinta, la afirmó contra la mesa. Se colocó unos audífonos y lo siguiente que pasó fue que se sumergió en ello.

Pasó unos momentos y yo ya me andaba derritiendo. Fui abrir las ventanas y algo de aire fresco me alentó. —Parece verano...

—Pensé que era la única que pensaba eso.

—¡¿Qué?! ahhh, —brinqué del susto. —No puedes aparecer así de la nada. Me asustas.

Ella asintió mordiéndose el labio de culpa, lo cual me lo devolvió de mal. —Ya terminé, solo te quería avisar que lo dejaré ahí en la mesa para mañana continuarlo.

—Ahhh, bueno.

—Ehh, sí. —una hoja de un árbol entró por la ventana. Elena no dudó en agacharse y tomarla con sus manos. —Mira, parece que sigue siendo Otoño.

Arena, brisa. Un sol ficticio y mi corazón latiendo a mil. —Entonces es un falso verano.

—Me gusta eso. —asintió. —Toma, te la regalo. —la dejó en la mesa. —Bueno, me voy, vendré mañana, Augusto.

¿Se memorizó mi nombre?

Y así empezó mi acercamiento con ella...

Era un dolor prolongado que prefería correr, pero por esta vez, preferí que la espera me matara... solo por estar cerca de ella.

Que si su sueño no se llegó a cumplir en el futuro, que su pasado sea tranquilo.

—¡¿Por qué llegas tan tarde?!

—¡Ehhh! —alcancé a bajar la cabeza. Me pasó rozando una chancla de color azul muy, pero muy cerca. —¡Que trabajo! T-r-a-b-a-j-o.

—Ahh, cierto, igual debes avisar hombre, para qué tienes ese aparato....

—Ohhh, ¿ya llegaron a esa charla? —en mal momento mamá número dos llegó. Con su taza de café, se sentó en el sofá. —Mia mijo, cuando dos personas se quieren muchoo...

—No, no, no.. ¡no más traumas! Suficiente con verlas mirar con la puerta abierta.

—Estamos en un núcleo...

—Con hambre, tengo hambre.

—¿Entonces no vas a necesitar esto? —mostró un sobre que volvió colorado de la vergüenza. —Augusto, tarde o temprano hay que hablar de...

—¡Las quiero, pero olvidé que tenía tutoría donde tía Coco!

—¡¿Escuchaste?! Él aún nos quiere, lo estamos haciendo bien.

—Muy bien algodoncito.

Me regresé a la sala de estudio. Al verme en el espejo, aún seguía rojo de la vergüenza. Y fue ahí con una brisa que terminé viendo el dibujo de Elena. Eran líneas de colores cálidos que trataban de unirse con las oscuras en choque; eran dos instrumentos, una guitarra muy colorida junto a un pequeño y gris ukulele.

—¿Por qué me llama su majestad? —escuché a Kaih bromear por el celular.

—Se que era parte de tu plan...

—Entonces, señor sabelotodo, ¿qué pasa?

—Yo...

—¡Ohhh! Dilo. —chilló de emoción. —Quiero escucharlo Harold Hemerich.

—¿Podemos cambiar turno mañana?

—¡Siiii! Sabía qué...

Le colgué. No podía con mi corazón apunto de explotar, que terminé componiéndole una canción, una de cuantas que ya tenía.

—Mi pecho arde. —murmure con una almohada sobre mi cara.

N/a: Ahhhhhhhh. Amo esto. Amo este verano con ellos. Recién empieza su historia <3
Ojalá les guste esta estación tan corta pero jugosa jsjs

&quot;HASTA QUE ME OLVIDES.&quot;Donde viven las historias. Descúbrelo ahora