Mi verga se puso rígida, atrapada entre nosotros, y podía sentir la dura longitud de Gulf presionado contra mi cadera. Me mecí hacia delante, muy ligeramente. Nuestros besos se hicieron más intensos, más frenéticos mientras él se movía contra mí, nuestra ropa añadiendo fricción. Lo apreté fuerte, sujetándolo a mí, como si yo pudiera flotar si no lo hacía.

Las cosas se estaban volviendo sobrecalentadas, el aire, mi piel, y cuando Gulf se alejó, me perseguía su beso, necesitando más de él.

—Ven —dijo, tomando mi mano y conduciéndome a través de su casa a la recámara.

Anticipación colgaba gruesa y pesada en el aire. Gulf cerró la puerta, sellándonos del resto del mundo, y me estiré por él con manos temblorosas. Estaba más nervioso ahora de lo que lo había estado la primera vez que había hablado en una sala de trescientas personas. La duda se agarró a la parte posterior de mi cabeza, amenazando con tomar el control si la dejaba, pero cuando Gulf me tocó, cualquier incertidumbre desapareció.

Era él y yo, y sabía que él iba a dejarme tomar esto a mi propio ritmo.

Sus besos borraron lo último de mis nervios. Rozó sus manos sobre mí, y me incliné en él, necesitando más presión, más contacto. Deslicé mis manos por debajo de la suave tela de su camiseta, y mis nudillos rozaron los picos y valles de sus músculos bien tonificados conforme levantaba su camiseta. Se retiró del beso el tiempo suficiente para despojar la camisa por su cabeza, y luego imitó el movimiento con la mía.

Era la primera vez que habíamos estado piel a piel así, y el calor de su cuerpo contra el mío era abrasador. Yo estaba de pie allí, en el precipicio de algo alterador-de-vida, y no tenía idea de lo que estaba haciendo.

—No tienes que tener todo esto resuelto de inmediato —me miró con ojos suaves, y me di cuenta de que había dicho la última parte en voz alta—. Hacemos esto como sea que quieras hacer. Simplemente lo que sea que se sienta bien... lo que sea que se sienta adecuado.

Estando ahí con él, me di cuenta, qué era lo que se sentía bien. Por primera vez en mi vida, cuando todo lo demás fue despojado, aquí es donde quería estar. Él era con quien quería estar.

—Está bien —dije, un poco más seguro de mí mismo ahora.

—Ven aquí —su voz se deslizó alrededor de mí.

Acarició sus manos a lo largo del lado de mi garganta, sus pulgares calmándome con toques suaves. Se inclinó y lo dejé besarme, lento y fácil. Algo de la urgencia disminuyó. Teníamos todo el tiempo que quisiéramos. No había ninguna necesidad de precipitarse.

Pasé mis manos a lo largo de la cintura de sus pantalones, pausando en el botón manteniéndolos cerrados. Aplanando mi palma contra su erección, pude sentir su calor, su peso, incluso a través de la tela. Lo ansiaba sin esa barrera en el medio. Con confianza reforzada, abrí sus pantalones y los empujé hacia abajo sobre sus caderas.

Su boca estaba en la mía, y algo del hambre de antes había regresado. Removió el resto de mi ropa y me estremecí, a pesar de la calidez del cuarto y el calor de su cuerpo contra el mío.

Dejé que me llevara a la cama. Era más grande que la mía y cubierta en un edredón decorado en gris claro y amarillo pálido. Se arrastró, poniéndose de lado, y tiró de mi mano, incitándome a seguirlo. Escondí lo último de mis nervios—por el momento al menos—e imité su posición. Estábamos a menos de una pulgada de distancia. Una vez más, sus ojos se encontraron con los míos, y la forma en que me miraba me hizo doler.

Deslizó su brazo alrededor de mi cintura, tirando de mi cuerpo pegado al suyo. Sentí la longitud de su erección, lo resbaladizo de su pre semen manchando mi piel mientras su verga brincaba contra mi abdomen. Lo besé, meciéndome contra él mientras me sostenía fuertemente.

Esto era tan familiar, su sabor, el olor de su piel... Yo sabía cómo hacer esto, cómo estar cerca de él y dejarme llevar. Lo que estábamos a punto de hacer... eso era una continuación, el siguiente paso.

Rompí el beso y empujé mi palma contra su hombro hasta que rodó sobre su espalda. Pasé mi mano por su pecho y estómago con movimientos lentos y suaves. Cada lugar que mis dedos tocaban, lo seguía con besos. Me moví por su cuerpo, inhalándolo con cada presión de mis labios en su carne caliente.

Era diferente a todo lo que había experimentado antes, y aun así, mucho más emocionante. Todo acerca de Gulf, desde su manera de moverse en respuesta a la forma en que yo lo tocaba a los sonidos que él hacía, me hacía desear más. Era hermoso, adictivo, y no sabía cómo había existido alguna vez sin saber que podría ser así.

Todo de lo que era consciente mientras lo tocaba era el sonido de su respiración entrecortada y la corriente que corría a través de mi cuerpo. Deslicé mis dedos alrededor de su verga, tocando tentativamente, experimentando el grosor de su eje y cómo se sentía en mi puño. Gimió, arrastrándome hasta tomar mi boca de nuevo. Mi cerebro estaba confuso, sin saber qué concentrarse. Había tantas nuevas sensaciones, yo estaba completamente sobrecargado y no quería detenerme nunca.

Amaba lo que le hacía, que lo pusiera duro, hacerlo desear. Sabía cómo se sentía él. Yo estaba doliendo por algo más. Moví mi mano, experimentando con mi agarre y ritmo, recompensado cuando Gulf estaba jadeando y meciendo sus caderas para encontrarme.

Orgullo se arremolinó con excitación al saber que yo estaba haciendo que él se sintiera tan bien hasta que su mano sobre la mía detuvo mis movimientos. Sin decir una palabra, él rodó, abrió el cajón de la mesita de noche, y sacó un condón y una pequeña botella de lubricante.

Mi corazón se apretó, nervios recuperando algo de su poder sobre mí. Este era el momento—había pensado mucho acerca de esto durante los últimos días, imaginando cómo sería, cómo se sentiría tanto física como emocionalmente. Ninguna cantidad de pensamientos podría haberme preparado para esto.

Cuando Gulf me miró, cuando sus ojos se encontraron con los míos, todo lo demás se desvaneció en el fondo.

Lo quería.

Quería esto.



NUMERO EQUIVOCADO- VERSATILDonde viven las historias. Descúbrelo ahora