Charlotte siente su estómago encogerse, no le gustaba recordar aquellas imágenes, y sentir sus puños golpear al pobre chico. A todos, de hecho.

—Así es— baja la mirada mientras se sienta en la silla frente al escritorio.

—He oído que Zayko ha estado molestándote estos días, ¿quieres que haga algo al respecto?

—Eso es de débiles, puedo... yo puedo encargarme— habla segura.

—Mmm... de igual manera avísame si se pasa. Creo que ya no es secreto que no me desagradas tanto

—Ay... eso rompe mi corazón.

La puerta se abre interrumpiendo su conversación, mostrando a un hombre bastante alto y robusto.

—Señor, los niños ya llegaron— informa.

—Enseguida voy— responde con su voz rasposa.

—Déjeme acompañarlo, quiero conocerlos.

—Sólo está vez, no quisiera que te ablandes— ella lo ayuda a caminar con la ayuda de su bastón, y cuando están entre los pasillos que llevan al depósito vuelve a hablar—. Quiero que sepas que... estuve considerando que cuando yo muera, tú estés a cargo. Te creo capaz de hacer este trabajo, pero en el momento en el que entremos ahí, será cuando yo decida si realmente estás hecha para esto. No muestres debilidad, tampoco los mires con compasión, deben saber que para sobrevivir deben sacrificar varias cosas. Al igual que tú.

Charlotte presta atención a sus palabras, asintiendo con cada oración que dice y estando de acuerdo en todo.

Ambos entran al gran depósito, en donde aproximadamente hay más de cien niños.

—Este año no llegaron tantos, que pena...— habla él acercándose más a ellos.

Charlotte observa sus rostros, unos lloraban, otros estaban desmayados por el cansancio, muchos de ellos se encontraban abrazando sus piernas tratando de conseguir calidez y consuelo en ellos mismos.

Y algunos pocos... estaban quietos, fríos y con sus ojitos cerrados.

—¿Cuántos de ellos son del país?— pregunta Sabaki.

—Menos de cincuenta, señor.

—¿India? ¿Corea? ¿Estados Unidos?

—Dieciséis, trece y veinticinco.

—¿Lograron algo con Somalía?

—Esos abundan. Sus padres mismos nos los entregaron, apenas gastamos como cinco dólares americanos en ellos.

Charlotte mira al rubio, quien tiene la mirada fría y las manos atrás de la espalda mirando a los infantes.

—¿Qué opinas, Charlotte?— el hombre mayor la analiza, esperando una respuesta.

La mencionada, quien se encuentra petrificada en su lugar, apenas logra pasar saliva por su seca garganta. No esperaba que fuera tan triste.

Lentamente, se gira hacia el mayor y sonríe como si todo estuviera bien.

—Opino que es un alivio que no gastemos tanto dinero en los niños de Somalía, son los que más hay, y quienes son más fuertes— muestra una sonrisa totalmente fingida.

—¡Esa es mi Charlotte!— exclama orgulloso—. ¿Ves? Te dije que podía con esto, yo la crié de todos modos— la abraza por los hombros.

—Tiene razón, y si me perdona, debo ir a sacarme este olor repugnante— se despide del hombre mayor y se dirige a su cuarto, que a diferencia de otros quienes comparten, tiene una pequeña habitación con cama y sus pocas pertenencias.

DIE FOR YOU | RYU SHI-OH FANFICTIONDonde viven las historias. Descúbrelo ahora