20| Me gusta un prohibido

Comenzar desde el principio
                                    

—Nadie perderá en control.

—Está bien.— respiré profundamente.— tal vez si se los digo... esto sea menos pesado para mí...— volví a respirar profundamente.— el chico por el que estoy confundido es...

—Demian.— Franco me interrumpió.

—¿Qué? ¿Cómo lo sabías?— dije sorprendido.

—¿Qué? ¿Cómo que es Demian?— Franco estaba igual de sorprendido.

—Ay dios mío que alguien detenga mi hermoso cuerpo porque estoy a punto de desmayarme.— Briana sacó su abanico empezando a echarse aire en la cara.

—Pero has dicho su nombre.— respondí.

—Si, porque...

—Hola.— escuché detrás de mí.

Ay dios. Ay dios. Solo espero que no haya escuchado nada. Solo por favor bórrale la memoria ahora mismo. Bórrale la memoria lo más rápido que puedas.

Me giré lentamente con una sonrisa nerviosa tratando de disimular que no estaba a punto de mencionar que él me ha estado provocando cierto cosquilleo en el estómago.

—Hola.— dije, al fin.

Miró detrás de mí. Franco aun con la mano en su boca tratando de cerrarla de la sorpresa, y Briana tomando aire mientras se sostiene del casillero para no caer. Yo volví a sonreír nerviosamente tapando su vista haciendo que volviera a verme a mí y no a los dos que están entrando en pánico.

—Siento que interrumpo algo.— dijo Demian.

Negué

—Para nada, estábamos hablando de... pájaros y Briana recordó su pájaro muerto entonces... está así un poco asustada, pero ya se le pasará, siempre es así.— no sé por qué se me ocurrió eso, estoy demasiado nervioso como para pensar en algo más que no sean animales.

—Eso es raro, pero lo raro es mejor.— me entregó su cuaderno donde había bocetos y que ya me lo había enseñado antes pero que ahora me lo daba.— te he dejado la técnica de la tarea que dejaron hoy hasta la última página.

Había faltado a la clase de hoy ya que hemos venido tarde de La Casa Blanca, pensaba que me atrasaría, pero Demian me estaba entregando sus apuntes generosamente sin yo haberlo pedido primero y es totalmente dulce que lo haga. Oh no, mi corazón de nuevo a punto de explotar.

—Gracias.— Mi corazón late con una frenética intensidad, como si cada latido fuera un recordatorio ensordecedor de lo malo que pueda parecer esto.— Em...— necesitaba decir algo más que un simple gracias, pero mis palabras estaban más dentro que fuera, así que solo balbuceaba sin lograr armar ni una sola palabra.

—Te siento raro.— lo notó.— ¿todo bien?

Preocupándose por mí. Mis dedos se deslizan con torpeza sobre su cuaderno, sintiendo la tensión acumulándose en mis nervios. Sonreí. Era lo único que podía hacer. sonreír y asentir.

—Si, claro... gracias de nuevo.

—No hay de qué.— rascó su nuca y suspiró. Ahora a él le pasaba algo y estaba seguro que no eran nervios, solo quería hablar de algo más y estaba siendo tímido al respecto. Que alguien me tire agua porque mis mejillas están que arden.— Quería hablar contigo de algo.

Asentí tan rápido que mi cuello empezaba a doler.

—Claro, hablemos.

Miró hacia atrás.

—Pero quiero hacerlo en privado, si no te molesta... ¿estás ocupado esta noche?

Y aunque estuviese ocupado rompería la agenda de Fredy y me lanzaría a cualquier posibilidad de hablar esta noche contigo.

En sinfonías distintasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora