𝐉𝐚𝐡𝐚𝐞𝐫𝐲𝐬 ∣ ʸᵒᵘ ᵃʳᵉ ᵃ ᵈʳᵃᵍᵒⁿ, ᵇᵉ ᵃ ᵈʳᵃᵍᵒⁿ
Jahaerys Targaryen, el hermoso príncipe que heredaría los siete reinos, el hermoso príncipe jinete del dragón más grande que existe. Jahaerys, el príncipe que nació para gobernar y tomaría lo que le p...
Alicent, aún en shock por la reacción de Jahaerys, se quedó inmóvil bajo su agarre, incapaz de responder. La amenaza era clara, y por primera vez, sintió miedo ante la intensidad de Jahaerys, alguien que hasta ahora siempre había sido más controlado y distante.
Después de unos segundos, Jahaerys pareció calmarse un poco y la soltó con un gesto abrupto. Dio un paso atrás, componiéndose, y le ofreció una disculpa que, aunque parecía sincera, tenía un matiz de falsedad.
── Mis disculpas, no quise ser brusco. Este tema me afecta profundamente. Pero te aseguro que mi hermana sigue siendo una doncella, y cualquier rumor contrario es una vil mentira ── su voz era suave, pero sus ojos fríos.
Alicent, que aún estaba algo temblorosa por el intercambio, miró a Jahaerys con una mezcla de sorpresa y alivio. Aunque sabía que había algo más en esta historia, la convicción en las palabras de Jahaerys la convenció en ese momento.
── Si… si tú lo dices, Jahaerys, te creo. Espero que no me malinterpretes, solo quiero lo mejor para todos ── titubeó.
── ¿Quien te lo dijo? ── cuestiono.
── Sir Criston, dice que el le quitó la doncelles a Rhaenyra.
Jahaerys asintió, su rostro impenetrable mientras observaba cómo Alicent se retiraba lentamente, con la incertidumbre aún reflejada en su mirada. Cuando la puerta finalmente se cerró, Jahaerys respiró profundamente, volviendo la vista hacia la cuna de Baelon. Sabía que las palabras de Alicent no se detendrían allí, pero por ahora, había logrado proteger el nombre de su hermana, aunque solo fuera temporalmente.
(...)
━━ Su Alteza, el rey Viserys, se complace en anunciar el inicio del festejo de la boda real...
── Casa Lannister, con su señor, Jason Lannister ── presentaron ── el señor Supremo de las Tierras del Oeste y guardián de Casterly Rock.
Jahaerys observaba cómo los señores ingresaban al salón, el aburrimiento se reflejaba en sus ojos de heredero. A su lado, Ezra lucía un elegante vestido rojo con negro, los colores distintivos de la casa Targaryen, resaltando su hermosa figura, que no pasaba desapercibida para los presentes. Sin embargo, la Stark solo tenía ojos para su amado dragón.
── Lord Corlys de la casa Velaryon, señor de las mareas y Driftmark, y su esposa, la princesa Rhaenys Targaryen ── un grupo de cabezas albinas hizo su entrada al gran salón ── su hijo y heredero, Sir Laenor Velaryon ── los aplausos resonaron por todo el lugar, los Targaryen se pusieron de pie para recibir a la familia de Laenor.
Ezra y Jahaerys observaban con diversión a Lord Jason, cuya expresión denotaba claramente su molestia por la unión entre ambas casas.
── Mira a Sir Crispin ── la Stark señaló al hombre, quien también mostraba un rostro de contrariedad y tristeza.
── Vendiendo naranjas le iría mejor ── se burló la mujer, provocando la risa de Jahaerys ante las ocurrencias de su amada.
Daemon hizo su aparición en la fiesta, sorprendiendo a Ezra.
── No llegaron ni a consumar su matrimonio, no te sorprendas ── dijo el hombre, dirigiendo su mirada a su tío.
── Sean bienvenidos y gracias por unirse a esta celebración ── se puso de pie para pronunciar su tedioso discurso ── esta noche es solo el comienzo, honramos al aliado más antiguo y leal de la casa Targaryen y...
── ¿De dónde saca tantas idi...?
Todas las miradas se dirigieron nuevamente a la entrada, donde la reina Alicent Hightower ingresaba, vistiendo un vestido completamente verde, el color de la casa Hightower, un color que solía asociarse con la declaración de guerra.
── Es... ── Ezra fue interrumpida.
── Horrible, parece una maldita planta ── Ezra rió, mientras Alicent, al ver cómo el matrimonio se burlaba de ella, perdió momentáneamente su compostura, aunque pronto se recompuso al divisar la mesa donde se encontraban los demás Hightower.
Esa noche, la casa del dragón se dividió en dos bandos. Los negros, que apoyaban al legítimo heredero, a Jahaerys Targaryen, conocido como el Príncipe que no arde, o el nuevo príncipe canalla. Y los verdes, que respaldaban a Aegon Targaryen, el autoproclamado heredero.
── La falsa reina ha declarado la guerra ── anunció Melissandre a uno de sus más fieles seguidores ── la danza de dragones empieza a partir de hoy.
(...)
El baile entre los comprometidos había comenzado, una danza al estilo valyrio, donde todos quedaban encantados al observar a ambos jóvenes simulando el vuelo de los dragones.
Una vez concluido el baile, la mayoría de los presentes se levantaron para unirse a la danza. Jahaerys fue el primero en ofrecer su mano a su esposa, quien aceptó con gusto.
── El baile nunca ha sido mi punto fuerte ── reveló el príncipe mientras estaban en la pista.
── Solo sigue mis pasos ── guió la pelirroja.
Ambos jóvenes comenzaron a bailar; a diferencia de los demás, el baile entre la loba y el dragón era más elegante. Se podía percibir el amor que se profesaban, sus miradas transmitían el más puro amor jamás visto, cada movimiento era delicado. Jahaerys tomaba con cuidado a Ezra, como si fuera de porcelana y pudiera romperse.
Pronto, ambos amantes cambiaron de pareja; la pelirroja se dirigió hacia su hermano, y el albino se unió a una joven de la casa Baratheon. Los abucheos en el salón se hicieron notar; Jahaerys observaba cómo su esposa bailaba feliz junto a su hermano.
Dirigió una mirada fugaz hacia su padre, pero los gritos de Ezra lo alertaron. Apresuradamente, se alejó de la Baratheon y buscó a su esposa entre la multitud, pero no la encontró. Abriéndose paso entre las personas apiñadas en un solo lugar, ignoró lo que pudiera estar ocurriendo allí y continuó buscando desesperadamente a la Stark.
Cuando vislumbró su hermoso cabello rojo, corrió hacia ella. La vio siendo acosada por un hombre y, cegado por la ira, se precipitó hacia el individuo y lo agarró del cuello.
── ¿Quién demonios eres para tocar a tu futura reina? ── preguntó con enfado, y el hombre juraría que los ojos azules de Jahaerys se volvieron negros.
── No... No era mi intención...
── ¡Silencio! ── gritó, golpeando al hombre, y tomó el cuchillo que estaba sobre la mesa para clavárselo.
── ¡Erys! ── la mujer se aproximó a su esposo y lo abrazó.
── Lo siento tanto, mi amor, esto no debería haber ocurrido ── le susurró al oído.
Al ver que el alboroto persistía, tomó a Ezra en brazos y salió del salón, dejando el caos atrás mientras buscaba un lugar seguro para su amada.
(...)
El viento de la noche acariciaba suavemente sus rostros mientras caminaban hacia el acantilado de Viserion. El dragón, al ver a su jinete y a Ezra acercarse, levantó su enorme cabeza, y un sonido bajo y gutural de alegría escapó de su garganta. A pesar de su inmenso tamaño y temible apariencia, Viserion parecía feliz de ver a la pareja, inclinando su cabeza hacia ellos en un gesto de afecto.
Jahaerys, con una pequeña sonrisa, acarició la gruesa escama del dragón, sintiendo la familiaridad y el poder que Viserion siempre emanaba. Ezra, que había estado junto a Viserion muchas veces antes, también se acercó, apoyándose en la criatura mientras soltaba un suspiro de alivio. El peso de la boda, de las intrigas y las responsabilidades, parecía desvanecerse en la presencia de su dragón.
Ambos se sentaron juntos al pie de Viserion, el calor que emanaba del dragón envolviéndolos como una manta en la fresca noche. No había necesidad de palabras entre ellos. Jahaerys y Ezra se miraron a los ojos, sus miradas llenas de todo el amor que se tenían. Sin necesidad de hablar, transmitieron lo que sentían: gratitud por estar juntos, por tenerse en medio de tanta adversidad.
Ezra tomó la mano de Jahaerys, y él la apretó suavemente, un gesto simple pero cargado de significado. El silencio entre ellos no era incómodo, sino lleno de entendimiento y paz. Las palabras sobraban cuando todo podía ser dicho con una mirada o un simple toque.
Viserion, sintiendo la tranquilidad de su jinete y su esposa, se acomodó cerca de ellos, su respiración lenta y rítmica. Para Jahaerys y Ezra, sentarse en la presencia de su dragón, después de una noche llena de caos, era un recordatorio de que, sin importar lo que ocurriera en la corte o las dificultades que enfrentaran, siempre tendrían este refugio, este amor inquebrantable que compartían.
Y así permanecieron, bajo el cielo nocturno y al lado de Viserion, compartiendo un momento que solo ellos dos podían entender, alejados de las miradas del mundo exterior, pero unidos en lo que realmente importaba.
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