Sólo usado... Nunca hubo palabras bonitas, ni besos, ni abrazos, sólo sexo y cuando Sunoo quería, en el lugar que quería y a la hora que se le viniera en gana.

Porque Jay siempre fue lo suficientemente estúpido como para ir hasta el otro lado del mundo si él se lo pedía.

—¿Puedo sentarme? —. Jay gira la cabeza en dirección a dónde proviene la grave voz y sus ojos se encuentran con el rostro de Sunghoon, un primo algo lejano de Sunoo, Jay solía verlo a menudo en los convivios familiares de los Kim, pero sólo intercambiaban algunas palabras.

Asiente y su vista nuevamente se enfoca en el vaso de cristal, trata de ignorar la presencia a su lado, pero el aura de Sunghoon es tan imponente que casi se siente obligado a prestarle atención.

—Te dolió, ¿cierto? —. No tiene las ganas para analizar la pregunta de Sunghoon más a detalle así que simplemente se limita a responder lo primero que llega a su cabeza.

—¿Qué cosa?

La risa de Sunghoon logra erizarle los bellos, pero se mantiene tranquilo, fingiendo indiferencia.

—El matrimonio de Sunoo, Jay sé lo que ustedes tenían.

Es ahora Jay quien ríe, sintiendo el impulso de preguntarle a Sunghoon si lo sabía en realidad, porque la verdad es que ni siquiera el mismo logro entender qué tenían, ¿una amistad?, ¿un amorío?

—Estoy... Bien —. Se las arregla para hablar aún con ese molesto nudo en su garganta.

—No, no lo estás, creo que deberías ir a descansar —. Jay quiere negar, pero Sunghoon ya le ha tomado de los hombros y le lleva a rastras devuelta al hotel.

Todos los invitados a la boda se estaban hospedando en el mismo hotel, Jay quiso soltar una risa amarga al pensar que los novios estarían pasando su noche de bodas en este hotel justo ahora mismo. Estaba tan distraído pensando en ello que para cuando logro reaccionar ya estaban en un pasillo lleno de habitaciones, ¿lo curioso? Que ese ni siquiera era el pasillo en donde estaba su habitación, no tenía ni idea de a dónde le llevaba Sunghoon.

Y cayendo en cuenta de ello, también se percató de que ahora una de sus manos se aferraba a su cintura, Jay juraría que si Sunghoon ponía un poco más de fuerza en su agarre dejaría marcas.

—Sunghoon, ¿a dónde vamos? —. Pregunta, se le dificulta algo abrir del todo sus ojos porque la fuerte luz en los pasillos logra lastimar sus párpados.

Sunghoon no le responde, se acerca a una habitación y al abrir, lleva a Jay adentro, casi de inmediato le acorrala contra la puerta.

El golpe algo brusco le quita el aliento mientras sus ojos logran enfocar el rostro de Sunghoon apenas iluminado por la luz de la luna que se cuela por las cortinas. —Jay no deberías estar sufriendo así por ese idiota —. Sunghoon murmura contra la piel de su cuello y Jay no puede evitar estremecerse.

Su cuello era una zona erógena, por lo que le resultaba casi imposible controlar sus jadeos o temblores cuando alguien besaba o acariciaba ese lugar. —Sunghoon, ¿qué ha-haces?

Jay coloca sus manos en el pecho contrario para tratar de apartarlo, pero Sunghoon se niega a moverse, tomándole de los muslos y cargándolo hasta la cama, mientras Jay sólo puede retorcerse inútilmente.

Al caer en el colchón, Sunghoon sube sobre el, deteniendo su peso con una de sus manos apoyada en el colchón, justo a lado de la cabeza de Jay.
—Déjame hacerte sentir bien, déjame apreciar cada pequeño rincón de ti, déjame amarte Jay.

El nombrado suspira, sintiendo la mano libre de Sunghoon vagar por su pecho algo descubierto gracias a la abertura de su camisa. —Sunghoon yo-

Las palabras de Jay son interrumpidas por un jadeo que escapa de sus propios labios al sentir como Sunghoon comenzaba a juguetear con uno de sus pezones, era una sensación algo irreal, Jay siempre era el encargado de dar placer, no de recibirlo. Que le tratarán con amor o que le acariciaran de esa manera... Le hacía sentir extraño.

Yes 𖤐 SungjayDonde viven las historias. Descúbrelo ahora