Tengo curiosidad. Por todo. Quiero experimentar cosas nuevas, aunque un sabor amargo en la boca de mi estómago me dice que estar aquí es mala idea.

—Ellos eran, Javier, a quien ya conoces, o bueno conoces solo una parte de él y la mina, Sol, es la hermana ¿A qué también pensaste que la hermana de la que siempre hablaba era imaginaria?. —Megara ríe, explicándome —Sol no vive aquí, ella está estudiando teatro en España, solo viene a visitar de vez en cuando. La conocí hace dos años, me ayudó con algunas cosas, pero más de eso no. Como la oíste, no somos amigas.

Creo ver un suspiro algo triste salir de su boca, pero inmediatamente la sonrisa de oreja a oreja que se aproxima en su rostro me hace olvidar.

—Veni, Minerva. —me toma de la muñeca, arrastrándome hacia donde las personas están bailando. —Relajate y... ¡Espera! creo que necesitas un poco de energizante.

—¿Energizante?

Megara parece no oirme y me arrastra hacía la mesa de centro, donde hay dulces, comida y bebidas de diferentes colores. Tambien hay de esos polvitos que me estaban ofreciendo hace un rato. Observo a la pelirroja, quien toma un vaso con un liquido azul y me lo pone frente a mi. Arrugo la nariz y mi semblante es de pura confusión.

—Relájate —dice Megara, como si me leyera la mente —Es solo un coctel. Esta re suave. Te va a gustar.

El temor me embarga y cuando mi mano envuelve el vaso de esta curiosa y extraña bebida, siento un ligero temblor.

—Creo que mejor no... Meg, yo nun—

—Me gusta que me digas Meg —me interrumpe —Dale, solo un vaso.

Solo un vaso.

Suspiro y termino asintiendo. Vine a esta fiesta para disfrutar y olvidarme de... de todo.

Respiro hondo y asomo el vaso a mis labios, no lo pienso más y de un solo trago bebo este coctel. Lo amargo y lo dulce se mezclan causandome diferentes muecas. Mi cara debe ser un poema ahora mismo.

El alcohol se acomoda a mi sistema poco a poco, causando que la dopamina en mi cuerpo se active. De pronto su dulce sabor se queda en la punta de mi lengua, haciendome desear más.

Escucho la risa de Megara de fondo y me abraza por los hombros, —Era poco a poco, boluda. Pero ya, con todo vas vos eh.

—¿Hay más?

Creo que mi pregunta parece sorprender a la pelirroja ya que abre los ojos a mas no poder, pero asiente con mucha velocidad.

—¿De cual queres?

Me encojo de hombros completamente insegura, es así que la contraria parece pensarlo y me pasa un vaso con un liquido pero, esta vez, de color rojo. Sin pensar tanto y, como antes, lo bebo tan rapido como puedo. Los aplausos de la pelirroja son efusivos y la música se oye más estremecedora y estimulante.

Una risita sale de mis labios al creer que mi cuerpo esta flotando. Observo como Megara tambien empieza a beber mientras baila al ritmo de la música.

—¿Bailamos?

Digo que si y ella me arrastra hacía la montonera. Ni siquiera puedo recordar el nombre de la canción que esta sonando, solo quiero divertirme de la noche.

Porque ¿Como decían?

La noche es joven ¿No?

Que ingenua fui.

. . .

Me duele la cabeza.

Quiero vomitar y no se como demonios llegue a mi casa, ni siquiera se a que hora llegue. O quien me trajo, mucho menos si mis padres se dieron cuenta. Aunque la verdad, no lo creo.

Adicciones, entre otras cosas; Enzo VogrincicDonde viven las historias. Descúbrelo ahora