Subo al auto y manejo a casa de Román, no estaba muy lejos de la mía, algunas veces que se averiaba su coche yo lo recogía, pero nunca entraba, él ni siquiera había tenido la decencia de presentarme a su esposa, lo único que sabía de ella, era su nombre.

El día que se caso llegue solo a la fiesta de bodas, Yo iba ebria y ni siquiera recuerdo como es.

Llegué a su casa toqué el timbre.

Abrieron la puerta y me encontré con una mujer de piel blanca, ojos verdes y cabello castaño, no podía negar que es hermosa. debía ser la esposa de Román.

—Usted debe ser la jefa de Román—asentí— pasé él está adentro esperándola.

—Traje un poco de Vino—susurre mientras entraba— y un par de quesos, espero sean de su agrado.

—Claro—sonrió.

Es una hermosa casa sin duda, más pequeña que la mía, pero muy bonita. tenía unas pequeñas escaleras y alcance a divisar un par de puertas, que seguro eran las habitaciones y un baño. Quizá una habitación extra para los invitados.

Llegamos a la pequeña sala y allí estaba Román, se puso de pie apenas me vio.

—Blanca—murmuro—ven acércate—me acerqué a él y le di un pequeño apretón de manos.

—Traje algunos datos de las transportistas que nos conviene contratar, no quiero agobiarnos con trabajo, pero, deberíamos hacer eso primero.

—Desde luego jefa— respondió. Busqué a su mujer con la mirada y la vi entrando a lo que parecía la cocina. Me senté en uno de los sofás quedando frente a Román, lo vi ojear los documentos, y analizando cada detalle de ellas.

Ahora que podía ver detalladamente a la mujer de Román no entendía que le veía a la secretaria de la empresa. Es hermosa, pero su esposa lo es aún más.

Pasamos un par de minutos analizando el detalle de las transportistas, decidimos cuál nos convenía más y dejamos el trabajo de lado.

—¿Quieres cenar?

—Vine a probar la sazón de tu esposa—le guiño un ojo—así que comamos un poco.

Nos dirigimos al comedor, al llegar me doy cuenta de que solo hay dos platos puestos en la mesa, lo que me pareció extraño.

En lo que tenía aquí, Román ni siquiera le había dirigido la palabra a su esposa. Me pregunto si tan mal están o así es su matrimonio.

—¿Ella no va a cenar con nosotros? —negó— ¿Por qué no?

—no cenamos juntos, Blanca, ya te lo dije, ella es así siempre cena sola.

— ¿Desde cuándo? —Murmuré, mientras comía un poco de la carne que nos había servido su mujer, estaba deliciosa sin duda.

—Desde siempre— respondió—si te sientes más cómoda que ella esté aquí, puedo llamarla.

—No es eso, bueno sí, es que me siento un poco mal que tú y yo estemos aquí—susurre— y ella allá sola—la mujer se encontraba cenando sola en la barra de la cocina, con una expresión seria.

Sintió mi mirada y volteo a verme, sonrió un poco, negó y siguió comiendo.

—Lidia—susurró Román—la jefa quiere que cenes con nosotros, si quieres claro.

ella se puso de pie y se sentó al lado mío, siguió comiendo, ignorando totalmente nuestra presencia.

—¿Quieren un poco de vino? —pregunté

LA ESPOSA DE MI MEJOR AMIGO (Sin Editar)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora