Lujuria en la oficina

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—¿Dónde dejo los nuevos contratos, señor Kento? —te tocas el pelo con la mano libre. Estás nerviosa.

El rubio no contesta, tan solo se limita a observar tu esbelta figura bajo el entallado vestido que habías elegido para hoy, uno que al parecer le roba el aliento al señor Kento. Cada uno de tus movimientos lo tienen hipnotizado, abducido, hasta que decide poner fin al asunto. Con un movimiento de cabeza te indica que los guardes en el gran archivador que hay al lado derecho del despacho, a lo que asientes y te diriges de inmediato. Tus manos tiemblan, la tensión en el ambiente es pesada y el calor en tu cuerpo empieza a invadirte, y es justo cuando estás de espaldas colocando los papeles, que su fragancia envuelve el estrecho espacio, y una vez él está detrás de ti, te acorrala, se pega a tu espalda y su mano se posiciona rápidamente sobre tu pequeña cintura, a la altura de tu ombligo. Enseguida te apega más contra su fornido cuerpo y un sutil gemido se te escapa al notar esa durísima polla prisionera dentro de esos pantalones, la cual se clava con fuerza contra tus nalgas.

*

—S... señor Kento. ¿Qué está haciendo...? —preguntas jadeante.

—Shh... déjame tocarte, preciosa —te susurra con voz ronca  mientras pasea sus manos con descaro por cada una de tus curvas.

—P... pero, esto no es correcto, señor, por favor... —tu voz denota súplica, pero a la vez deseo de ser follada por él.

Tu cabeza se apoya en su hombro y Nanami te baja los tirantes del vestido para cubrir tu cuello de besos y pequeños mordiscos, tu piel le resulta tan jodidamente suave..., hasta que su mano serpentea inquieta y se escabulle debajo de tu entallado vestido, las yemas de sus dedos acarician despacio tu muslo interno y llegan a tu diminuto tanga.

—Joder... —Nanami susurra en tu oído abtes de tocar lo prohibido.

Retira la tela de tu diminuto tanga y no puede evitar jadear al sentir el calor y la húmedad que emanan de tu coño, con la otra mano llega a tu boca, acaricia tus labios y te obliga a entreabrirlos para meterte dos dedos, a lo cual obedeces completamente nublada de placer. Los mete y los saca, primero despacio y cada vez más deprisa, mientras que con la otra mano sigue toqueteando tu dulce vagina. De repente, retira los dedos de tu boca y te gira hacia él, coloca su fuerte mano en tu hombro y te obliga a ponerte de rodillas, luego se baja la bragueta y los bóxer para sacar su enorme polla a relucir, la cual ya deja escapar gotitas preseminales en el glande.

—Chúpamela ... —susurra calmado mientras agarra tu pelo en una cola alta.

La situación te pone todavía más cachonda, el agarre en tu pelo es fuerte y no dudas ni un instante en complacerlo. Empiezas lamiéndole los pocos fluidos que emanan de ese enorme miembro y luego lo lames entero en toda su extensión, luego sus hinchadas bolas hasta que te la metes en tu boca y succionas con fuerza sin detenerte, así estás diez largos minutos, pero Nanami te aparta antes de correrse.

—Dame tus manos —obedeces mientras ves como se quita la corbata y te amarra a una de las patas de la estantería por encima de tu cabeza, dejándote así completamente inmóvil.

—S... señor Kento... —jadeas al percibir lo que se avecina.

Te sube el vestido hasta la cintura y baja tu tanga hasta los tobillos, se arrodilla y aspira tu coño antes de empezar a devorarlo, lo hace con dilatada experiencia a la vez que sus traviesos dedos profieren tortuosos círculos en tu entrada.

—Aah... fólleme, por favor, señor Kento... —jadeas extasiada mientras sigue llevándote al borde.

Retira sus dedos y te mira altivo, se levanta y te besa de forma salvaje, casi ahogándote, luego te carga en sus caderas y se manosea la polla antes de metértela. Cuando lo hace, despacio pero sin pausa, sientes el mayor placer de tu vida. Su ceño se frunce mientras observa embelesado tus labios entreabiertos y jadeantes, casi rogándole que te rompa en dos, así que Nanami decide enterrarse en ti con más fuerza y profundidad, sus embestidas van en aumento, no puede parar. Tu olor, tus jadeos, el sabor de tu piel, todo en ti lo vuelven loco...

*

La estantería se zarandea con cada embestida que te propina, tanto es así, que parece que todo lo que hay en ella vaya a terminar esparcido por el suelo. Sigues maniatada, completamente expuesta a él, pero te encanta. Al final llega al clímax y se retira para  esparcir su semen sobre tu vientre, el señor Kento no quiere sorpresas. Enseguida te deja en el suelo y te sonríe satisfecho, lo hace de una forma que impacta de lleno en tu corazón, pero de repente vuelves a la puta realidad, no puede ser, él es tu jefe, seguro que está casado y no va a dejar a su esposa por una aventura contigo. Mientras te recolocas la ropa, no le miras, no puedes, te sientes incómoda por lo que acaba de suceder entre vosotros.

—No te sientas mal por lo ocurrido, pequeña, es algo que ambos deseábamos con inherente fervor —levantas la vista y vuelves a morderte el labio ante esas palabras.

—Yo...  no quiero entorpecer en su familia —Nanami camina hacia ti y levanta tu mentón.

—No tengo familia, así que somos libres para estar juntos. Me gustas, nena, me gustas desde el primer día que pisaste mi oficina.

Sonríes y lo besas, ahora si tienes todo cuanto querías, lujuria en la oficina todos los días...

FIN

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One Shots (+18) Jujutsu Kaisen (PAUSADA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora