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Clark regresó a la mansión Wayne para encontrarse en sus vastos jardines a su presunto hijo con el hijo-no-oficialmente-adoptado de Bruce ¿jugando?, parecía un intento de entrenamiento, pero también un juego simple de atrapa los objetivos voladores que la máquina alterada de lanzamiento del millonario tiraba con violencia al aire. Si no fuera por la fuerza que poseía su clon y la rapidez de sus instintos, uno de esos objetos bien podrían reventar su cabeza. Algunos de estos objetos eran derribados con bastante precisión por los artilugios que usaba normalmente Batman y, por ende, Robin mismo. La risa de los niños era llamativa y casi le hacía desear quedarse allí todo el tiempo para simplemente observarlos; descubrió, tardíamente, que algunos de los objetos parecían rellenos con pintura, ya que al chocar con Conner este terminaba rodeado de una capa fina de aerosol pintado que pronto se impregnaba en su piel y haría que Tim se partiera de risa en el suelo. Esto último sucedía con bastante frecuencia dada la predilección de su hijo por quedarse simplemente quieto absorbiendo el sol; podía simpatizar con el sentimiento dado que su raza era un poco adicta al sol rojo de la Tierra misma.

Ladeando un poco su cabeza, se tomó unos buenos cinco minutos simplemente absorbiendo la vista de su frente. Podía sentir su corazón revitalizado simplemente por esto. Observar a su presunto hijo volar con un poco de torpeza, distraído por el sol y las risas de su nuevo amigo, podría simplemente comprender por qué el niño estaba más a gusto con perder el juego que simplemente ganarlo; estaba seguro de que podría hacerlo con los ojos cerrados sin siquiera moverse, si todas las historias contadas eran ciertas. También estaba seguro de que este mismo sabía que estaba siendo observado, pero prefería fingir que no; un maestro en eso, se podría asegurar, considerando apenas el matiz muy sutil de sus hombros cuadrados adquirido cuando él llegó. Clark se preguntó si alguna vez esas cosas desaparecen del niño, aun sabiendo que la respuesta era un no rotundo.

Respiró hondo y fue en búsqueda de su corazón apretujado y dolor de cabeza actual: Lex. Se giró para escanear la mansión; algunas de las habitaciones habían sido reforzadas en los últimos años para evitar su intromisión, pero otras, más antiguas que nadie se atrevía a tocar a menos que se estén desmoronando, quedaron intactas. Desgraciadamente, ni Wayne ni Luthor estaban en algunas de ellas. Así que intentó encontrarlos por sus latidos. Su corazón martilleaba con fuerza, lo que podría deberse a varias cosas, pero generó una sola en Clark: pánico. Pasó volando junto a los niños, quienes protestaron por la ráfaga que casi los derriba; una parte de él que no estaba centrada en encontrar a Luthor, se dio cuenta de cómo Conner saltó para proteger a Tim sin dudarlo, poniendo su cuerpo frente a este y listo para defenderlo mientras se acercaba, esa amistad podría ser peligrosa.

Casi se llevó puesto a Alfred mientras bajaba a la baticueva, pero en ese momento poco le importó. En el lugar, como siempre, estaba desordenado en el orden y olía levemente a sangre, spandex y sudor. Y aunque no era del todo sorprendente, lo que sí llamó completamente su atención fue la zona de entrenamiento, el "ring" donde solían entrenar los robins con Batman. En el centro del hexágono estaban Bruce y Lex entrenando, ambos con ropa deportiva y floja, sudando y bastante centrados en su actuar; y hubiera sido excitante la vista si no fuera porque Lex literalmente estaba sangrando por todo el suelo negro. Antes de que pueda siquiera procesar lo sucedido, parpadeó una vez y la siguiente estaba sujetando a Bruce por el cuello. Ni siquiera se dio cuenta de las palabras suaves y de advertencia que el hombre estaba murmurando como si intentara calmar una bestia mientras sus manos se movían deliberadamente lento para llegar a su salvación.

— Suéltalo, Clark —, y como si quemara, soltó a Bruce. No era la primera vez que hacía esto, tampoco en que Lex debe de indicarle que hacer y retener la furia ciega que lo llena. Como la primera vez, sonaba como si diera una orden, casi como si Clark fuera un simple cachorro que se comporta mal. La comparación, posiblemente, no sea mala.

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