𝖀𝖓𝖎𝖉𝖔𝖘 𝖕𝖔𝖗 𝖊𝖑 𝖉𝖊𝖘𝖙𝖎𝖓𝖔. [𝕿𝖔𝖒𝖔 𝖀𝖓𝖔]

✧Episodio 08✧

—¿De que hablas padre?. Penélope no me hizo nada…

—¡No me trates de engañar, sabes cuánto odio las mentiras!. Hijo puede que antes estuviera ciego pero desde que comenzaste a cambiar me estuve cuestionando sobre lo que sucedió en el pasado.

Ángel no sabía cuándo había comenzado a llorar por las palabras de su padre. Hace tiempo acepto que los engaños de Penélope y Mairen siempre mancharían su nombre ante los ojos de su padre. Nunca considero que por su cuenta descubriera los engaños, era muy inesperado. Las lágrimas corrían por sus mejillas sin detenerse pero el peso sobre su pecho desaparecía.

—No llores cariño…—Con dolor en su corazón Ciel abrazo a su hijo con fuerza comenzando a llorar igual.

Pasó un largo rato antes que lograrán calmarse, los dos se mantenían abrazados recostados en la cama. Ángel con la cabeza enterrada en la almohada tratando de ocultar su vergüenza, las marcas en su cuello fueron descubiertas y su padre medio molesto se burlaba.

—No confío del todo en ese esclavo pero respeto tus decisiones, solo tendré una larga charla con Félix sobre lo que hizo. ¡Primero viene el matrimonio y después la luna de miel, no al revés!.—Molesto apretó los puños pensando en las miles de formas para castigar al infeliz que le arrebato la pureza a su pequeño.

—Padre lo sucedido fue mi decisión, no vallas a castigar a Félix.—Notando sus intenciones el doncel rio divertido.

—Tiene que ganarse mis respetos y aprobación si quiere tener una relación contigo.—Con firmeza declaró el marqués levantándose de la cama, no podía quedarse más tiempo cuando tenía tanto trabajo pendiente sobre su escritorio.

Ángel ante la declaración de su padre solo pudo reírse nervioso. Aunque estaba feliz de que diera en un futuro su aprobación aún le inquietaba lo que podría pasar más adelante. Era más que seguro que las víboras se enterarían y meterían sus narices solo para molestar. El contra atacaría con más fuerza a todos sus intentos pero no estaba seguro si las personas a su alrededor saldrían ilesos.

Con seriedad se quedó mirando fijamente el paisaje del otro lado de la ventana. Indeciso de su próximo movimiento, originalmente quería esperar al baile pero ahora era mejor adelantar unos asuntos. No podía eliminar a Penélope o Mairen pero si a sus subordinados más leales. Al quitarles sus fuentes de información su ventaja sería mayor. Tenía dos opciones, hacer que se le unieran como Anna o matarlos. La primera opción era muy buena pero con tantos años trabajando para ellas su lealtad sin duda sería inmensa.

—Solo quedaría hacerlos desaparecer…—Murmuró para si mismo levantándose de la cama.

Tenía muchas formas de hacerlos desaparecer sin dejar rastro que lo inculpara. Pero no tenía el momento requerido para la mayoría dejándolo casi opciones. Esta vez sería el único involucrado, ni Félix o Anna se enterarían sobre sus acciones. Por lo que la mejor manera de eliminarlos era el envenenamiento. Antes vio en el patio como decoración algunas plantas tóxicas que solas eran inofensivas pero al combinarlas creaban un potente veneno. Que al ser natural después de cierto tiempo desaparecería del organismo causando que en las pruebas fueran invisibles.

Está noche las recogería cuando todos estuvieran dormidos y mañana comenzaría la matanza. Era una lastima que no pudiera eliminarlos con su segunda arma que estaba fabricando. Pero tendría la oportunidad de usarla, por ahora solo le quedaba limitarse a asesinatos discretos pero dolorosos.
Unos toques en la puerta detuvo sus pensamientos oscuros. Despejando su mente sonrió como si en su mente no estuviera perfeccionando sus próximas acciones. Mientras con calma abría la puerta, dejando entrar a su pareja. Que con ansias arrastró a la cama para contarle con lujo de detalles sobre la charla con su padre.