—¿Puedes bajar a mi cachorrito?— pidió la omega hacia el rizado mientras abría el maletero para tomar algunos bolsos —Y luego vienes a ayudarnos por favor.

Harry asintió en silencio acomodando a su omega mejor entre sus brazos para tomarlo sin mayor dificultad. Lo cubrió con la manta hasta que solo sus ojitos cerrados eran visibles.

Salió del auto procurando no desabrigar a su omega y entrando a la cabaña sintiendo el cambio de temperatura. Se adentró por la sala de estar dirigiéndose a una de las habitaciones y luego asomándose a la otra, notando que ambas eran iguales, solo las separaba el baño, así que entró a la última. Con cierta dificultad se acercó a cerrar las cortinas y luego al borde de la cama para dejar a su omega.

—Está frió, alfa— murmuró abriendo sus ojitos. Harry sonrió con ternura besando delicadamente sus labios.

El rizado pensó en alguna solución rápida decidiendo por quitarse los zapatos y acostarse con su omega sobre su cuerpo para que el calor que emitía se traspasara a las sabanas.

—Te amo, ranita— murmuró casi inaudible viendo como su ojiazul sonreía adormilado contra su pecho. Y el rizado entendió que estaba escuchando sus latidos.

Unos pocos minutos después se levantó procurando que su omega casi ni notara su ausencia. Lo abrigó muy bien, y salió de la habitación luego de ponerse los zapatos, en dirección al auto, en donde aún no terminaban de sacar las cosas.

Margot se había ido a acomodar las cosas en el refrigerador. La cocina era abierta y tenía dirección al comedor que compartía espacio con la sala de estar.

—¿Necesita ayuda, señor George?— consultó acercándose al alfa que tenía la mitad de su torso dentro del maletero.

—Si, toma esos bolsos y déjalos en la habitación de mi cachorro— habló sin dirigirle la mirada señalando con el dedo el bolso y mochila del omega, más el pequeño bolso de mano del rizado.

Se adentró rápidamente a la cabaña para acomodar los bolsos en lo que sería su habitación durante los próximos tres días. Sacó las cosas de su bolso y comenzó a ordenarlas dentro del mueble. Hizo lo mismo con los bolsos de su omega. Sonrió al escuchar un suave bostezo.

—¿Qué tal la siesta, ranita?— preguntó al darse la vuelta y ver como el ojiazul se había apoyado en el respaldo de la cama tallando sus ojitos con sus manos hechas puño.

—Bien, alfa— murmuró aún adormilado estirando sus bracitos en dirección al rizado.

—¿Quieres que te alce en brazos?— preguntó al ver como abría y cerraba sus manitos mirándolo.

—Si, por favor— respondió con una sonrisa adormilada.

Harry se apresuró en tomarlo en brazos dejando que se aferrara a su torso con sus brazos y piernas. Apenas lo tuvo cara a cara llenó de besos dulces las mejillas rojizas de su omega.

—Me haces cosquillas— rio en voz baja cuando el rizado hundió su rostro en su cuello para llenarlo de pequeñas mordidas —¡Alfa!— chilló al sentir su trasero siendo apretujado por las manos más grandes.

—Sin quejas— ordenó disimulando su sonrisa al notar como su omega se apoyaba contra su pecho —Todo tu pequeño cuerpecito me pertenece, ranita. De pies a cabeza.

Louis sonrió avergonzado, sin negar nada.

—¡Harry, cachorro! ¡Vengan a comer!— gritó desde la cocina la omega llenando las tazas de agua caliente.

—¡Ya vamos, mami!— respondió balanceando sus piecitos para bajarse. Harry con cuidado lo dejó con sus pies sobre el piso.

La madre del ojiazul se había encargado de poner la mesa mientras que George ordenaba la habitación y las cosas extra que habían traído.

Louis a pasos aún torpes se dirigió a la mesa para sentarse al lado de su padre, quien estaba sentado en la cabecera de la mesa.

—Te hice una chocolatada, cachorrito— comentó tomando asiento frente al ojiazul. El omega sonrió en señal de agradecimiento —Toma asiento, Harry— sonrió amable al verlo indeciso sobre si era adecuado sentarse de inmediato. Finalmente se acomodó a un lado de su omega, todo el tiempo bajo la mirada del alfa.

Comenzaron a hablar de temas triviales, pero el alfa menor aún no se incluía en la conversación. Se limitaba a mirar en silencio la imagen de familia que representaban los tres; Louis siendo escuchado con total atención e interés, y preguntándole a sus padres sobre su semana obteniendo respuestas con calma y amabilidad ¿Así se veía una cena en familia?

—¿Y qué tal tu semana, Harry?— preguntó la omega dirigiendole la mirada.

El rizado sonrió antes de comenzar a hablar.

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N/A: en gran parte me da penita Harry, porque su madre es un sol, pero por su trabajo no puede estar mucho tiempo con él y es como 🥲

En finnn

Que les pareció el cap?

Con amor, Whoss.

Sweet and sourDonde viven las historias. Descúbrelo ahora