ᴄᴀᴘɪ́ᴛᴜʟᴏ 39: ʟᴏsᴇʀ ᴅᴏɢ

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Las palabras de su madre fueron como un bálsamo para el alma de Charles. Sintió un nudo deshacerse en su pecho y las lágrimas llenaron sus ojos, regandose como brisa sobre sus mejillas.

—Gracias, mamá. Significa mucho para mí tener tu apoyo, —dijo con voz entrecortada.

Pascale lo abrazó nuevamente, brindándole la fuerza que necesitaba. Después de unos momentos, se separaron y Pascale le ofreció una sonrisa alentadora.

—Ahora, hablemos con tu padre, —dijo con determinación—. Es importante que él también entienda.

Charles asintió, preparándose mentalmente para lo que sabía sería una conversación difícil. Su padre, Hervé, era un hombre tradicional, y Charles sabía que no aceptaría fácilmente su decisión.

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Las personas que conocían a Herve Leclerc, sabían que era un hombre testarudo y con una firme creencia que muchos consideran grotesca y enfermiza. Porque incluso Jules y Charles fueron sometidos por esa visión abstracta de lo “correcto”.

—Papá, necesito hablar contigo, —dijo Charles, tratando de mantener su voz firme—. Es algo importante.

Hervé dejó los papeles a un lado y se inclinó hacia adelante, prestando toda su atención a su hijo.

—Claro, hijo. ¿De qué se trata? —preguntó con un tono de voz que reflejaba tanto curiosidad como preocupación.

Charles tomó una profunda respiración, sintiendo el peso de lo que estaba a punto de decir.

—He tomado una decisión sobre mi vida, —comenzó, sus palabras cuidadosas—. He decidido que ya no puedo seguir con Alex. Quiero estar con Carlos. Él es quien realmente amo, y no puedo seguir fingiendo lo contrario.

El rostro de Hervé se endureció, y sus ojos se entrecerraron ligeramente.

—¿Qué estás diciendo, Charles? —preguntó con una mezcla de incredulidad y desaprobación—. ¿Qué pasa con Leo? Él necesita una familia estable, una vida normal. ¿Has pensado en lo que esto le hará a él?

Charles asintió, esperando esa reacción. Ya lo había enfrentado antes, cuando él y Carlos comenzaron a salir, incluso Jules trató de convencerlo, pero ni siquiera el más hermoso ángel es capaz de abrirle los ojos al más horrendo pecador.

—Papá, he pensado mucho en Leo, —respondió, su voz firme pero calmada—. Él es mi prioridad, y siempre lo será. Pero no puedo darle una vida feliz si yo mismo no soy feliz. Alex y yo... no somos felices juntos. Estar con Carlos no significa que vaya a descuidar a Leo. Al contrario, quiero que vea lo que es una relación basada en el amor verdadero, no en la obligación.

Hervé frunció el ceño, claramente luchando por comprender la perspectiva de su hijo.

—Charles, sé que esto es difícil, pero Alex es una buena mujer, y Leo necesita una madre y un padre juntos. ¿No crees que podrías intentar hacer que funcione por su bien?

Antes de que Charles pudiera responder, Pascale intervino.

—Hervé, sabes tan bien como yo que forzar una relación por el bien de un niño no es la solución, —dijo con suavidad pero con firmeza—. Charles merece ser feliz, y Leo merece ver a su padre feliz. No podemos seguir fingiendo que todo está bien cuando no lo está.

Hervé miró a su esposa y luego a su hijo, la lucha interna evidente en su rostro.

—Sé que estás preocupado por Leo, papá, —dijo Charles, tratando de mantener la calma—. Pero Leo será más feliz con un padre que está realmente presente, que está emocionalmente disponible. No puedo ser ese padre si sigo viviendo una mentira.

La sala quedó en silencio por unos momentos, la tensión palpable. Finalmente, Hervé suspiró y se pasó una mano por el cabello, un gesto que Charles reconoció como uno de frustración y resignación. Lo odiaba.

—Solo quiero lo mejor para ti y para Leo, —dijo Hervé, su voz más suave—. No quiero que cometas un error que lamentarás.

—¡No es un error, papá!—respondió Charles con convicción—. Estoy seguro de lo que siento. Carlos es quien me hace feliz, y estoy dispuesto a luchar por esa felicidad.

Pascale asintió, mirándolo con orgullo.

—Charles sabe lo que necesita, —dijo, volviendo su mirada a Hervé—. Y nosotros debemos apoyarlo en su decisión.

—Si realmente es así, ¿Por qué lo golpeaste? ¿Por qué lo odias tanto después de lo que pasó con Jules? —Escupió su padre, sus palabras eran como cuchillas afiladas de contraataque, se clavaban profundamente en su corazón.

¿Por qué había hecho aquello? La ira, el color y la tristeza lo dominaron aquel día, no soporto la idea de perder a su único hermano, no era culpa de Carlos, claro que no, pero en ese momento olvido hasta el amor que sentía por él. Lo culpo tan injustamente sin pensar en los sentimientos del amor de su vida, Carlos lo trataba tan bien, lo amaba y él le respondía con puñetazos y echarlo de las greñas.

Sintió asco, se odio tanto desde ese momento, la ira y el dolor se convirtieron en rencor hacia todo el mundo, nunca superará la muerte de su hermano, las flores no son hermosas como antes y el sol no brilla como lo solía hacer, incluso cuando llevaba a Leo al balcón para aclamar a la luna esta se miraba sin brillo.

Tal vez el brillo y la belleza murieron con él ese día”

Cuando conoció a Alex por primera vez, lo único que sintió fue atracción, no sintió amor por ella. Intentó fingir hasta que se hiciera realidad pero nunca llegaron esos sentimientos, no hasta que vio a Carlos nuevamente después de años, pero también sintió un molesto sentimiento de rencor por no haber respondido sus mensajes ni cartas.

Lo entendía, tenía sus propios problemas. Nuevamente volvió a odiarlo y amarlo al mismo tiempo, sentía tanta confusión, que es lo que realmente quería? Lo tenía claro, lo que más deseaba era estar junto a Carlos, criar a Leo juntos y ser felices.

No quería pelear más, estaba cansado.

—Mis sentimientos siempre serán los mismos—Dijo luego de estar un momento divagando en sus pensamientos. —No importa cuantas cosas pasen, no puedo odiar a Carlos. Siempre lo voy a amar.

Se levantó del sofá dirigiéndose hacia Leo quien seguía comiendo su postre. Agradeció a las empleadas por vigilarlo y salió de la gran mansión, el sol iluminó el rostro de ambos. Un bello atardecer con una luz tan hermosa.

“Jam, no había visto uno así desde que te fuiste”, pensó, siguió su camino hasta el auto, abrocho el cinturón para Leo y subió a la parte delantera del conductor. Tenía que hablar con Carlos, quería aclararle todo quería disculparse, entendía perfectamente si este lo estaba odiando, debía estar pensando que ha estado jugando con él todo este tiempo cuando realmente estaba tan perdidamente enamorado de él. No importa si lo echa como a un perro perdedor, lo entendería y no molestaría más.



 No importa si lo echa como a un perro perdedor, lo entendería y no molestaría más

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𝐁𝐄𝐘𝐎𝐍𝐃 𝐓𝐇𝐄 𝐆𝐀𝐑𝐃𝐄𝐍 - 𝐁𝐲 𝐀𝐧𝐝𝐫𝐞𝐬| 𝐂𝐡𝐚𝐫𝐥𝐨𝐬 Donde viven las historias. Descúbrelo ahora