Alana fue a buscar los suministros, su mente todavía en el jardín. Recordó la conversación con Newt sobre las plantas, la forma en que él había sonreído cuando le había hablado de cómo quería plantarla cerca de la enfermería. Se sintió un poco más segura de sí misma en su papel como mediquera.

Cuando volvió, ayudó a limpiar las heridas de uno de los chicos, prestando atención a cada pequeño detalle. La enfermería se llenaba de risas y murmullos, creando un ambiente de camaradería que Alana nunca había experimentado antes.

— Me corté con una de las herramientas —explicó el chico, mientras Alana le limpiaba la herida—. Estaba ayudando a Gally a construir la nueva estructura en la parte sur.

— ¿Gally siempre es tan... exigente? —preguntó Alana, mientras aplicaba un poco de pomada.

El chico se río suavemente. — A veces parece que olvida que no todos somos expertos. Pero es un buen tipo, en el fondo — alana termino de limpiar su herida — Por cierto, me llamo Adam.

Alana sonrió, estaba tratando de mejorar en su actitud, intentando ser más sociable, el chico le guiño el ojo justo cuando salió de la enfermería, Clint y Jeff se miraron y después miraron a la chica, ella estaba confundida, justo cuando el chico que atiende Clint menciono: — El chico tiene agallas, después de que nos — dejo escapar un grito cuando sintió el ardor de la pomada que su médico invirtió en su herida.

Al llegar a la cena, el bullicio de risas y conversaciones la rodeó. Buscando a Newt, lo encontró en una esquina, hablando con algunos de los corredores. Se sintió un poco nerviosa al acercarse, pero al instante se dio cuenta de que él la estaba esperando.

— ¡Hey! — saludó Newt, iluminándose al verla.

— Hola — respondió ella, sonriendo de vuelta mientras se sentaba a su lado.

Alana notó que en la mesa estaban Alby, Newt y otros chicos que reconocía como corredores. Se sentó al lado del rubio, justo cuando alguien colocó una bandeja frente a ella. Era Minho, el encargado de los corredores, quien tomó asiento. Alana recordó el comportamiento del chico días atrás, cuando le mencionó que estaba en su lista negra.

Ella no se unió a la conversación; no entendía lo que decían los chicos acerca de patrones numéricos. Observó su estofado y dio el primer bocado, intentando ignorar la sensación de ser observada. Minho la miraba de vez en cuando, y finalmente, hizo una pregunta en modo de reto.

— Entonces, Mediquera, ¿qué opinas de nuestros patrones de exploración en el laberinto? — preguntó Minho, con un tono que desafiaba.

Newt la miraba con atención, al igual que el resto de la mesa. Alana sintió que el aire se volvía más denso. No quería quedar mal frente a todos, pero tampoco quería mostrarse arrogante.

— Bueno, no soy experta en patrones de exploración — empezó Alana, eligiendo sus palabras cuidadosamente —, pero supongo que deben seguir una lógica rigurosa. Es esencial para evitar perderse y para maximizar la eficiencia en la búsqueda de... bueno, lo que sea que estén buscando.

Minho arqueó una ceja, interesado. — ¿Y qué harías tú si te encontrases perdida en un lugar desconocido?

Alana pensó por un momento, intentando recordar alguna técnica de supervivencia que hubiese leído o aprendido.

— Supongo que trataría de encontrar un punto de referencia claro, algo que destaque en el entorno. Y si no lo encuentro, buscaría una forma de hacer un rastro para no perderme más — respondió, sintiéndose un poco insegura.

Minho asintió lentamente, como si estuviera evaluando su respuesta. — No está mal, Novata. No está mal.

El resto de los corredores asintieron también, y Alana sintió un pequeño alivio. Newt, sentado a su lado, le dio una leve sonrisa de aprobación.

— Además de ser buena con los remedios, parece que tienes buenos instintos —dijo Newt, intentando aliviar la tensión.

— Gracias, Newt —respondió Alana, devolviéndole la sonrisa.

La conversación en la mesa volvió a centrarse en los temas habituales, y Alana se permitió relajarse un poco. Aunque aún se sentía un poco fuera de lugar, la aceptación gradual de los demás la hacía sentir que, quizás, podría encontrar su lugar en este extraño y peligroso nuevo hogar.

Alby, que había estado observando en silencio, finalmente habló.

— Todos aquí tenemos algo que aprender y enseñar. No subestimen a nadie, ni a ustedes mismos. Recuerden que estamos en esto juntos.

Los chicos asintieron solemnemente, continuaron con otros temas de conversación. Alana fue la primera en terminar de comer y se levantó para dejar su bandeja en la cocina. Se adentró en el área de limpieza, lavando su plato y vaso, y mientras lo hacía, notó que Gally la miraba desde la distancia. Desvió la mirada rápidamente, sintiendo una punzada de incomodidad.

Cuando regresó a la mesa, el cansancio del día la golpeó de repente. Se despidió de los presentes con una sonrisa cansada. Newt arqueó una ceja, confuso por su repentina partida.

— Tengo que disfrutar de mi nueva choza — dijo Alana, intentando sonar entusiasta.

[...]

Alana despertó en cuanto escuchó los rugidos fuera del lugar. Aún no se acostumbraba a ellos. Hizo la sábana a un lado, tomó sus tenis y ató su cabello en una coleta. Salió de su habitación, el rugido sonó nuevamente. Caminó sin mirar a sus lados; los chicos seguían durmiendo, todos tenían el sueño pesado a excepción de ella.

Miró el cielo; la luna estaba en su posición más alta. Sus pies se detuvieron al estar frente a la gran puerta. Era la primera vez que se posaba frente a ella.

El ruido se hizo más penetrante, el rugido estaba cerca. Alana observó con atención la estructura de la gran puerta que los dividía del otro lado. Se sentó sobre el césped, abrazando sus piernas con sus manos. Sentía su corazón latir más fuerte de lo normal. Tenía miedo y de nuevo contempló los grandes muros.

Escuchó el sonido de algo chocar contra el suelo, pasos que no se escuchaban normales. No necesitaba voltear, pero le sorprendía que estuviera despierto. Newt se sentó al lado de Alana. Ambos contemplaron los grandes muros, guardaron silencio por unos minutos.

— No eres humano si no tienes miedo — dijo Newt.

Alana lo miró y respondió: — Creí que estarías en tu sueño de belleza.

— Y yo creí que era la persona que tiene el sueño frágil — contestó Newt. Alana guardó silencio. Newt volvió a hablar: — ¿Por qué crees que estamos aquí?

Alana dejó de mirar al chico y observó las grandes aberturas. — No lo sé, las personas que nos enviaron aquí deben tener un propósito.

Newt habló de nuevo: — No sé si sentirme afortunado u otra cosa.

Siguieron conversando por un breve tiempo. Cuando ambos se levantaron para ir a dormir antes de tomar caminos separados, Newt le dijo a la chica: —Yo finjo no escuchar los rugidos. Eso me ayudó por un tiempo.

Alana asintió. Antes de ir a su choza, miró por última vez las grandes puertas. Los días de tranquilidad estaban por terminar.

𓂃࣪𝐓𝐡𝐞 𝐌𝐚𝐳𝐞 𝐑𝐮𝐧𝐧𝐞𝐫 |  Alone 𓏲ּ  NewtDonde viven las historias. Descúbrelo ahora