—Profesor, por favor, déme otra asignación —imploré, mi voz quebrándose ligeramente.

Harris suspiró y negó con la cabeza.

—Lo siento, Hela, pero mi decisión es final. Esta es una oportunidad única para demostrar tu valía como periodista. A veces, las mejores historias provienen de los lugares más oscuros.

Me hundí en mi silla, sintiendo una mezcla de impotencia y rabia. Sabía que no tenía otra opción; debía aceptar la asignación. Pero mientras lo hacía, no podía dejar de pensar en las advertencias de mi abuela sobre los Meyer Montecristo y en lo que podría encontrar una vez que cruzara esa peligrosa línea.

Al final de la clase, Romina se acercó a mí.

—Hela, ¿estás bien? —preguntó con genuina preocupación en su voz.

—No sé, Romina. Esto es... demasiado. No quiero hacer esta entrevista. Algo no está bien con esa familia.

Romina me miró con una expresión seria.

Solo sé que esa familia no es de confiar, y mucho menos por lo que le paso a mi madre que estoy segura que ellos tuvieron algo que ver.

—Hela escucha bien, todo Montclair esta ciego ven al gran Eros Montecristo como el gran heredero dorado, el hombre que camina entre los dioses. Pero lo que no saben es que él es el mismísimo demonio que acecha en las sombras.

—¿Qué quieres decir?— pregunto frunciendo el ceño.

—Yo sé que una parte de ti quiere entrevistar a esa familia—Romina se pasa una mano por su cabello obscuro y se acerca un poco más a mi, su voz es casi un susurro—Por qué quieres descubrir qué fue lo qué pasó con tu mamá, pero ten cuidado Hela no te dejes engañar. Eros no es un ángel, es un depredador, un lobo con piel de cordero.

Sus palabras me golpearon como un balde de agua fría. Romina tenía razón, en el fondo sabía que mi deseo de descubrir la verdad sobre mi madre me estaba impulsando a aceptar esta peligrosa asignación. Pero también sabía que debía ser cautelosa.

—Lo sé —respondí, intentando mantener la calma—. No me dejaré engañar. Prometo tener cuidado.

Romina me miró con intensidad, sus ojos reflejando preocupación y algo más, algo que no podía identificar.

—Por favor, Hela, ten cuidado. Esa familia es muy poderosa —Romina dijo, su voz cargada de una seriedad que rara vez veía en ella—. Dicen que Eros puede descubrir los deseos más profundos de las personas y usarlos a su beneficio. ¿Ves cómo todo Montclair lo sigue? Están hipnotizados por él.

Un escalofrío recorrió mi espalda. Las palabras de Romina resonaron en mi mente como una advertencia oscura.

—¿Y tú? ¿Por qué me cuentas esto? —pregunté, mi voz apenas un susurro, temiendo la respuesta.

Romina sonrió, pero sus ojos no reflejaban la misma calidez. Había algo inquietante en su mirada, una sombra que no podía ignorar.

—Porque tú también tienes secretos, Hela. Y Eros los encontrará. No puedes escapar de su influencia. Pero cuidado, querida amiga. No juegues con fuego. El demonio siempre cobra su precio.

La intensidad de sus palabras me dejó sin aliento. Romina, siempre tan despreocupada, ahora parecía estar revelando una verdad oculta y peligrosa. La miré, tratando de descifrar sus verdaderas intenciones. ¿De verdad estaba intentando protegerme o había algo más detrás de sus advertencias?

—¿Qué sabes realmente sobre Eros? —pregunté, mi voz firme pero cargada de una curiosidad desesperada.

Ella mantuvo su mirada fija en mí, y por un momento, pensé que no respondería. Pero entonces, su voz salió en un susurro apenas audible.

Tentaciónes [EN CURSO]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora