Hydra aceptó bajando de su regazo corriendo hasta las figuras de piedra que había en una esquina de la habitación donde siempre jugaba. Tara apareció horas después, con una bandeja de comida, no quiso mirar a la princesa a los ojos pero no pudo evitarla cuando ella la tomo del brazo y buscó su rostro con desesperación.
- Tara, ¿Dónde está el príncipe Aemond? - preguntó en voz baja, pero la mujer no le respondió. - Tara.
- No me está permitido...
- Nadie lo sabrá, Tara. - prometió, la tomó de las manos y por fin la mujer la miró. - ¿Qué ha ocurrido esta mañana?
- La princesa Rhaenys huyó, princesa, hubo muertos en el septo luego de la coronación. Según escuché, el príncipe Aemond ha salido con su dragón a perseguirla, y lord mano ha partido en barco a Dragonstone a llevarle un comunicado a la princesa Rhaenyra de parte del nuevo rey. - informó la castaña, en voz tan baja que Alaenna apenas la escucho.
Alaenna jadeo sintiendo que le faltaba el aliento. Los ojos de su doncella la miraron desesperada y ella la abrazó con fuerza.
- Nadie lo sabrá. Tienes mi palabra. - susurró a su oído antes de alejarse. - Puedes marcharte, Tara. Te veré a la hora de la siesta de Hydra.
- Por supuesto, mi princesa. - murmuró Tara, hizo una reverencia ante ella y luego salió de la habitación.
La llave volvió a escucharse. Alaenna sintió como el corazón se apretaba contra su pecho y como el aire era tan frío que le impedía respirar, volvió a jadear mientras se apoyaba contra la mesa, se sintió mareada y tan abrumada que ni siquiera noto que había comenzado a llorar, que jadeaba tratando de respirar y que había caído en el suelo , no lo noto hasta que las pequeñas manos de su hijo le acariciaban el rostro y la llamaban.
Alaenna lo tomó en brazos y lo abrazó, subiéndolo a su regazo para acomodarlo mejor.
- Mami. - lloriqueo el niño
- Todo está bien, mi amor. Todo estará bien. - repitió incontables veces acariciándole el cabello.
Hydra se quedó dormido mientras ella cantaba. Ni siquiera comió ese día. Tara apareció más tarde para llevar al niño a su cuna y quedarse con él mientras su madre comía y se daba un baño. Pero Alaenna no comió nada tampoco, pidió que le trajera una jarra de vino y luego de un baño con agua muy caliente se sentó en su balcón a beber. Hasta que aquel cuervo llegó.
El sol se estaba poniendo, la brisa era fresca considerando que era verano, el vino ya había hecho efecto en su sistema y se sentía mareada, pero reconocería un cuervo de Dragonstone donde fuera. La carta informaba la muerte de su hermana, de nombre Visenya, la llegada de la princesa Rhaenys al castillo y la coronación de la princesa Rhaenyra como la reina de los siete reinos. Estaba firmada por Daemon y había una pequeña nota pidiéndole su regreso a Dragonstone, no queriendo que algo le ocurriera a ella también.
Volvió a llorar desconsoladamente mientras escribía su disculpa. Por más que lo deseara no podría regresar a sus padres, le quitarían a Hydra y la matarían antes de dejarla salir de la Fortaleza Roja.
Ni siquiera estaba segura de poder confiar en su esposo ahora, no cuando sabía que seguro estaba recorriendo los siete reinos buscando que las más nobles casas reconocieran a su hermano como el legítimo rey. Alaenna sabía que solo conseguirían sangre, pero permanecería callada. Lloró hasta más no poder, hasta sentirse tan cansada que solo quiso ir por Hydra y esconderse en el salón entre las habitaciones, y eso hizo.
El pequeño niño platinado permaneció dormido entre sus brazos incluso luego de haberse sentado en el suelo del salón con la espalda apoyada contra la pared de piedra y la mirada perdida en la luna llena que podía ver desde la ventana frente a ella que la envolvió en un sueño profundo casi de inmediato.
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The girl with the one eye
FanfictionViserys adoraba a su hija Rhaenyra con todo su ser, amaba a su hermano Daemon aunque no confiaba mucho en él. A la hija de ambos la tenía en un pedestal, incluso sin saber que era su hija. Eso nunca le gustó a su esposa, mucho menos después de la mu...
𝟗. 𝐄𝐥 𝐝í𝐚 𝐪𝐮𝐞 𝐜𝐞𝐫𝐫𝐚𝐬𝐭𝐞 𝐥𝐨𝐬 𝐨𝐣𝐨𝐬
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