#3 Dos mujeres que se dan la mano

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— Mira qué bien, seguro la señora se ha traído un banquete gourmet, no vaya a ser cosa que deba tener que tocar nuevamente una bolsa que contenga una hamburguesa — dijo Fina con sarcasmo mientras Marta alzó una de sus cejas.

— ¿Por quién me tienes? ¿Banquete gourmet? Estaba tratando de ser amable contigo. Después de todo somos vecinas. Aunque creo que no estás acostumbrada a lidiar con tus vecinos. Con lo ruidosa que estabais anoche es evidente que no tienes ningún tipo de consideración — contestó Marta enfada pero arrepintiéndose de inmediato de lo que había dicho. Ahora Fina sabía que la había estado escuchando.

— Así que has estado escuchando? ¿Qué pasa? ¿Te pone escuchar a tus vecinas, Marta de la Reina? — dijo Fina acercándose dos pasos hacia Marta y mirándola muy de cerca.

Marta la miró a los ojos y luego a la boca, pero inmediatamente se volteó, no quería que Fina se diera cuenta de la debilidad que tenía con sus labios.

Se dió cuenta que Fina estaba mirando fijamente a su boca. ¿Cómo pudo atreverse? Definitivamente sabe lo atractiva y seductora que es y que podría estar con quién ella quisiera. Sino no se atrevería. Marta sabía que cualquier gesto que haga haría confirmar lo que siente por ella.

— Olvida lo que te he dicho — contestó Marta — Simplemente me ha molestado que me contestases mal, sobre todo porque en la bolsa llevo un pincho de tortilla bastante poco gourmet. — agregó mientras volvía a mirarla a los ojos.

Fina empezó a recorrer con la mirada a Marta de pies a cabeza. Era una mujer muy elegante, una piel increíble, unos ojos azules preciosos y una boca totalmente deseable. Al acercarse pudo oler su perfume tan embriagante, le encantaba.

—Fina, te estoy pidiendo disculpas —insistió Marta mientras notaba cómo la estaban desnudando con los ojos.

— ¿Y tú cómo sabes que me llamo Fina? — reaccionó Fina abriendo los ojos y dejando su boca entreabierta.

— Bueno... La verdad es que... ¿Y tú cómo sabes que me llamo Marta de la Reina? Yo no me he presentado. — contestó rápidamente ante la pregunta que la descolocó.

— Me lo ha dicho mi padre. Es el encargado del edificio. ¿Y tú?

— Claro, has averiguado sobre mí. No me sorprende. A mí me lo ha dicho tu padre justamente —inventó Marta—, me contó que su pequeñita hija Fina vivía justo frente a mí. Lo que no me contó fue que tuviera un carácter tan peleón ni que fuera tan ruidosa.

Ambas salieron del ascensor riéndose mientras se acercaban a sus respectivas puertas.

Marta la dejó pasar primera, para volver a observar su andar tan atrapante. Aunque llegando a su destino Fina se dió vuelta para volver a hablarle.

—No me has contestado qué hacías escuchando tras las paredes. Intuyo que ha sido una casualidad... O tal vez no. Hasta luego, Doña Marta.

—Eres insoportable en verdad. Procura ser menos escandalosa.

—No, si la escandalosa no he sido yo. Pero eso se lo dejo a su imaginación, señora.

Fina entró a su apartamento mirando fijamente a los ojos de Marta. En cuanto cerraron las puertas ambas se quedaron inmóviles.

—¿Qué me estás haciendo Fina Valero?—suspiró Marta.

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Luego de cenar, el móvil de Marta sonó, recibiendo un mensaje de su amiga Luz.

— Oye Reina de la Marta, quieres que pase por tu casa? Estoy a tres calles y me apetece conocer tu nuevo hogar.

MUJER CONTRA MUJER 🧁 | Marta y Fina - Sueños de Libertad #MafinDonde viven las historias. Descúbrelo ahora