No obtiene respuesta, se gira ante el silencio de su amiga, para encontrársela mirándola fijamente con las cejas alzadas y una sonrisa traviesa. Violeta se cruza de brazos a la defensiva.

—No, no. Ni de coña, Almudena. No pienso dejar que me organices una cita a ciegas. ¿Te has vuelto loca?

—Va, Vio. Es exactamente tu tipo. Una intensa del arte. No te lo diría si no creyera que podéis ser un buen match.

—¿Qué eres tú tinder y yo no lo sabía? La chica puede ser majísima, pero yo no estoy buscando nada. No me interesa y punto.

—Llevas más de dos años sin buscar nada...

—He salido con gente —replica Violeta.

—Te has acostado con gente, que es distinto —Denna frunce el ceño—. Y ni siquiera tantas veces. Y no estabas sobria en ninguna de ellas.

—Bueno, ¿pero a ti qué te ha dado con mi vida sentimental de repente?

Denna la observa por un momento en el que Violeta se resiste a escapar del escrutinio de su mirada. Mira la hora en el móvil con impaciencia, se le está haciendo tarde.

—Pensaba que ahora que te habías quitado la espinita de lo de Chiara dejarías de ser un alma en pena—

—No soy un alma en pena.

—En el aspecto romántico sí, Violeta, venga tía, si en cuanto hay una mínima mención de algo romántico te pones a suspirar por las esquinas... Y no me interrumpas, déjame acabar —Denna levanta un dedo para frenar la protesta de Violeta, que frunce los labios, inconforme—. En fin, a lo que iba, dices que Chiara y tú vais a volver a ser amigas, que desde luego es una magnífica idea y nada puede salir mal —Violeta se cruza de brazos ante el sarcasmo de su amiga—. Así que eso significa que estás libre para volver al mercado.

—Siempre he estado libre. Y no hables de mi vida amorosa así, que me recuerdas a mi tía Pili.

—Puedes estar libre en teoría, pero emocionalmente hablando...

—Emocionalmente hablando no ha cambiado nada —Violeta dice, tajante—. ¿Estás diciendo que todo este tiempo tenía esperanzas de algo con Chiara? Ese barco se hundió hace tiempo, créeme que soy la primera consciente de ello.

Denna hace una mueca, como si no la creyera. Violeta bufa con exasperación y echa a andar en dirección a su casa. Denna la sigue, poniendo los ojos en blanco.

—Para alguien que sabe que ese barco se hundió, te niegas en banda a darle una oportunidad a nadie.

—Quizás no ha aparecido nadie al que quiera darle una oportunidad.

—¿Cómo quieres que aparezcan si no lo buscas, guapa? No le das ni dos segundos de tu tiempo a nadie que te intente tirar la caña.

—Tengo que estar en el estudio en menos de una hora así que no tengo tiempo para estas tonterías.

—Vio... solo me preocupo por ti.

Violeta para en seco, girándose hacia su amiga con irritación.

—Pues no entiendo por qué, yo estoy perfectamente así. ¿Acaso tengo que tener pareja para estar bien? ¿No puedo ser una mujer libre, soltera, empoderada y todo eso?

—No he dicho eso...

—Disculpe, señorita.

Las dos se giran simultáneamente hacia delante para ver a una señora mayor, con un carro de la compra, plantada delante de ellas con cara de circunstancia. Violeta se sonroja de la vergüenza, dándose cuenta de que estaban impidiendo el paso de la señora, y que por ende esta estaba escuchando la conversación. Se hace a un lado rápidamente con una disculpa, más roja todavía cuando la señora continúa su camino con una sonrisa burlona.

Silver SpringsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora