—No más —dice, nadando hacia mí.

Me toma de la mano y me lleva a un lugar más tranquilo de la cueva. Me siento en una roca, es muy suave.

—¿Qué es esto? —pregunto.

Maxi sonríe.

—Es un alga que crece en el fondo del lago. Tiene propiedades alucinógenas.

—¿Alucinógenas? —repito, todavía confundida.

—Sí —dice, sonriendo—. Te hace ver cosas que no son reales.

Me río.

—Ya veo.

──── •◦ ♛ ◦• ────

Observo su andar, una luz plateada ilumina la cueva. He escuchado su voz durante horas en este lugar, donde cada gota cae como una melodía. He estado encerrada aquí durante horas, cautivada por sus historias.

Maxi me ha mostrado su mundo, su esencia, su forma de vivir. Me tiene encantada. Es hermosa, carismática, y sus besos... son indescriptibles. No son sensuales ni apasionados, sino que calientan mis pulmones y me llenan de vida.

Se acerca con más urgencia, pero esta vez la veo borrosa. Mi cuerpo se desliza por el agua y sus manos toman mi rostro. Siento el frío de sus dedos, una corriente eléctrica recorre todo mi cuerpo. Sus manos suaves y delicadas acarician mi rostro con ternura infinita, mientras mis dedos se alzan para tocar su cabello, tan suave y plateado que se pierde entre ellos.

Nuestros labios se encuentran de nuevo en un beso que va más allá del simple contacto físico. Es un intercambio de energía, un flujo de emociones que trasciende el tiempo y el espacio. Al principio, es solo un roce, una caricia suave que despierta una sensación de calor en lo más profundo de mi ser. Es una sensación de renovación.

Mis pulmones se llenan de aire nuevamente, mi cuerpo se conecta y mis sentidos se agudizan. Maldición, ¿en serio estoy alucinando con un alga? pienso. Sus labios se siguen moviendo, y trato de eliminar todo tipo de adictivo de mi cuerpo. La magia es poderosa, tan poderosa que puede crear una expectativa diferente de todo.

Ese sabor es una mezcla exquisita de dulzura y sal, como el aire salado del mar en una noche tranquila. Su boca se separa de la mía y me mira con cara afligida.

—Lo siento, no debí darte eso —me dice con voz muy suave.

—Tranquila —le digo, tratando de restarle importancia—. La verdad, no recuerdo qué ha pasado.

—Bueno, no ha pasado nada malo —dice con una sonrisa en su rostro—. Solo estuviste hablando de un hombre, un hombre muy guapo por lo que parece.

—No, no, jamás —digo, negando con la cabeza.

—Oh, sí, claro que sí —responde mientras su sonrisa se amplía—. Si estuviste hablando de él, dime, ¿te gusta?

—No, para nada —respondo mientras comienzo a nadar hacia una roca.

—Entonces, ¿por qué decías que te gustaban mucho sus ojos? Para ser alguien que no te interesa, lo miras mucho —dice, empezando a perseguirme.

—Okey, Maxi, dejemos hasta aquí el tema del hombre desconocido —le digo—. Cuéntame la historia, la historia de la Diosa.

—Uy, mejor te hubiera dejado con las algas —murmura casi inaudiblemente.

—Te escuché —le advierto.

—Lo sé, y no me interesa —responde mientras se sienta y me lanza una sonrisa inocente.

Suspiro, frustrada por su actitud. No entiendo por qué se comporta así. ¿Acaso no quiere contarme la historia? ¿Qué secreto esconde? Cállo rápidamente mis pensamientos mientras observo sus labios moverse.

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⏰ Última actualización: Aug 21 ⏰

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Prisión EscarlataDonde viven las historias. Descúbrelo ahora