Subí las escaleras con toda la mala sensación del mundo rozandome la nuca y me dirigí a esa habitación que no me había atrevido a entrar desde hace dos días. Rezaba para que la menor no estuviese ahí y no tener que estar por mucho tiempo.

Abrí la puerta de la habitación de Heidi y lo que vi me dejó perplejo, con una preocupación e ira inexplicable. No podía creer que estuviese haciendo esto, después de haber estado conmigo hace menos de dos horas.

Victtoria estaba acostada sobre la cama de Heidi, con una aguja enterrada en su brazo y una cuchara usada a su lado. Cualquiera pensaría que estaba muerta, pero estaba respirando y para colmar más mi paciencia, estaba sonriendo.

-¿Qué mierda haces, Victtoria?-
Solté un largo suspiro y me acerqué a ella a paso rápido, quitandole la aguja de su

brazos de inmediato, para luego hacer presión con mi pulgar para que no comenzara a sangrar. Algo muy estúpido, ya que debí haber buscado algo para taparlo, antes de siquiera quitarle la aguja.

-Me relajo...-

Su sonrisa atontada y sus pupilas que estaban a nada de explotar en sus globos ocultares, me indicaban que todo esto era mucho más que solo relajo como lo explica ella, es algo que le está afectando y voy a saber que mierda es lo que le sucede. No pienso dejar que se siga matando de esta forma, mucho menos cuando estoy a punto de irme de su vida.

-Dios Victtoria, esto está mal.- Me senté a su lado en la cama y apoye su cabeza sobre mis piernas, acariciando su delgado rostro con la yema de mis dedos.

No sé a qué hora sé habrá ido de la habitación y habrá venido aquí, pero ni siquiera tenía ropa puesta, lo único que la cubría, era una manta color rosa que parecía ser de bebé.

-¿Y? Estar contigo está mal y aún así tuvimos sexo en mi habitación.-


¿Entonces todo esto era por eso? ¿Porque se sentia arrepentida de haber tenido sexo conmigo? Que maldito fastidio y que puta bipolaridad tiene en su mente. Ella fue la que vino a entregarse a mi y resulta que el malo de toda esta situación, siempre seré yo.

Tal vez porque yo soy el adulto...

-Tú quisiste tenerlo, no sé por qué ahora te resulta tan malo. Lo hecho, hecho está.-

Mi paciencia se estaba colmando y la menor parecía estar completamente desinteresada ante ello. No la culpo, con la dosis que posiblemente se inyectó directo a la vena, cualquiera tendría la cabeza en otro lado.

-Es el funeral de mi madre y yo ni siquiera me fui a despedir de ella. A cambio, tuve sexo con su novio en mi habitación y ahora estoy drogada en su cama.-

Escuchándolo de esa manera y con esa voz tan quebrada, la verdad si que sonaba como algo trágico y algo muy asqueroso, pero a estas alturas de todo lo que he hecho en la vida, no llegaba a afectarme del todo. Podría seguir viviendo con eso y no haría mucha diferencia.

A veces miro a Victtoria y pienso... ¿Por qué me esfuerzo en intentar que ella entienda lo que me sucede, cuando es solo una niña? Espero que ella pueda comprender lo que trato de decirle, que sepa lo que realmente pienso sobre si misma, pero es solo niña... y a mi eso se me ha estado olvidando todas esas veces en las que me dejo llevar por la impulsividad. Una asquerosa y maniática impulsividad de hacerla mía.

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