-No te entiendo-

-Si, o sea, mi familia me ama, pero a veces me pregunto si me amarían igual si fuera un hijo problemático, si no me esforzara siempre en ser el hijo perfecto, el sobrino ejemplar... no sé si me explico, o si tiene sentido alguno- murmuró Pedro Pablo, siendo él quien ahora evitaba la mirada de Bosco.

-Te entiendo a la perfección, y claro que tiene sentido- replicó Bosco- supongo que, al final del día, ninguno de los dos se siente suficiente del todo, ¿no?-

-Pues no, parece que no- coincidió Pedro Pablo.

-¿Cómo le haces?- preguntó Bosco.

-¿A qué te refieres?-

-Siempre te ves tan... entero, tan feliz; yo siempre me siento vacío e insuficiente y eso hace que esté enojado todo el tiempo. Tú, por otro lado... parece que te pagaran por sonreír- bromeó Bosco.

-Bueno, no lo sé, no es que finja o algo por el estilo, pero a veces le pongo buena cara a las cosas aún cuando me siento de la fregada- respondió Pedro Pablo- supongo que me da miedo darme cuenta de que, si no estoy bien, nadie querría quedarse a mi lado- el rizado se sorprendió ante sus propias palabras: siempre había tenido esa idea rondando por su mente, y era curioso que ese pensamiento hubiera tomado forma y voz en frente de aquel chico de lentes que lo observaba en silencio.

-Yo creo que siempre tendrás gente que quiera estar a tu lado, incluso cuando no estes bien- la respuesta de Bosco dejo un poco descolocado a Pedro Pablo, pero después lo hizo sonreír con alegría; siempre era bueno escuchar a alguien fuera de su familia dándole algún tipo de aliento.

Además, había algo bueno y correcto en escuchar a Bosco siendo amable con él; no sabía porqué, pero el corazón de Pedro Pablo se aceleró un poco al notar que aquella conversación estaba siendo bastante íntima, como si se tuvieran más confianza de la que realmente se tenían.

-Gracias- respondió el rizado con una gran sonrisa- Creo que, tal vez, si hablas con tu papá, podrías decirle cómo te hace sentir con los comentarios que te dice o con cómo te trata-

-Lo dijiste de una forma muy curiosa- dijo Bosco después de unos segundos de silencio.

-¿Qué cosa?- preguntó el rizado, algo confundido.

-Dijiste "cómo te hace sentir", como si no fuera yo quien está tomando las cosas de una mala manera, si no mi que es mi papá quien me hace sentir así- respondió Bosco, aún un poco desconcertado ante el significado de esas palabras.

-Creo que debemos hacernos responsables de cómo nuestras palabras y acciones hacen sentir a los demás; tu papá te ama, de eso no tengo duda, pero, tal vez, la forma en la que te lo demuestra no es la correcta para que tú lo puedas sentir-

-¿Dónde habías estado toda mi vida?- preguntó Bosco riéndose con una ligereza que le provocó una sonrisa a Pedro Pablo: Bosco se veía muchísimo más guapo, si acaso era posible, sonriendo así.

-Bueno, tampoco es como que estuvieras muy dispuesto a dejarme conocerte mejor, a que nos lleváramos bien- respondió Pedro Pablo con una sonrisa burlona.

-Me cuesta trabajo confiar en la gente- le dijo Bosco viéndolo con una intensidad que hizo que, por primera vez, Pedro Pablo no pudiera sostenerle la mirada a Bosco, sintiéndose avergonzado de pronto sin saber muy bien porqué.

-Puedes confiar en mi- respondió Pedro Pablo.

-Lo sé- le dijo Bosco sonriendo con timidez- Tú también puedes confiar en mi, Pedro Pablo-

Las palabras de Bosco sonaban más como una promesa que como un comentario: era como si, a través de esa conversación, ambos se dieran cuenta de que tenían en el otro un apoyo mucho más grande del que habrían esperado tener cuando se conocieron.

Aprender a quererte. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora